«La educación no puede ser neutral. O bien está al servicio de la reproducción de una sociedad injusta, o bien al servicio de la transformación hacia una sociedad más justa.» P. Freire
Cuando miro a mi alrededor, escucho al profesorado, a las familias y a responsables educativos de distintos niveles, tengo la sensación de que algo no va bien, de que nos hace falta un tiempo, de ahí el título, que necesitamos parar para reajustar la brújula y recuperar el norte. Me hago muchas preguntas, seguramente las mismas que todas nos hacemos.
Repetir que vivimos tiempo inciertos, que nos enfrentamos a la urgente necesidad de reinventarnos a todos los niveles y hacerlo poniendo en el centro el bienestar de todas las personas, es una obviedad, ya lo sé.
Pero, también creo que necesitamos pararnos un momento para reflexionar y dialogar juntas sobre nuestras esperanzas y expectativas, sueños y aspiraciones sobre la educación que queremos.
Alguien dijo que “la sabiduría está en las preguntas”. Por eso hay que hacerse muchas con la esperanza de que todos los agentes sociales implicados en la educación busquen, encuentren y compartan las respuestas para contribuir a la creación de unos marcos mentales compartidos que posibiliten avanzar en la misma dirección y transformarla.
Algunas preguntas que pueden ayudarnos
¿En qué sociedad queremos vivir? Imagina, sueña y descríbela.
Ahora compara, ¿está esto alineado con nuestras rutinas escolares, con lo que hacemos en el día a día en los centros? Analiza si mantenemos y fortalecemos la sociedad la actual o estamos promoviendo la transformación para avanzar hacia una sociedad, más justa, solidaria y sostenible.
¿Qué podemos hacer? Transitar de las protestas a las propuestas, como se decía ya en el Foro de Porto Alegre hace un montón de años. Con los pies en la tierra, paso a paso, sin correr el riesgo de querer hacerlo todo y no hacer nada, como cuando cambiamos todo para, en el fondo, no cambiar nada.
Marina Garcés, dice que “la educación es el conjunto de actividades diversas que tienen que ver con aprender a /pensar juntos en cómo vivir y mejorar este mundo que tenemos”.
¿Qué procesos nos harán transitar con éxito entre el punto de partida y las metas que deseamos alcanzar, una vez definidas estas de manera colectiva?
Iniciar un proceso de cambio exige disponer de espacios y tiempos sosegados para la reflexión y el diálogo que nos permitan compartir paradigmas y creencias.
¿Cómo nos contamos qué es para nosotras la educación?
Yo pienso que educar es poner las condiciones necesarias para que todas las personas desarrollen las competencias y valores necesarios que les permitan llegar a ser hombres y mujeres que buscan su plena realización y se comprometen en la construcción de una sociedad más justa, solidaria y sostenible. Por ello, la educación es la puesta en práctica de los procesos, estrategias y recursos de todo tipo para construir la sociedad que deseamos. Dejando claro que la educación no se limita a la etapa escolar, sino que se produce a lo largo de toda la vida.
También se ha dicho que “no hay buenos vientos para la nave que no tiene rumbo. Pero, ¿quién decide el rumbo? Por eso, es necesario preguntarnos qué sociedad queremos. Si no tenemos clara la meta, todo lo demás sobra.
¿Cómo participa la sociedad en su conjunto en su definición? Aquí tendríamos que hablar de la escucha, el diálogo y el consenso que nos permitan hacer uso de la inteligencia colectiva y encontrar las metas compartidas que generen sinergias eficientes para lograrlas.
¿Ha de ser la sociedad civil, las comunidades educativas o se ha de dejar en manos de la clase política, las personas expertas, empresas, organismos internacionales diversos? (y no es lo mismo la Unesco que la OCDE)
Además de la meta, conviene tener claro el punto de partida para marcar la mejor ruta. Es necesario mirar con objetividad y analizar en profundidad nuestro centro y valorarlo en su justa medida. Ver sus puntos fuertes y débiles, detectar las áreas de mejora y proponer las actuaciones necesarias para optimizar todos los recursos y procesos necesarios para seguir mejorándola.
