Termina la semana con el anuncio de una ola de calor que afectará a la zona suroeste del país. Aunque esta vez sí está previsto calificarla como ola de calor, ya llevamos un mes de junio complicado con altas temperaturas en buena parte del país.
Cada Consejería de Educación funciona de manera diferente ante esta situación que se repite cíclicamente y que obliga a pensar, aunque sea durante unos días, en las condiciones en las que enseñar y aprender no son precisamente óptimas.
María (nombre ficticio), es maestra de Primaria en Sevilla. En su centro tienen la “suerte” de que hay aire acondicionado. No están sufriendo las temperaturas habituales que en la capital andaluza suelen abrir los informativos de televisión. Eso sí, se lo deben a la insistencia de una madre que consiguió convencer a buena parte de las familias para poner dinero y sufragar el gasto que el centro no podía permitirse y que desde la Administración educativa andaluza se desaconsejaba. También le deben a su ayuntamiento que sufragó los gastos de llevar más líneas eléctricas a un colegio con cerca de un millar de alumnos.
Esta maestra asegura que efectivamente siempre ha hecho calor, “pero no tan malo ni tan pronto”. A lo que se suma el hecho de que con los aumentos de las ratios, sobre todo en los institutos de secundaria, se producen casos de auténtico “hacinamiento” de chicas y chicos. Aunque, insiste, “no hay dos casos iguales”.
Y mientras ella y sus alumnos y compañeros tienen aire, se acuerda de “qué puede estar pasando en un colegio de las 3.000 (uno de los barrios de nivel socioeconómico más bajo de Sevilla) en donde las infraestructuras “estén que se caen”. Y este, el de las infraestructuras, es otro problema. “Cuando yo era alumna, claro que pasábamos calor, pero los muros de mi colegio eran de un metro de grosor. Ahora son de pladur”.
Por aquí van los tiros también para la Fapa Giner de los Ríos de Madrid. Su presidente, José Luis Pazos insiste en que más allá de poner aire acondicionado, que es algo que la Federación no está pidiendo, sería interesante un mejor acondicionamiento de los espacios, que fueran energéticamente más eficientes, que estuvieran mejor aislado.
Ya desde la Comunidad Valenciana al inicio de este curso tuvo que enviar una circular a los centros debido a las altas temperaturas en las aulas, por encima de los 30 grados. En ella daba algunas instrucciones para que se tuvieran en cuenta: permitir la hidratación de niñas y niños (en las aulas está prohibido comer y beber), así como desarrollar las clases en lugares alternativos a las aulas si las temperaturas son demasiado elevada o, incluso, terminar la jornada lectiva antes de tiempo. Eso sí, previo aviso a Protección Civil para que valore la situación.
Cosas que desde Madrid, por ejemplo, la Federación de Enseñanza de CCOO reclamaba hace un par de días en una nota de prensa. El sindicato le recuerda a la Consejería de Educación que según el real Decreto 486/1997 de medidas mínimas que deben cumplir los lugares de trabajo, en lugares donde se realicen trabajos sedentarios, las temperaturas deberán estar entre los 17 y los 27º C. CCOO denuncia que ha habido temperaturas por encima de los 35 grados y que desde la Administración no se hace nada para paliar como tener buen aislamiento, “buenas persianas, cortinas aislantes, aire acondicionado o incluso la posibilidad de trasladar las actividades a zonas orientadas al norte”.
En Extremadura las denuncias van por el mismo camino, las temperaturas no paran de subir y se pide la reducción de las jornadas escolares para evitar problemas. