De las redes sociales a las IA generativas
A finales del siglo pasado, Internet prometía democratizar la información y fomentar un diálogo inclusivo, borrando las fronteras geográficas y temporales que limitaban el flujo del conocimiento y dando voz incluso a los más marginados. Sin embargo, veinticinco años después, afrontamos el desencanto del estado actual de las redes sociales. Las promesas de democratización de la información han derivado, en parte, en desinformación y manipulación, dando paso a un entorno a menudo polarizado, invadido por lenguaje tóxico, de odio, intolerancia y posverdad. En la actualidad, como analizan de manera exhaustiva Fisher (2024), Haidt (2024) y Gadwat (2024), asistimos perplejos al vertiginoso deterioro de la salud mental de los jóvenes, la franja de edad más vulnerable que vive de manera más intensa el escenario digital de los adictivos teléfonos inteligentes, las atractivas redes sociales y los omnipresentes estímulos distractores. La sobreprotección de los infantes y adolescentes en el mundo físico, presencial, combinada con su desprotección en el mundo online, virtual, pueden ser, en gran medida, los responsables de tal deterioro.1
En estas dos décadas, los docentes hemos asistidos, perplejos y confundidos ante el vértigo de unos procesos que invadían la vida de los aprendices, secuestrando su atención y condicionando su aprendizaje, sin recursos ni respuestas adecuadas a unos retos que desbordaban el currículum oficial y los modos habituales de enseñar y aprender en el entorno escolar. También la pedagogía ha vivido descolocada este fenómeno arrollador sin la requerida y sistemática investigación e innovación específica. Poco hemos sabido ofrecer desde la pedagogía, a las alucinaciones, miedos y ansiedades de aprendices y familias, porque el fenómeno digital nos ha inundado y desbordado, dejándonos sin respuestas adecuadas hasta que comenzamos a observar sus efectos nocivos en el desarrollo individual, en el bienestar social y en el deterioro de las instituciones democráticas.2
En estas estábamos cuando la inteligencia artificial generativa (IA) irrumpe poderosa a finales del 2022 ofreciendo sistemas de conversación natural, impulsando un salto cualitativo de extraordinaria magnitud, que sin duda modificará, en muy breve espacio de tiempo y de manera radical, las formas de vivir, sentir y pensar de los seres humanos, en general y los modos de entender la educación y su desarrollo institucional, de manera muy especial. Como apunta el filósofo Floridi, en su sugerente libro, La ética de las inteligencias artificiales (2024), quien no se encuentre perplejo ante la revolución digital de las IAs es que no ha captado aún la magnitud de la misma.
¿Cuál es el truco de magia detrás de ChatGPT y las demás IA generativas? Seguramente, imitar de manera tan eficaz y perfecta la conversación humana que provoca la ilusión de hacernos todopoderosos. Alucinados con su magia podemos ir delegando en ella nuestras apreciadas funciones lingüísticas y reflexivas, hasta, probablemente, vernos despojados de las mismas.
La calidad de sus producciones reside en la calidad y riqueza de sus dos componentes fundamentales, diferentes, pero estrechamente entrelazados. Por una parte, los algoritmos (los programas) que constituyen el esqueleto, las semillas de su proceder epistémico, su conocimiento operativo -saber cómo-, formal, procedimental. Por otra, las inmensas bases de datos con las que se entrenan, que constituyen su modelo de mundo, su conocimiento declarativo -saber qué-, que alimentan los patrones, esquemas y sistemas que van perfilando su peculiar cosmovisión.
La amenaza más inquietante de este prodigio artificial reside, a mi entender, en la posibilidad bien real de desbordar la capacidad de control del ser humano sobre su desarrollo y aplicación (Hinton, 2024). Sus extraordinarias potencialidades pueden utilizarse evidentemente para el bien y para el mal. Es este para mí un riesgo máximo, cuando su desarrollo y explotación actuales se encuentran en manos privadas, en poderosos y omnipresentes oligopolios, con ánimo de lucro, que amenazan no sólo la autonomía de los individuos y la soberanía de los estados nación, sino que retan la posibilidad y viabilidad de la gobernanza mundial realmente democrática, (Byung-Chul, 2022).
Condiciones y requisitos de las IAs educativas
Ante este panorama de asombro por sus potencialidades y vértigo por la inmensa amenaza de descontrol, desde la pedagogía, las Ciencias de la Educación, debemos asumir la responsabilidad de indagar y experimentar las posibilidades de utilización educativa de estas poderosas herramientas. Su presencia constante e incansable, su competencia científica y su actitud positiva para facilitar y apoyar el aprendizaje educativo las puede convertir en aliadas indispensables en toda la travesía escolar. Con este propósito, su formación y entrenamiento ha de apoyarse en tres pilares fundamentales complementarios: Una epistemología informada, crítica y humilde; una ética transparente, democrática y solidaria y una pedagogía socrática, plural, sensible y creativa.
- Una epistemología informada, crítica y humilde. La búsqueda incesante del ¿Qué? y del ¿Por qué?
Las herramientas de inteligencia artificial educativas deben ser diseñadas y entrenadas para promover el pensamiento crítico, incluyendo al menos los siguientes principios:
• Identificar y valorar la información adecuada para comprender los problemas relevantes.
• Situar los hechos y los textos en su contexto y su génesis.
• Reconocer el carácter sistémico de la realidad y comprender que el todo es más y distinto a la suma de las partes.
• Abordar la causalidad de forma plural, dinámica y circular, promoviendo la exploración más allá de las apariencias superficiales.
• Fomentar el diálogo, el contraste y la experimentación compartida, de modo que se superen las limitaciones del solipsismo, así como la desazón existencial de ejercer el pensamiento crítico solamente en soledad.
• Cultivar una actitud epistémica de humildad, que reconozca la naturaleza vulnerable, inacabada e impredecible del ser humano, y que rechace posturas de sectarismo, arrogancia y dogmatismo.
- Una ética transparente, democrática y solidaria. La búsqueda compartida del ¿Para qué?
Como destacan, Floridi (2024) y Cortina (2024) en sus obras recientes, los problemas éticos que plantea la utilización de estas poderosas herramientas superinteligentes constituyen, a la vez, el eje y talón de Aquiles de su posible utilización educativa. ¿Será posible incorporar en las IAs una ética universal que lleve la intersubjetividad entrañada en su seno?
La clave radica en alimentar su «funcionamiento autónomo» con principios que garanticen el respeto absoluto a los derechos humanos, así como un decálogo deontológico que podría inspirarse, por ejemplo, en las célebres leyes de Asimov dedicadas a la Robótica y su desarrollo adaptado a las exigencias educativas. Principios éticos que armonicen la complementariedad de la autonomía personal y la interdependencia solidaria, el territorio del YO-NOS, la reciprocidad equitativa, diferenciando e integrando los espacios de lo íntimo, lo privado y lo público.
Una ética compasiva y universal, que no acepta que los fines justifiquen los medios. Que concibe los medios pedagógicos como principios de procedimiento -según Stenhouse- o como ejes metodológicos que reflejan y encarnan los valores fundamentales de los objetivos educativos. Los valores traducidos en virtudes prácticas -según Aristóteles-.
En todo caso, y aún a dotadas con la búsqueda del bien y la verdad, inscrita en su código, así como en las bases de datos con las que se entrenan (ciencias, humanidades y artes…), las IAs educativas deben, por el momento, operar como entidades heterónomas, con autonomía funcional limitada, bajo la supervisión de los docentes quienes representan la última instancia de la autonomía humana y la responsabilidad en el ámbito educativo.
- Una pedagogía socrática, plural, sensible y creativa. La experimentación reflexiva y vivencial del ¿Cómo?
Una pedagogía verdaderamente educativa será, a mi entender, aquella que ayude al sujeto humano a rescatar la atención y el autocontrol consciente de los influjos que recibe en este contexto contemporáneo, con el propósito de lograr estimular en cada aprendiz, el desarrollo de una personalidad culta, sabia y solidaria.
Lejos de posturas dogmáticas, sectarias y excluyentes, que a menudo han permeado el ámbito pedagógico, considero imprescindible cultivar en las IAs educativas un sano escepticismo y un sutil sentido crítico.
En consecuencia, no propongo metodologías concretas y cerradas, sino ejes metodológicos abiertos, complementarios e inspiradores, sometidos a debate y experimentación. Ejes metodológicos que operan en el territorio del pensamiento probabilístico, porque entre el blanco y el negro, como posturas dicotómicas y en conflicto, es fácil encontrar un espectro de matices grises que resultan pedagógicamente enriquecedores. (Pérez Gómez, 2024). Entre estos ejes metodológicos me permito destacar los siguientes:
- Armonizar la atención personalizada con el fomento de la cooperación. Explorar el territorio del “Yo-Nos”.
- Estimular la experiencia activa y la contemplación reflexiva.
- Asumir la naturaleza holística e inclusiva de toda pedagogía educativa. Toda la persona y todas las personas.
- Buscar el equilibrio entre la duda y la afirmación/refutación experimental.
- Integrar la concentración, la especialización, con el desenfoque consciente y voluntario, reconstrucción de los automatismos.
- Compatibilizar el desarrollo de habilidades y disposiciones con la construcción de conceptos en la elaboración de modelos del mundo.
- Promover el equilibrio entre escenarios virtuales y presenciales en un proyecto integrado.
Las IAs educativas como, ayudantes, tutores socráticos
Estos principios y estrategias didácticas, potencialmente “educativas”, requieren un quehacer docente de naturaleza fundamentalmente tutorial y personalizado, para atender la diversidad, que excede con creces las posibilidades de tiempo de los docentes implicados. Alimentadas con el conocimiento disciplinar y pedagógico más actualizado y contrastado disponible, tanto teórico como aplicado, las IAs educativas podrían desempeñar un papel privilegiado como asistentes virtuales personalizados. Pueden ofrecer una tutoría virtual, siempre disponible, capaz de identificar los intereses y necesidades particulares del estudiante, así como monitorizar sus procesos de aprendizaje, fortalezas y debilidades, sin ánimo de juicio ni obsesión por la calificación, estimulando la curiosidad y el amor genuino por el aprendizaje.
