Con 40 años de experiencia en la educación infantil a sus espaldas, Pepa Alcrudo tiene alguna idea de qué se cuece en el sector. Empezó en las primeras infantiles del Ayuntamiento de Barcelona, cuando había que crear “un modelo nuevo de la educación de los más pequeños, que ni existía por aquel entonces”, ha pasado por la Comunidad de Madrid y se ha dedicado a la formación de educadores y maestros y desde 1987 pertenece al Colectivo Infancia. Alcrudo defiende una etapa infantil educativa, no asistencial, y alerta de que “la situación en el 0-3 es lamentable”.
Salvando que generalizar a veces es injusto con algunos, ¿cómo está la educación infantil?
Las situaciones son bastante heterogéneas. La educación infantil nunca se ha consolidado como una etapa educativa plena. Hay una situación de diferente trato en el primer ciclo del segundo. En el segundo, el 3-6, al estar incluido en los colegios, se ha hecho como una especie de primarización del ciclo, con contenidos escolares, instructivos, los currículos, la presión, el inglés, etc. Esto ocurre especialmente en la Comunidad de Madrid. Pero en el 0-3 la situación ha sido lamentable, se ha degradado a un carácter asistencial, como máximo de cuidados, pero en el sentido epidérmico. No se valora en el sentido de ciudadanía de pleno derecho. Las escuelas infantiles se han considerado un apéndice de otros aspectos como la conciliación en el término familiar, en el económico como las más baratas, en el término social, despreciadas.
Ha sido una bajada de objetivos desde que la LOE consideró que el 0-3 era competencia exclusiva de las comunidades autónomas. A partir de ahí, cada comunidad, dependiendo de sus necesidades y objetivos o formas de entender la educación, montaron sus propios centros, lo más baratos posibles, externalizando extraordinariamente e incluso organizando subastas.
Pero se percibe cierto cambio…
Ahora se está volviendo a tener un cierto interés, sobre todo a partir de familias jóvenes con hijos que, a partir de sus propios conocimientos, buscan alternativas a la enseñanza más tradicional a partir de la innovación. Escuelas verdes, escuelas bosques, escuelas de proyectos, etc. son cosas que se habían trabajado en épocas anteriores, en los 80, en la etapa de la renovación pedagógica. Por ahí puede estar el camino. La educación se ha vuelto mediocre, muy poco afectuosa, no tiene una mirada positiva de los niños. Cuando llegas a los 4-5 aún se hace algo, pero en Primaria desaparece ese sentido del corro, de la asamblea, intercambiar, respetar turnos de palabra, etc. Se ha dejado porque hay que aprender, todos sentados de cara a la pizarra. Hay que cambiarlo, salir a la calle.
Ha mencionado las subastas de guarderías. Añado que muchas grandes empresas de servicios (Eulen, Clece) están ganando esas subastas. ¿Cómo afecta esto a la educación infantil?
La educación infantil es cara si es con pocos niños y personal cualificado y en número superior. Ha habido un abaratamiento de los costes, salariales sobre todo. Con unos convenios que no llegan a mil euros porque solo es cuidar niños. Con el incremento de las cuotas y del número de plazas, consigues más dinero. Además, la administración ha ido adelgazando las partidas de financiación. Con esta perspectiva de crisis (no económica, esta ha sido solo la excusa), se sacaron a subasta las escuelas infantiles. Y el proyecto económico era lo que primaba. El educativo no importaba. También metieron el inglés, que desestabilizó la etapa. Cuenta más que se tenga el título B1 (de idiomas) que la formación educativa de la maestra. Ha habido una pérdida de referencias junto a unas políticas muy agresivas que han diluido la educación infantil. Ha sido la tormenta perfecta. Para revertir esto necesitaremos mucho tiempo y mucha valentía.
¿Cómo está la formación de las maestras? ¿Qué es mejorable?
La formación inicial es justita, pero al camino profesional hay que darle mucho empeño y empuje porque si no te anclas en actitudes muy anticuadas y tradicionales. Es un problema serio y de enjundia. La universidad tampoco está para tirar cohetes. No hemos acabado de encontrar el punto de los estudios de educación. Creo que la universidad adolece de lo que adolece en general el sistema educativo, que es poco contacto con la práctica innovadora. Los maestros desde el primer curso no necesitan gente que les venga a hablar de las teorías sobre las metodologías, sino ver las metodologías aplicadas en los centros. Con la observación se aprende mucho. Los adultos tenemos que observar y luego preguntamos y nos informamos y aplicamos. Y luego vuelves con la formación práctica y vuelves a hacer la teoría sobre esta práctica, no al revés. Aparte de tu propia actitud, la administración debe sacudirte un poco cada cierto tiempo. Ver qué proyectos han hecho los centros, hacer una evaluación sistémica, de todo excepto de los alumnos: del profesorado, de la gestión, etc. Todo eso es necesario.
Dice que está trabajando en un proyecto sobre educación científica para bebés. ¿Podría explicar en qué consiste? Choca un poco hablar de ciencia para los bebés.
