Un grupo de estudiantes de la Universidad Autónoma de Barcelona, descontentas e indignadas con la gestión que el rectorado está haciendo de los casos de abusos, ha decidido crear una dirección de correo electrónico para recibir denuncias. El correo, según las alumnas, sirve para atender dudas, preguntas o compartir lo que las afectadas o los testigos de los hechos quieran explicar. Y, al mismo tiempo, «actúa como red de apoyo a las víctimas».
Según Rita (nombre ficticio para preservar su identidad), una de las miembros que gestiona la dirección de correo metoouab2023@gmail.com, “en menos de cinco meses nos han llegado 25 nombres de profesores acosadores, que es un número muy, muy alto”. Explica que reciben quejas de todo tipo: desde aquellas que hacen referencia a acoso sexual (comentarios personales, en referencia al físico, invitaciones fuera del horario de trabajo, insinuaciones, etc.) hasta comportamientos relacionados con el abuso laboral, como pedir realizar tareas que, en realidad, corresponden al director de tesis, amenazas con la rescisión del contrato si no se realiza algún tipo de trabajo que no corresponde, vejaciones, gritos e, incluso, en algún caso, insultos.
“Vimos –explica Rita– que las víctimas nos escribían en Twitter, y, para gestionar estas denuncias de una forma más ordenada y eficiente, decidimos crear el correo entre estudiantes de grado, doctorandas y gente que ya ha terminado el su período en la universidad”. Actúan como “red de apoyo de las víctimas” y, muchas veces, “conectando afectadas por el mismo profesor”. Las ayudan a saber cómo actuar, a hablar si lo necesitan y a ser conscientes de que, «si en algún momento lo necesitan, las acompañaremos en el proceso».
Como ejemplos, y previo consentimiento, y bajo el compromiso de mantener su anonimato, recogemos aquí algunos testimonios de víctimas que han escrito en el correo metoouab2023@gmail.com:
- “Coge números de teléfono del expediente académico y envía whatsapps a alumnas (todas mujeres). Se excusa diciendo que es por casos de emergencia o por cuestiones relacionadas con su trabajo fuera de la universidad».
- «Hemos presenciado muchas situaciones: trato déspota con sus trabajadores, en especial con sus doctorandas y sus secretarias. Tenías que tener disponibilidad absoluta, de lunes a domingo, 24 h al día. Hace ir a reuniones fuera de jornada, hacerle realizar trabajos personales no relacionados con el trabajo, trabajar incluso de baja».
- «Denunciamos relaciones sexoafectivas con diferentes alumnas del máster, pidiendo silencio desde el victimismo utilizando su rol como profesor».
- «A veces se mezclan los abusos de poder con el acoso sexual: abuso de poder, maltrato laboral, y acababa envuelto siempre con sus becarias pre/postdoctorales».
- «Hemos visto casos de acoso sexual durante años a diferentes chicas que han pasado por el grupo. Aprovechaba las salidas fuera».
Tanto Rita como las compañeras con las que gestiona el correo explican que estos testimonios son «los más representativos» y que «muchas veces las acciones se repiten, lo que evidencia muy bien el patrón de las universidades». En todo momento, las víctimas piden anonimato ya que, como señala Rita, todas se ven amenazadas por el mismo factor: el miedo.
«Hay miedo a ser identificadas por su agresor y que les haga la vida imposible, sobre todo en estos casos de las doctorandas, porque dependen absolutamente de su director de tesis», comenta Rita. «Si su director de tesis las abandona, que con el caso del profesor Ángel Gallego ha pasado, se quedan sin trabajo», prosigue.
La administradora del correo aclara que es uno de los motivos por los que muchas chicas no denuncian: “Ha habido muchas que me han dicho que cuando acaben la tesis o estén más tranquilas quizás sí denunciarían, pero durante la tesis ni se lo plantean por todo lo que supone”. Este hecho, que la administradora del correo califica de “muy grave”, evidencia una vez más un sistema feudal y jerárquico, en el que “si hoy criticas a un señor que es el top del top, tendrá consecuencias en tu futuro académico, seguro”.
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Doctorandas y vulnerables
Todas las quejas que han recibido son de chicas. «Sobre todo nos han llegado –informa Rita– casos de doctorandas y casi todas nos cuentan casos de acoso y abuso de poder por parte del profesor que era su director de tesis». Atribuye este hecho a la situación de “extrema vulnerabilidad” que viven los doctorandos en el sistema universitario. «Al final, se crea una situación de mucha jerarquía en la que, si el director de tesis las abandona, se quedan sin trabajo».
Desgraciadamente, es habitual que lleguen denuncias de este tipo al correo: «La dirección deficiente de la tesis (falta de reuniones y de correcciones y no ayudar ni hacer caso), negligencias morales e irregularidades en el transcurso de la tesis y abusos de poder que atentan contra la carrera investigadora de una principiante. Acoso sexual a estudiantes de grado y de doctorado. Lleva a cabo un patrón que se repite desde hace unos siete años. Cinco doctorandos que trabajaban con un mismo profesor han dejado la tesis y tres doctorandas han cambiado de director para poder continuar su investigación».
El grupo de alumnas se coordinan con los sindicatos y diferentes organizaciones de la UAB para ayudar a las víctimas a denunciar, pero, reconocen, la mayoría de los casos no se denuncian. “Principalmente –dicen– hacemos de buzón y acompañamos a las víctimas porque la institución no lo hace”. Añaden que, por mucho que de puertas afuera la universidad insista en que sí ha protegido a las víctimas, «no ha habido medidas cautelares, atención psicológica ni asesoramiento legal». Además, explican que aquellas compañeras que habían denunciado «han estado enviando e-mails para conocer el estado de sus procedimientos y han sido ignoradas, en el más de un año que ha durado la investigación».
