En el creciente proceso, muchos dicen que imparable, de privatización en la sociedad neoliberal tecnofeudal (Varoufakis, 2024) hacia la que caminamos, se está generalizando la apuesta por un individualismo feroz que pone en riesgo a la comunidad humana. Se da de forma global y en todos los ámbitos de la organización de la sociedad. Ese proceso lo estamos viviendo también con la escuela pública y el derecho a la educación. Parece no tener límites. Los poderosos del ámbito empresarial tecnológico, en cuyas manos estamos, están dispuestos a no dejar escapar la oportunidad de aprovechar el nicho de negocio que es para ellos la educación, cada vez más rentable. Los poderes neoconservadores quieren privatizarlo todo para ponerlo más decididamente al servicio de sus intereses, de obtener beneficio y convertir nuestros derechos en mercancía que se compra y se vende.
El filósofo francés Éric Sadin dice que hoy se está dando “la mercantilización integral de la vida” en esta sociedad tecnoliberal que abarca todos los campos de la misma y constituye “un hecho civilizacional total”. La educación ocupa un lugar central en esa mercantilización. No solo porque se privatizan sus estructuras materiales sino también porque implica la privatización progresiva de las vidas de todas las personas que la habitan. Se da dentro de la educación en el ámbito de la institución escolar pública y fuera de ella, en lo material y en lo inmaterial.
La planificada desviación de recursos públicos
En lo material, se está llegando a unos límites insoportables. Los rasgos de esa privatización se centran en la desviación planificada de todos los recursos públicos de un Estado, secuestrado por los intereses de los poderosos y de la clase dominante, a la iniciativa privada. Entre las estrategias privatizadoras que utilizan las políticas públicas educativas conservadoras están, entre otras muchas: el aumento constante de las subvenciones a las escuelas concertadas (ver Informe Educación 2023
-inversión y conciertos- del Consejo Escolar del Estado); el cierre de aulas en los centros de titularidad pública y la apertura constante de aulas en centros concertados; la jornada continuada y los horarios rígidos en la escuela pública al servicio de otros intereses diferentes a los del alumnado; las becas a las que tienen acceso las rentas más altas; la intromisión del negocio privado en la Formación Profesional como sector en expansión; la constante donación de suelo público a empresas privadas de enseñanza… De todos es conocida la penetración de la empresa privada (comedores, transporte escolar, recursos, libro de texto, evaluaciones, programaciones…) a través de la alianza público-privado, la gestión empresarial de la educación y de las grandes corporaciones digitales en el espacio de la escuela pública para su digitalización …
La batalla cultural para naturalizar políticas reaccionarias
También en el ámbito de lo inmaterial y de lo intangible se está dando una batalla cultural para naturalizar como buenas y positivas las políticas públicas más reaccionarias que avanzan en la mercantilización de la educación pública y en contra del derecho a la educación. Alguno de los elementos clave de manipulación ideológica, utilizados de forma habitual, se sostienen en la difusión y el contenido de muchas de las mentiras, medias verdades y bulos puestos en marcha desde hace tiempo para desprestigiar a la escuela de titularidad pública y a los tímidos intentos, que se están dando en muchas instituciones educativas, de poner en marcha otro modelo de educación crítica y emancipadora, más acorde con las exigencias de una sociedad en constante cambio como la que vivimos. Se acusa a la escuela pública de que fracasa porque en ella el nivel educativo y de exigencia baja de forma constante desde hace años; se culpa a las propuesta pedagógicas innovadoras de este fracaso; por ello, es necesario volver al pasado y a lo básico, poniendo en él el ideal perdido (retrotopía, dice Bauman) de una educación ilustrada y académicamente valiosa, actualmente abandonada: es la propuesta de privatización de las formas y medios de acceso al conocimiento y los saberes al servicio de los ilustrados de siempre … Otras mentiras van dirigidas directamente al desprestigio de la educación de titularidad pública cuando se afirma que la escuela concertada es más barata, más eficiente, que su alumnado tiene mejores resultados académicos, que es más exigente, que es más innovadora, que es donde se cultiva la cultura del esfuerzo y se prepara para el éxito y el mérito de unos pocos.
La promoción de valores egoístas, una escuela pública asfixiada, una política progresista errática y una contestación social debilitada
Esa “mercantilización integral de la vida” también se da con la extensión imparable del sistema de valores del capitalismo renovado. El control de nuestra subjetividad y conciencia para convertirnos en robots humanos al servicio de las tecnologías de vigilancia y sometimiento, haciéndonos creer que tenemos el timón de nuestras vidas para rendir más y mejor. La privatización se asienta en nuestro interior cuando sostenemos valores egoístas, competitivos e individualistas… por los que el sistema nos ha hecho carne de su carne y ha transformado nuestra subjetividad para hacer nuestros sus valores, contrarios a cualquier proceso de humanización y de educación emancipadora. Ese sistema de valores, mayoritario y muy presente en las instituciones educativas, sigue siendo un instrumento poderoso de sumisión y servidumbre.
Uno de los grandes problemas que tenemos es que nadie, con el poder de hacerlo, se ha atrevido a detener este proceso.
La privatización de la educación pública en nuestro país es una “excepcionalidad permanente”, al lado de los países de nuestro entorno. Desde la transición hasta hoy, y con la promesa de la subsidiaridad de la escuela concertada, la privatización de la educación ha sido una realidad creciente, acentuada en los últimos años, para llevar a la escuela de titularidad pública al papel de “recogedor” de lo que no quiere la escuela privada porque no es carne de negocio.
