Tres cosas hacen a la persona discreta: letras, camino y experiencia. Miguel de Cervantes
¿Para qué sirve la educación? Decía una persona, de cuyo nombre no quiero acordarme, que la educación debería tener tres finalidades: desarrollar las cualidades personales, potenciar las habilidades específicas y fomentar la versatilidad para aprender.
Neurociencia y aprendizaje
Un cerebro adulto contiene unos 86.000 millones de neuronas, cada una de las cuales conecta con otras miles, lo que supone unas 100.000.000.000 conexiones sinápticas; con un peso de 1.400-1.500 gramos y un consumo de glucosa y oxígeno del 20-25%, el cerebro humano sigue siendo uno de los grandes misterios sin resolver. Nuestro cerebro es único, plástico y social. Como afirma Begoña Ibarrola (2013, p. 64), “el cerebro está continuamente aprendiendo cosas, por lo tanto, está constantemente recableándose”.
Múltiples investigaciones han concluido que cuando el alumnado tiene un rol protagonista, activo y experiencial, el aprendizaje es más significativo, contextualizado, transferible y duradero. Existen propuestas como el aprendizaje basado en proyectos, gamificación, mindfulness, y muchas más. Y todo ello hay que contextualizarlo e hibridalizarlo (figura 1) dentro de la irrupción acelerada y globalizada de las tecnologías de la información, el aprendizaje y el conocimiento, e-learning, robótica, inteligencia artificial… que están transformando nuestra manera de vivir, de aprender, de educar y de ser. Héctor Ruiz (2020) afirma que: “Si algo nos ha enseñado la investigación educativa es que no hay ninguna receta infalible. Ningún método educativo es efectivo siempre, ni para todos los estudiantes, ni para todos los propósitos, ni para todos los contextos” (p. 11).
Las 4 ces del futuro
Harari (2018) hace alusión a las 4 ces que muchos pedagogos consideran claves necesarias para enseñar y experimentar en nuestras escuelas:
1ª C de Creatividad. Neurocientíficamente, la creatividad se ubica en el hemisferio derecho, que tiene más conexiones intra e interhemisféricas y con más vínculos con la amígdala y regiones subcorticales, aunque el estado cerebral creativo responde a una red de conexiones muy amplia en la que participa todo el cerebro en su conjunto (Goleman, 2016).
2ª C de Colaboración. Nuestro cerebro es eminentemente social. Aprendemos con el ejemplo, con la imitación, con la observación, con las neuronas espejo presentes en los lóbulos frontales y parietales (Rizzolatti y Sinigaglia, 2006).
3ª C de Comunicación. Comunicar es ganar y es, por supuesto, una parte formativa primordial en todo docente que debe facilitar y estimular en su alumnado. Ya no solo el qué sino también el cómo, y ¿cuáles son los secretos de la comunicación? (figura 2).
4ª C de Pensamiento Crítico. La sociedad hiperactiva, instantánea, inmediata, gaseosa, del cansancio… en la que estamos inmiscuidos en la actualidad, requiere de un arte fundamental para pensar, decidir y actuar de manera crítica, reflexiva y metacognitiva. “Saber llevar la contraria […] hasta en la educación es útil: el estudiante que contradice al maestro consigue que este sea más preciso, fundado y profundo. Una moderada oposición da lugar a una cumplida enseñanza” (Gracián, 2015, p. 156).
A modo de conclusión ¡Sé memorable!
En el maravilloso artículo titulado «Hacia una aproximación de las características del buen docente», el doctor Mauro Sánchez (2020) destaca las creencias y los conocimientos; las competencias pedagógicas; las competencias socioemocionales y el bienestar emocional; y el liderazgo transformacional. Y el epicentro y la piedra angular de todo este proceso es, incuestionablemente, el alumnado. Por lo que debemos crear, como Jesús Guillén titula su post, sinergias para la mejora educativa. Por todo ello y mucho más, ser profe es y debería ser una profesión de élite porque, si la educación encierra un tesoro, indefectiblemente, los profes y las profes, como afirma el doctor Mora, “somos la joya de la corona”.
Referencias bibliográficas
Ardoy, D.N., Collado, J. Á. y Pellicer, I. (2020). Modelos Pedagógicos en Educación Física. Publicación independiente.
Goleman, D. (2016). El cerebro y la inteligencia emocional: nuevos descubrimientos. Barcelona: B de Bolsillo.
Gracián, B. (2015). El arte de la prudencia. Barcelona: Temas de Hoy.
Harari, Y.N. (2018). 21 lessons for the 21 century. London: Penguin Random House.
Ibarrola, B. (2013). Aprendizaje emocionante: neurociencia para el aula. Madrid: Ediciones SM.
Rizzolatti, G. y Sinigaglia, C. (2006). Las neuronas espejo: los mecanismos de la empatía emocional. Barcelona: Paidós Ibérica.
Ruiz, H. (2020). ¿Cómo aprendemos? Una aproximación científica al aprendizaje y la enseñanza. Barcelona: Graó.
Sánchez, M. (2020). Hacia una aproximación de las características del buen docente. Dirección y Liderazgo Educativo, nº 7. Recuperado de https://www.dyle.es/hacia-una-aproximacion-de-las-caracteristicas-del-buen-docente/