«Han sido sólo tres veces en las que la universidad ha informado un poco del estado del proceso: cuando les hemos dado un ultimátum porque si no iríamos a la prensa». Manifiestan que el resto del tiempo han ignorado completamente a las afectadas y, mientras tanto, ellas se han encontrado en la facultad con su agresor, que es muy grave.
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Rabia e impotencia
Un sentimiento compartido de las víctimas es la rabia, «sobre todo a raíz de todos los casos que se han hecho públicos», dice Rita. «Se dan cuenta de que denunciar no es fácil, que esto es algo que sabemos todas, pero cuando ven que con un caso parecido a su lado la respuesta institucional siempre es la de intentar minimizarlo todo, ahora también hay rabia».
El grupo que gestiona metoouab2023@gmail.com es muy crítico con la UAB: “Además de tener un protocolo lento y poco efectivo, la Universidad normalmente está más preocupada que el agresor –que suele ser una persona con buena posición académica que aporta mucho dinero a la institución- no les denuncie que no de proteger a la víctima” Rita reconoce que “es muy grave decir esto, pero es la verdad: buscan quedar bien, tapar el escándalo y bastante”. Y nos muestra diferentes capturas de pantalla de correos de víctimas en el rectorado para conocer sus casos y que no obtienen respuesta -una respuesta que muchas veces es era el mismo comunicado que se había difundido por todas partes- hasta que “se les avisa que sino irán a explicarlo a los medios”. «Han intentado tapar el escándalo hasta que se ha vuelto mediático y eso demuestra que no les importan las víctimas», prosigue.
Como portavoz de las víctimas, Rita insiste en que «no hay medidas preventivas ni tampoco reparadoras». Pone el ejemplo de las víctimas de Ángel Gallego: «Les prometieron unas medidas reparadoras y nunca han llegado». Asimismo, manifiesta que es necesario «crear una red por parte de todas las entidades de la universidad que facilite a las víctimas el trance de denunciar porque, por ahora, se encuentran solas».
En marzo –y al grito de «profesor agresor, rectorado encubridor» y detrás de una pancarta con el lema «Contra toda agresión, lucha y organización»– cientos de estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Barcelona se manifestaban contra la gestión del Rectorado en los casos de acoso sexual descubiertos hacía pocos días.
La versión de la universidad
Esther Zapater, secretaría general y responsable política de las políticas de igualdad e inclusión de la UAB, asegura que, desde su equipo rectoral, aplican desde hace tiempo una “política de tolerancia cero que ayuda a crear una red de prevención y conciencia y, en consecuencia, los casos han empezado a aflorar”. Manifiesta también que la creación de redes de prevención y la voluntad política está ahí en su equipo rectoral y que «hemos sido la primera Universidad que ha actuado de manera contundente y por eso el eco mediático ha estado centrado en nosotros». Por eso desde la Autónoma hacen una valoración positiva, aunque están «iniciando una nueva etapa, que significa que hay muchas cosas que hacer y se va aprendiendo de las circunstancias».
La falta de confianza en el protocolo –se excusa Zapater– puede deberse a una falta de conocimiento del mismo por parte de la comunidad, ya que “en él hay previstas tanto medidas de prevención y sensibilización como de reparación y sanción”. Asimismo, reconoce que el protocolo está “enmarcado dentro de todo el contexto legislativo que excede las competencias de la universidad y nos obliga a que tengamos que tratar los casos de determinada manera y siguiendo unos tempos, lo que hace que posiblemente las víctimas tengan una percepción de que son procesos lentos y garantistas”.
Zapater recuerda que el protocolo tiene naturaleza de expediente informativo y no disciplinario, por tanto, cree que está, generalmente, “malentendido”. Y menciona que se han aplicado medidas cautelares cuando ha sido necesario, pero «no todo lo que ha sucedido es lo que ha trascendido, por no afectar al procedimiento judicial».
La Universidad Autónoma de Barcelona añadió unas mejoras a su protocolo en diciembre de 2022 que, según un comunicado emitido por la propia institución, «agilizan el proceso para aplicarlo cambiando el procedimiento para iniciar las actuaciones». También se modificó la composición de la comisión técnica asesora y se actualizaron y añadieron conceptos como las definiciones de acoso o en los ámbitos de violencia machista, entre otras medidas.
En los dos últimos años (2021-2022), la Universidad Autónoma de Barcelona ha sancionado a cuatro profesores por comportamientos probados de acoso sexual hacia mujeres de la comunidad universitaria, o por discriminación por razón de sexo. Las denuncias se han vehiculado a través del Observatorio para la Igualdad de la UAB, que ha recibido ocho solicitudes de activación del Protocolo que la universidad aprobó en 2016 para prevenir y actuar contra el acoso sexual, el acoso por razón de sexo, la orientación sexual, la identidad o expresión de género y la violencia machista.
Los últimos casos son los de un catedrático de Física que ha estado aparta por acoso sexual a una doctoranda de la UAB y está a la espera de que se haga firme una sentencia de un año y medio de prisión. También han trascendido el caso de un profesor de Lengua inhabilitado durante 14 meses por acoso laboral y abuso de poder, y el de un profesor de Veteninaria acusado de acoso y vejaciones. Hasta ahora se han denunciado seis casos de abuso de poder en la misma institución. La vía de la denuncia es el final del embudo y muchos de los abusos que se dan no se llegan a denunciar.