La formación científica es la formación de cualquier persona que se dedique a la observación, a la experimentación y la formulación de hipótesis. Es lo que hacen normalmente los niños a través del juego. Nosotros lo formulamos como un recorrido científico. Primero observas una situación, quieres arreglarla, formulas una hipótesis sobre cómo actuar sobre ella, experimentas y compruebas. Clasificación, seriación, alternancia, con pinzas de colores, con materiales diversos, con piedras. Es el juego de cualquier niño cuando hacen colecciones, no de cromos sino de cosas cotidianas que encuentran por el camino. Con esa recogida de materiales, una buena maestra debe formular en su aula una propuesta educativa para que los niños descubran y trabajen conceptos matemáticos como la adición. Pero no hace falta hacer la suma con el signo más. Simplemente amontonar, seriar, etc. Son conceptos lógico-matemáticos. Hay una tendencia muy epidémica de considerar que no se conocen determinados conceptos hasta los seis años. Se tiende a darle más relevancia a cosas que no la tienen. Por ejemplo, es muy importante sumar y restar, que es conceptualmente enseñanza. Pero lo tienen que hacer de manera experimental. Ya lo decían Maria Montessori y los grandes pedagogos del siglo XX. Los niños tienen que experimentar con su cuerpo conceptos matemáticos para luego elaborarlos. Eso pasa también con la lectura, la escritura, el movimiento, las segundas lenguas, etc.
Mucha parte educativa, entonces, en esta etapa, frente a otras visiones que propugnan más un carácter asistencial.
Muchísima. Es una etapa muy desconocida. Como se desconoce, no se aprecia. Como no se aprecia, está ignorada. Y como está ignorada, se queda olvidada. Con los nuevos conocimientos de la neurociencia, que es impresionante cómo avanza, vemos cómo fluyen las emociones, los vínculos, los afectos en el propio desarrollo neuronal. Pero está olvidada, primero porque se desconoce y luego porque no hay posibilidades ni personales ni colectivas de hacer una formación en grupo.
¿A qué se refiere con esta formación?
La formación en red, que los modernos llaman coaching. Es imprescindible para un buen maestro o maestra, pero en infantil es la forma de funcionar. La formación es la única herramienta que tenemos realmente para valorar lo que se hace y, a partir de ese momento en el que te sientes seguro de lo que haces a nivel profesional, eres capaz de enseñarlo al exterior. Y así las familias piensan que es más importante de lo que creen.
¿Son las familias las primeras que no tienen un especial interés en que sus hijos reciban una educación en esta etapa?
Es por desconocimiento. En un momento en el que el conocimiento se adquiere de forma rápida y volátil, no hay mucho debate. En la escuela se intenta hacer una reflexión con las familias sobre lo que hacen los chicos en la escuela. Al principio hay familias que piensan que la escuela es un lugar de conciliación y poco más. Pero en los pocos años que están juntos se van dando cuenta de que es más importante. Siempre te encuentras alguna familia que te exige por encima de todo una instrucción, que no tiene mucho sentido más allá de que sus padres crean que sus hijos son superdotados y piensan que cuanto más pronto se les impartan los conocimientos más éxito tendrán. Pero no es eso. La infancia necesita su tiempo de aprendizaje, ahora le estamos robando tiempo.
¿Cómo se lo robamos?
Antes la infancia era muy larga. Ahora se acaba muy pronto porque parece que empieza otra etapa más importante. Eso no es educativo, es acelerar de una forma muy contraria a las leyes madurativas. Hay un movimiento de escuela slow, tranquila, feliz, que habla de la comida slow, la comida slow, todo más tranquilo. Deberíamos entender que la infancia es muy momento muy importante de la vida, cuando se empieza a formar la personalidad. Ahora estamos descubriendo que conceptos éticos y morales como la igualdad, etc. se construyen en los primeros meses de vida. Necesitamos desmontar mitos y prejuicios.
¿Qué mitos y prejuicios?
El mensaje del esfuerzo, la excelencia, el éxito, la cultura del trabajo, ha calado. Primero en la universidad, luego en institutos, en colegios. Y la excelencia llega al 0-3. No tiene sentido. Las educadoras pensamos que la mayor excelencia educativa pedagógica, que no coinciden a veces con los mensajes que transmiten otros emisores, está en la mejor capacitación de las maestras o educadoras para facilitar un aprendizaje de vida y una huella educativa que es la que fundamenta la personalidad de los niños a estas edades y que luego se va consolidando. Muchos niños, en el segundo ciclo, son víctimas de unas políticas erráticas. Ha habido niños de tres-cuatro años que con toda la ilusión del mundo le enseña un dibujo a su maestra y esta lo rompe porque está mal hecho o no ha seguido las instrucciones de la ficha. Esto a un niño le hace daño y le crea inseguridad, y a los niños precisamente hay que darles seguridad, identidad, cariño, para que se construyan.
¿Cuántos alumnos debe idealmente tener una clase de infantil?
Varía según las comunidad autónoma, pero está bastante homogeneizado. Son ocho niños de 0 a 1 años, 12 o 13 entre 1 y 2 años y 18 o 20 entre 2 y 3 años. Y de 3 a 6 ya tienen las mismas ratios que en Primaria. Con la LOE se subieron las ratios y se han ido a cifras excesivas, sobre todo en el 3-6. Es un grave perjuicio que haya tantas criaturas en una clase. Antes había una persona por cada sala y otra de apoyo para cada dos grupos a la hora de comer. Ahora este apoyo es de una persona para todos los grupos. Es una masificación sin ningún sentido.