Paulo Freire decía que “tenemos que pasar de la cultura de la queja a la de transformación” y yo añadiría que esta transformación es una responsabilidad colectiva, puesto que solemos ver con mucha facilidad lo que deben hacer otras personas o instituciones y no lo que nos corresponde a cada una de nosotras. Sólo puedo exigir a otras que cumplan su parte, cuando yo cumplo con mimo la que me corresponde.
Los cambios necesarios se han de abordar a tres niveles y de modo simultáneo: macro, es decir, las políticas educativas y la dotación de todos los medios para llevarlas a cabo. Meso, por una parte, los proyectos educativos de los centros, el liderazgo, la organización y gestión de las rutinas escolares, todo ello fundamentado en el bienestar de la comunidad educativa. Por otra, la implicación de los ayuntamientos en la educación que complementa la escolar y afecta toda la ciudadanía. Por último, el nivel micro, que demanda la responsabilidad individual como persona educadora. El profesorado es un elemento clave y su profesionalidad y compromiso docente es fundamental, pero sin olvidar el importante papel de las familias y de todas las personas puesto que todas educamos con nuestro ejemplo a las demás.
Por eso, antes de reclamar su parte a los dos estamentos restantes, es importante que veamos si el nuestro va por delante y tenemos autoridad moral para hacerlo.
Solo a través del diálogo y la colaboración en los tres niveles, avanzando en la misma dirección, se puede lograr la mejora de la educación.
Puesta a soñar, esto es lo que me gustaría y espero que suceda.
- Que recuperemos el verdadero sentido de la educación aquí y ahora y se dé un compromiso colectivo, en los tres niveles antes citados, para hacerla realidad.
- Que se ponga en valor la función docente, al profesorado, que es un modelo y un agente educativo fundamental. Una profesión solo para las mejores personas de la especie, las más evolucionadas humanamente, porque nadie puede dar lo que no tiene y no se educa por lo que se dice sino por lo que se hace. Una sociedad inteligente debe dedicar a la enseñanza, sus mejores talentos y crear las mejores oportunidades para cada persona.
Además de seleccionar a quienes han de educar a los niños, niñas y jóvenes por sus competencias, personales, socioemocionales, profesionales y valores para ello, garantizarles una formación inicial y continua acorde con los retos que a los que se van a enfrentar en el ejercicio de la docencia y, sobre todo, compartir lo marcos mentales y el compromiso que supone ser docente en este momento. - Que el sistema educativo se fundamente en la inclusión, la equidad y el bienestar de toda la comunidad educativa, como fundamento del desarrollo humano. Para ello, que los proyectos educativos de los centros incluyan los planes de bienestar, inclusión, igualdad y convivencia positiva.
- Que se dote a los centros de los recursos de todo tipo necesarios para garantizar el derecho a la educación a todo el alumnado y que en los centros se gestionen con criterios de eficiencia y responsabilidad social
- Que los avances tecnológicos, actuales y futuros, formen parte de la educación y desarrollen las competencias y valores para su utilización al servicio del desarrollo humano, la justicia social y el bienestar colectivo.
- Que se garantice la oferta y la calidad de todos los centros públicos
Retos para la sociedad
- Que todas las personas sean conscientes, y actúen en consecuencia, de que son educadoras, que su ejemplo, sea para bien o para mal, educa siempre y en todo lugar.
- Que es urgente cambiar los paradigmas del éxito, el poder y la acumulación, que nos han traído aquí, a esta sociedad tan injusta y violenta, por el paradigma de la ética del cuidado, que pone a las personas y su bienestar en el centro de todo, sea la economía, educación, la salud, etc.
- Asumir la responsabilidad colectiva en la educación, sobre todo las familias, los agentes sociales, los ayuntamientos, etc.
- Crear espacios de encuentro para hablar de educación, campañas de sensibilización, dinámicas participativas, que a través de la inteligencia colectiva se vayan creando y se compartan los nuevos marcos mentales que le momento actual y el bienestar de las personas están demandando.
- Que se asuma el reto de gestionar y tomar las medidas oportunas para que la educación formal, no formal e informal, promuevan al unísono el objetivo de llegar a ser buenas personas, buenas ciudadanas y buenas profesionales y desarrollar las competencias y valores que lo faciliten y promuevan.