Podrían calificarse de enfoques socráticos si su modalidad de tutoría se asemejara a los planteamientos pedagógicos de Sócrates, quien nunca se limitó a proporcionar información y respuestas. Estas herramientas deberían entrenarse para formular preguntas comprometidas y desafiantes, que faciliten al aprendiz la reconstrucción de sus conocimientos, habilidades, emociones, actitudes, creencias y modelos del mundo. Este proceso siempre debe llevarse a cabo bajo la supervisión del docente, quien tiene la responsabilidad de guiar, apoyar y rectificar posibles sesgos y alucinaciones, que, por ahora, son inevitables. Además, puede ayudar, no sustituir, al aprendiz, individualmente y en grupo, a generar textos, imágenes, música; promover debates; entablar conversaciones; formular preguntas; buscar información compleja y oculta; identificar la desinformación, las deepfakes, la manipulación y la propaganda; pr oponer proyectos cooperativos, evaluar procesos y resultados.
Por otra parte, las IAs educativas pueden actuar como asesores expertos virtuales, que ofrecen también a cada docente el apoyo necesario para el mejor desempeño de su complejo quehacer profesional. Pueden suponer una ayuda inmejorable para diseñar experiencias, lecciones y planes, monitorizar el progreso de cada estudiante, grupo o clase; devolver comentarios y feedback en tiempo real, proporcionar informes detallados de los procesos y resultados de los aprendizajes y proponer recursos, materiales y experiencias alter nativas de mejora. Informes, recursos y sugerencias que con el permiso de los implicados pueden compartirse al resto de los miembros de la comunidad educativa. Además, salvando la escandalosa brecha digital actual, las IAs educativas, así concebidas pueden contribuir a conseguir grados más elevados de igualdad, equidad e inclusión al actuar como tutores socráticos para cualquier estudiante con conexión a internet, en cualquier parte del mundo, en cualquier momento y sobre cualquier tema. No obstante, conviene recordar que la relación personal, presencial, es insustituible para el adecuado desarrollo de las habilidades sociales de los aprendices, y que, por tanto, los as virtuales han de ser siempre complementarios con los espacios presenciales de encuentro y las insustituibles interacciones con el docente.
Asumir el compromiso y tomar la iniciativa
¿A quién corresponde la inmensa y apasionante responsabilidad de concebir, crear y desarrollar estos asistentes socráticos virtuales, que integren con maestría las bases epistemológicas, éticas y pedagógicas que hemos delineado anteriormente?
Sin duda, esta misión debería figurar entre los compromisos más relevantes, urgentes y apasionantes de las Ciencias de la Educación en el siglo XXI, bajo la atenta supervisión de las autoridades democráticas. Todos los profesionales que trabajamos en el ámbito de la educación debemos tomar la iniciativa, asumir un compromiso proactivo y renovador que transforme estas herramientas en aliados del conocimiento y desarrollo humano, cultivando un diálogo enriquecedor y participativo que beneficie a todos los actores involucrados, evitando así los posibles efectos de su utilización perversa.
Para desarrollar este propósito, sería imprescindible considerar las IAs educativas no solo como herramientas innovadoras, sino como genuino patrimonio educativo de la humanidad; un legado público, compartido, multi e intercultural que se pone al servicio de todos los seres humanos, para enriquecer nuestras vidas y ampliar nuestros horizontes.
Referencias:
Byung-Chul, H. (2022). Infocracia: La digitalización y la crisis de la democracia. Taurus.
Cortina, A. (2024). ¿Ética o ideología de la inteligencia artificial?: El eclipse de la razón comunicativa en una sociedad tecnologizada. Paidós.
Fisher, M. (2024). Las redes del caos: La historia secreta de cómo las redes sociales empobrecen la mente y erosionan el mundo. Península.
Floridi, L. (2024). Ética de la inteligencia artificial. Herder
Gawdat, M. (2024). La inteligencia que asusta: El futuro de la inteligencia artificial y cómo podemos salvar nuestro mundo. Paidós.
Haidt, J. (2024). La generación ansiosa: Por qué las redes sociales están causando una epidemia de enfermedades mentales entre nuestros jóvenes. Deusto.Hinton, G. (2024). https://www.abc.es/xlsemanal/ciencia/geoffrey-hinton-inteligencia-artificial.html
Pérez Gómez, A. I. (2024). La revolución pedagógica de las IAs educativas. Márgenes, Revista de Educación de la Universidad de Málaga, 5(2), 220-235.
- Este texto es una síntesis del artículo publicado en la revista Márgenes, Revista de Educación de la Universidad de Málaga. Julio de 2024. 5(2), 220-235. Y traducido al portugués en la Revista Internacional de Formação de Professores Sao Paulo. Septiembre 2024. ↩︎
- Pueden consultarse, al respecto, las siguientes obras: Haidt, 2024; Cortina, 2024; Byung-Chul, 2022. ↩︎