¿Dónde ha quedado lo natural del aprendizaje en un sistema que mide, evalúa, contabiliza, vigila, reprime, obliga y conecta virtualmente todo un contenido a través de unas materias y bajo el paraguas de un currículum?
¿Qué papel cumple, realmente, un aula y su profesor entre cuatro paredes, una pantalla interactiva y multitud de material prefabricado y fungible, en relación con el vínculo con nuestro planeta y la interacción que tenemos con él?
“No hay un planeta B, no hay un planeta bla, bla, bla”. Greta Thunberg.
Hoy, la neurociencia y otras disciplinas científicas nos dan una clara respuesta de cómo aprende el cerebro y de cómo no hay nada más natural que el aprendizaje a través del juego. Es más, nada caracteriza más a los seres humanos en relación con otros animales, que su capacidad para aprender y transmitir ese aprendizaje. La pregunta, otra más para llevarte a la reflexión, sería ¿el qué, el para qué y el cómo aprender?
“…nos encontramos a las puertas de una nueva cultura, de una cultura basada en el cerebro”. Francisco Mora.
No hay mejor forma de reflexionar que generar preguntas. Las planteadas, sin ánimo de buscar el conflicto, sea con la evaluación, las notas o la tecnología, solo pretenden poner sobre la mirada del lector o de la lectora, sobre un cuestionamiento que tiene que ver con la educación. Y es que, sin querer estamos, queramos o no, involucrados en un cambio de paradigma en la educación y en éste cobra, cada vez más importancia, procesos naturales de aprendizaje y ambientes naturales como contextos para el mismo.
“El juego es la actividad por excelencia a través de la cual aprenden los niños, movidos por el asombro (…) en el que los niños pueden dar rienda suelta a su curiosidad. En definitiva, aprender desde dentro hacia afuera”. Catherine L´Ecuyer.
Seguramente recuerdes que, hace tan solo unos meses, pudimos ver en todos los medios de comunicación cómo políticos de grandes y pequeños países, así como activistas de uno y otro lado del mundo, aunaban sus voces con demandas, exigencias, promesas y compromisos con los que lograr un cambio de rumbo en la lucha contra el cambio climático. Hemos podido ser partícipes de la ilusión y esperanza, así como de la frustración y decepción, en base a la interpretación que cada persona hacía de los objetivos alcanzados por parte de la denominada cumbre COP26 [1] —Y ahora viene el déjá vu—. Y es que, sin querer estamos, queramos o no, involucrados en un cambio de paradigma social donde el medio ambiente y la naturaleza, cada vez cobra mayor importancia.
“Si tuviese que elegir una palabra para definir el momento social elegiría CAMBIO. (…) La escuela que quiero con ojos de sociedad es una escuela que prepare para el CAMBIO”. Mar Romera.
Sea como fuere, todas estas cuestiones que planteo, así como estos cambios de paradigma social y educativo, entre otros, pensemos en la importancia de una educación natural donde el aprendizaje se desarrolle teniendo en cuenta la naturaleza.
Desde la época industrial arrastramos un enfoque educativo, social, político y de cualquier otra índole, que nos ha ido separando, poco a poco, de nuestra naturaleza como seres vivos, de nuestro vínculo con lo natural y con la naturaleza misma. Nos hemos sumergido en un órdago de experiencias nada naturales, que influyen en nosotros y que hacen que vivamos y aprendamos en el paraguas de una sociedad donde el silencio, la quietud y la oscuridad son las pérdidas más notables de nuestra condición como seres vivos.
“Si seguimos por esta senda de desinterés y desconexión de la naturaleza, en un momento de creciente pérdida de la biodiversidad y calentamiento global catastrófico, las consecuencias de nuestro analfabetismo ecológico serán aún más peligrosas”. Lucy Jones.
Ahora, y tras la aparición de un virus que nos dejó en “jaque” haciéndonos reflexionar en torno a lo insignificantes que somos para la naturaleza y lo tanto que la necesitamos, tenemos la oportunidad de redirigir, apoyados por las últimas investigaciones científicas, nuestro rumbo ante el cambio de paradigma educativo y social que se está gestando. Y para ello necesitamos revalorizar lo realmente importante en la educación, que no son los conocimientos aislados y segmentados, sino su integración en un contexto natural. Necesitamos valorar y extender la importancia de las materias olvidadas, la Educación Física, la Música y las Artes, al mismo nivel que las Ciencias, las Matemáticas o las Lenguas. Necesitamos que el aula rompa con las barreras, los muros y las paredes, formando parte indispensable del conocimiento, el exterior, la calle, el barrio, las familias y, especialmente, la naturaleza.
“La escuela está cambiando, y nosotros, maestros, debemos invitar a las familias a formar parte de ese cambio y enseñarles qué es lo que hacemos diferente”. Francesc Vicent Nogales Sancho.
Y sí, también tiene que estar presente la tecnología en apoyo a la naturaleza. Porque no consiste en una lucha “tecnología vs naturaleza”, sino en la búsqueda de un equilibrio donde una se apoye en la otra, pero siempre teniendo en cuenta las verdaderas necesidades de los niños y niñas en función de su desarrollo neurobiológico.
Necesitamos que, en el aprendizaje, prime la exposición a la luz solar, la manipulación y la experimentación, especialmente en la etapa primaria para, posteriormente y una vez las conexiones neuronales estén completas para enfrentarse a ello, se incorpore el uso responsable de la tecnología como apoyo para una vida más segura frente a su uso, que no abuso. Necesitamos reforzar, en primer lugar, la construcción de una identidad firme, de un “yo” biológico y natural, para después configurar un “yo” virtual, consciente y controlado.
“Hemos creado un entorno para el que no estamos preparados, y hemos comenzado a sufrir las consecuencias. No solo nosotros, sino también todo nuestro medio ambiente”. Guillermo Cánovas.
Por ello… ¿y si exigimos una educación natural cuyo aprendizaje se realice teniendo presente la naturaleza?
Bibliografía
• Catherine L ́Ecuyer. (2014). Educar en el asombro. Barcelona: Plataforma actual, pp. 75-79
• Francesc Vicent Nogales Sancho (2020). Escuela y familia: Misión Imposible. Madrid: Ediciones Khaf, pp. 14
• Francisco Mora (2013). Neuroeducación. Solo se puede aprender aquello que se ama. Madrid: Alianza, pp. 19
• Guillermo Cánovas (2015). Cariño he conectado a los niños. Bilbao: Ediciones Mensajero, pp. 230-231
• Greta Thunberg (2021) Entrevista para el programa “Salvados” de La Sexta. Recuperado de: https://www.lasexta.com/temas/salvados_greta-1
• Lucy Jones (2021). Perdiendo el Edén. Por qué necesitamos estar en contacto con la naturaleza. Barcelona: Gatopardo Ediciones, pp. 72
• Mar Romera (2019). La escuela que quiero. Barcelona: Destino, pp. 95-97.
Notas al pie
[1] COP, son las siglas pertenecientes a “conferencia de las partes” de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, también conocida como Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.