Lo que debemos tener claro es que todo debe girar en torno al alumno y el primer paso que tenemos que hacer es ponernos en contacto. El contacto, el saber unos de otros, el conectarnos -de la manera que cada comunidad crea más adecuada-. Todos los centros tenemos que poner los primeros esfuerzos en hablar con las familias y los niños y no perder el vínculo emocional con la escuela.
Una vez sabemos la realidad con la que nos encontramos cada uno, toca reflexionar sobre cómo queremos y podemos ayudar a los alumnos a seguir activos y motivados para seguir aprendiendo. ¿Qué queremos realmente? ¿Cuál es el objetivo que perseguimos como escuela estos días?
En función de nuestra respuesta, tendremos que planificar unas u otras estrategias. En varios centros, como es el caso de la escola Marià Fortuny, nos lo hemos cuestionado y hemos llegado a la conclusión de que lo que queremos es acompañar a nuestros niños a llevar el confinamiento de la mejor manera, que se sintieran apoyados por la escuela y ayudarles a regularse lo mejor posible. Buscamos que los niños y jóvenes, con nuestra ayuda, sean capaces de gestionar bien el tiempo, se pongan objetivos personales y puedan hacer su seguimiento, que desarrollen habilidades metacognitivas, y que evalúen su propio proceso de aprendizaje, mientras son capaces de controlar sus emociones y motivaciones. Esto no es nada fácil, pero sí tenemos claro que éste es el objetivo, seguro que encaminamos las actuaciones en esta dirección.
Para hacer esto, será necesario disponer de diferentes canales de comunicación que permitan llegar al máximo de alumnos posibles, en el caso de mi centro, llegamos a través de llamadas, correos electrónicos, aplicación móvil – ebando – y, después de Semana Santa lo haremos a través del nuevo Portal EIX, herramienta incluida dentro del Plan de Acción Centros educativos en Línea. Cada centro debe buscar los que le sean más adecuados. Las herramientas que utilizamos no son lo importante, lo más importante es que se ajusten a la realidad de nuestras familias.
También debemos ser conscientes de que a algunos alumnos no llegaremos y a menudo estos son los más vulnerables. Sabemos que hay alumnos sin dispositivos desde los que trabajar a distancia y otros sin red. Si no conseguimos que tengan, habrá que trabajar mucho con ellos en la última fase, el reencuentro.
Los centros tendremos que preparar mucho la vuelta a las escuelas. No podemos, después de todo lo que están viviendo los niños, volver como si no pasara nada que hacer clase … Nos encontraremos con niños con vivencias muy complejas, tanto en el ámbito físico de convivencia en espacios muy pequeños, poco adecuados o con carencias básicas como en cuanto al ámbito emocional de tensión, angustia y, incluso, con posibles pérdidas de familiares o de personas cercanas. Hay que tener en cuenta las situaciones de los niños y prever las de quienes no hemos podido contactar para dar la mejor respuesta a sus necesidades, ya que, ellos son lo importante. Seguramente utilizaremos mucho más los espacios exteriores de lo que lo estábamos haciendo ahora, seguramente, centraremos nuestras prácticas aún más en el tratamiento de las emociones …
Estos días leo muchos docentes preocupados por cómo evaluar el tercer trimestre, ¿controles de temas a distancia? ¿Cuestionarios calificativos tras escuchar la clase on line de la maestra?… Pienso que la situación en la que ahora nos encontramos debe servirnos para dar un paso más adelante, no para retroceder y también para no volver hacia unos aprendizajes desmenuzados, memorísticos y repetitivos. Creo que uno de los ejercicios que nos toca hacer ahora para preparar las tareas que ofreceremos a nuestros alumnos al volver de vacaciones es preguntarnos si estas tienen en cuenta los 7 principios del aprendizaje. Estos principios, encaminados a orientar los entornos de aprendizaje del s XXI, nos ayudarán a hacernos las preguntas adecuadas y reflexionar sobre la tipología de aprendizaje que queremos desarrollar: ¿el alumnado es el centro del aprendizaje? ¿estamos fomentando un aprendizaje cooperativo bien organizado? ¿trabajamos las emociones de los alumnos y desde las emociones? ¿estamos teniendo en cuenta las diferencias individuales? ¿ponemos en valor el esfuerzo de todos como clave para el aprendizaje? ¿hemos planteado una evaluación continua que favorezca el aprendizaje? ¿hemos propiciado la construcción de conexiones horizontales entre las áreas de conocimiento y materias, con la comunidad y con el mundo en general? Creo que nos será bueno hacer hincapié en qué queremos evaluar y no en qué queremos calificar. Tendremos que evaluar de manera formativa, y, como bien dice Neus Sanmartí, esto implica tres cosas: 1. saber qué hace el alumno, qué problemas tiene , entenderlos, – por qué los tiene; 2. qué falla en sus hábitos, razonamientos, habilidades, … – y tomar decisiones; y 3. qué puedo hacer para ayudarle a mejorar. La nota no es lo importante en ninguno de los casos. No es un tema que nos tenga que angustiar, hay otras prioridades, sobre todo en Educación Infantil y P-primaria. La prioridad será dar a los alumnos tareas, retos, proyectos que sean globales, abiertos y atractivos para ellos y también pautas de cómo organizar su día a día y las tareas que deben realizar.
La escuela debe transmitir tranquilidad y no añadir más angustia en los hogares. En la medida de lo que nos sea posible deberemos contribuir conscientemente a los propósitos que nos hemos planteado. Si hay alguna tarea que no se puede hacer, no pasa nada.
Atender las individualidades de cada niño será difícil, pero es obligación de los profesionales de la educación hacer todo lo posible.
LINKS:
- Escola Marià Fortuny
- Pla d’acció Centres educatius en Línia
- 7 principis de l’aprenentatge
- Entornos de aprendizaje en el s. XXI
- Neus Sanmartí
- Implica tres cosas