“¿Cómo afrontas que haya personas con éxito en clase y que tú pases desapercibido?”. Ésta es una de las preguntas que se hace Franche, un joven gitano de dieciocho años en su relato digital personal. Un relato que tardó meses en elaborar y editar. El vídeo sólo dura cuatro minutos. ¿Por qué, entonces, tanto tiempo en crearlo?
Los relatos digitales personales (RDP, a partir de ahora) son historias cortas, que tienen una duración de entre tres y cuatro minutos, que se narran en primera persona mediante técnicas audiovisuales y con un importante grado de implicación por parte de la persona que lo hace, y que se construyen con el soporte de personal especializado. Ésta es su presentación formal. Pero el RDP puede ser mucho más. En el caso de Franche y de sus compañeros y compañeras que formaron parte de un GAM (Grupo de Ayuda Mutua) a lo largo de dos cursos escolares, los RDP se convirtieron en una oportunidad para mirarse dentro, para conocerse mejor, para intentar entenderse y para poder salir adelante aligerando mochilas en las que el pasado pesa mucho. Un reto que afrontaron con honestidad y una oportunidad que aprovecharon con creces.
Si bien el autoconocimiento es una de las capacidades más destacadas cuando se habla de procesos de maduración personal dado que permite al sujeto regular su conducta y tomar el control de su vida, la realidad nos muestra que los recursos de los que disponemos para favorecer su desarrollo son más bien escasos como también lo son las prácticas que ponen a los adolescentes y jóvenes en situación de (re)pensarse.
Los diarios personales y la escritura autobiográfica en general, tan útiles para realizar la reflexión sistemática sobre uno mismo, responden a opciones individuales. Escriben sobre sí mismos aquellos jóvenes a los que bien les gusta escribir o bien descubren en la escritura la mejor aliada para vaciarse, para expresar sentimientos, para dejar constancia de lo que les inquieta o sencillamente para dedicarse un rato.
Pero ejercitar el autoconocimiento no puede ser sólo resultado de gustos, tendencias o aficiones personales. Los centros educativos deben encontrar formas de garantizar espacios, momentos y estrategias para hacerlo.
En este escrito defendemos los RDP como recurso que invita a los jóvenes a un ejercicio de introspección, que crea las condiciones óptimas para dar cabida a la subjetividad y que permite que sea cada chico y cada chica quien manifieste el significado y el impacto que determinados hechos han tenido en su trayectoria. Un recurso nada invasivo, respetuoso con el momento y la interpretación del pasado que hace la persona, pero a la vez exigente. Es necesario mirar atrás, elegir una experiencia y elaborarla.
El objetivo de los Relatos Digitales es ayudar a reconciliarse con el pasado pero, sobre todo, mirar hacia adelante alejados de la marginalidad
Este ejercicio lo llevamos a cabo con un grupo de nueve jóvenes que llegaban de entornos vulnerables. Pobreza, migración y fracaso escolar eran algunos de los hándicaps que los habían acompañado a lo largo de su infancia y adolescencia.
El equipo coordinador del proyecto teníamos como objetivo ayudar a cada miembro del grupo a enfrentarse y reconciliarse con su pasado, pero, sobre todo, a mirar hacia delante y empezar a diseñar proyectos de futuro alejados de la marginalidad.
Sabíamos que escribir no era fácil ni cómodo para la mayoría de jóvenes que asociaban la escritura con la actividad escolar. Así, los RDP emergieron como una alternativa a la autobiografía. Alternativa que permitía la reflexión sobre uno mismo a partir de elementos cercanos y atractivos para los chicos y chicas.
El proceso de elaboración de los RDPs que seguimos en el grupo puede explicarse en las siguientes fases.
Motivación y contacto con temas significativos. Previo al trabajo sobre los RDP, a lo largo de varias semanas se abordan temas controvertidos, dilemas, experiencias, deseos y retos vinculados a la vida de los jóvenes. En algunos casos son propuestos por el equipo coordinador, si bien la mayoría surgen espontáneamente en las conversaciones con los chicos y chicas.
Introducción a los RDP. Aparte de presentar que es un RDP, en el grupo se visualizan relatos que algunos youtubers conocidos por los jóvenes cuelgan en las redes sociales. En paralelo se realizan ejercicios descriptivos en torno a imágenes de la vida cotidiana de los miembros del grupo (fotografía de un espacio de su casa, del lugar de trabajo, de una persona significativa, entre otros). Escoger un tema. Se invita a los jóvenes a recuperar una experiencia, un ámbito o una relación que reconozcan como importante en su vida. Algunos modifican la elección a lo largo de las sesiones. Decidir sobre qué quieren hablar y hasta dónde se quieren implicar requiere tiempo, dedicación y tomar conciencia del trabajo que tienen de antemano.
Elaborar el guion. Los jóvenes hacen un breve escrito de la historia que quieren contar. Posteriormente, la fragmentan y amplían en secuencias que permiten conducir la grabación del RPD. Ésta es, sin duda, la fase más laboriosa y la que más les remueve. Ninguno hace el guion de un tirón. Es necesario dar una vuelta y otra hasta saber qué se quiere decir antes de pensar cómo se quiere transmitir. También supone una actividad intensa de reflexión y escritura, de encontrar las palabras adecuadas para expresarse. La ayuda entre iguales y, sobre todo, la ayuda de los adultos es imprescindible para cerrar cada guion.
Buscar material visual. Bajo la guía de una técnica en comunicación que participa en el grupo, cada joven realiza una primera propuesta de imágenes para cada escena. Las sesiones de grupo se destinan a buscar y poner orden en las fotografías, vídeos, canciones y otros elementos que se acumulan en torno a cada relato. También a grabar los audios (y algunos vídeos). En todos los casos hay fotografías o escenas grabadas expresamente por los jóvenes para incluir en sus relatos.
Editar los vídeos y celebrarlo. Elaborar cada relato a partir de las imágenes y audios de los que se dispone y realizar el montaje es una tarea inicialmente pesada por la falta de dominio técnico de la mayoría de los miembros del grupo. Sin embargo, rápidamente se animan al ver los primeros resultados de su trabajo. Los RPD finalizan con una merienda festiva entre los jóvenes, el equipo coordinador y algunas educadoras del centro que acogía las reuniones del grupo.
Para cerrar, sólo poner de manifiesto la satisfacción de los jóvenes, su sorpresa al descubrir que se expresan mucho mejor de lo que piensan. También por escrito. Todos reconocen que no ha sido fácil recordar el pasado, pero están contentos de haberlo hecho; reconocen que el proceso de creación de su RPD les ha generado sentimientos a rato contradictorios: de añoranza, de melancolía, de tristeza, de esperanza… entre otros. También manifiestan que no pensaban que hacer un guion de cuatro minutos fuera tan laborioso y que, aunque entre ellos habían hablado mucho, ver los relatos de los compañeros y compañeras del grupo les ha ayudado a conocerlos mejor.