Uno de los grandes problemas que tenemos es que nadie, con el poder de hacerlo, se ha atrevido a detener este proceso. Podrían haberlo hecho las políticas educativas de gobiernos progresistas. Pero han sido erráticas y huidizas a la hora de afrontar este asunto, que ha convertido a la escuela de titularidad pública en subsidiaria de la escuela privada. Las posiciones conservadoras, aceptadas en muchos aspectos por la izquierda en la administración del Estado, están llevando hasta el límite la privatización poniendo en riesgo la existencia de la escuela pública como única garante del derecho a la educación y la dignidad humana. También las comunidades educativas no oponen la resistencia necesaria y el movimiento social de defensa de la escuela pública está muy debilitado.
La intromisión de la iglesia católica en el espacio de la escuela pública laica
Un aspecto que no podemos olvidar es la privatización que produce la sumisión a la Iglesia católica. Es un ingrediente más de las políticas educativas públicas conservadoras concediendo conciertos para ayudarles a sostener el adoctrinamiento de sus planteamientos ideológicos. Con los conciertos se les ha concedido su intromisión en el espacio público dejando y apoyando que se difundan sus creencias en el espacio de la que debiera ser la escuela pública laica. Inconcebible y aberrante. ¿Quién pondrá límite a estos intereses privados y privatizadores de una Iglesia a la que se privilegia sin ninguna razón, también por parte de la izquierda? ¿A qué se tiene tanto miedo?
En el mercado de la atención nos han secuestrado la interioridad humana y la capacidad de pensar para hacernos superficiales. Saltando de un lugar a otro a toda velocidad nos privan (privatizan) nuestra capacidad de prestar atención a los demás, a los problemas y las realidades de la sociedad actual. Entonces nuestras vidas no nos pertenecerán porque están dedicadas a la servidumbre voluntaria y placentera en que se centrará nuestro quehacer cotidiano prestando toda la atención a los que la manejan y han puesto a su servicio desde la banalidad de nuestro vivir sin sentido. Se nos ha privado de conocer la realidad por nosotros mismos porque vivimos en la realidad construida por el capitalismo de las tecnológicas que están virtualizando nuestras vidas para situarlas en esa realidad creada. Ya no sabemos qué es real y qué no.
Podemos ponerle límites
Hoy la distopía privatizadora está disparada, aniquilando todo lo público, lo colectivo y lo común, y parece no tener límites. Sin embargo, no podemos caer en ese pesimismo apocalíptico que nos quieren transmitir los defensores de una enseñanza secuestrada y reducida a mercancía. No hay duda de que se le puede poner límites entre todos los que queremos otra sociedad humanizada y emancipada, porque sabemos que podemos, muchos ya lo están haciendo, “crear realidades capaces de articular utopías que no sean perfectas ni totalitarias, sino más bien impuras y complementarias” (Ignasi Gozalo, 2023, 109).
En una sociedad que quiere mercantilizar nuestras vidas, la institución escolar y la educación pueden ser espacios y tiempos de la desobediencia cívica y de la rebelión organizada proponiendo y practicando la disidencia haciendo posibles realidades educativas emancipadoras.
Todavía quedan pequeñas islas en crecimiento donde lo colectivo, lo común y lo público sigue resistiendo.
Se sigue ampliando el océano de privatización y mercantilización en el que todavía quedan pequeñas islas en crecimiento donde lo colectivo, lo común y lo público sigue resistiendo con la perspectiva de que es posible todavía caminar en esa dirección. Se trata de colaborar en la construcción, desde la educación y sus instituciones, de una sociedad donde los derechos humanos, la dignidad humana y la democracia participativa sean posibles.
Sabemos que es un imperativo ético y político enfrentarnos colectivamente y poner límites a esta situación de privatización integral de nuestras vidas haciendo disidencia desde nosotros mismos para afrontar este desafío. Por ello nos parece que sigue siendo prioritario que todos los colectivos, centros educativos y personas que formamos parte del movimiento social por la transformación de la educación y por la escuela pública que queremos, busquemos juntos y encontremos los caminos que hagan posible la eliminación y desvinculación radical de las políticas privatizadoras y mercantilistas. También es necesario un compromiso personal y colectivo en las instituciones educativas públicas y sus comunidades educativas para poner en el primer plano el valor de la escuela pública, de su necesaria e ineludible eficacia en hacer efectivo el derecho a la educación y la calidad de su quehacer educativo. Es el mejor límite a tanta barbarie impuesta.
Una de las respuestas a la mercantilización sin límites puede que sea situarse en las “afueras”, “nuestra condición es la de las afueras”, nos dice José Mª Esquirol, para poder poner toda la atención de nuestro quehacer en poder desprivatizar la vida y generar una educación holística emancipadora desde las pedagogías desobedientes, la resistencia compartida, la educación como práctica de la libertad, la disidencia acordada en común, la transgresión, el compartir vida en la generosidad y el cuidado mutuo, en los conocimientos relevantes, saberes, alegrías y placeres que pongan barreras infranqueables a tanto poder impuesto, destructor de la educación liberadora y emancipadora que queremos en el espacio y el tiempo vivido en común en la escuela pública.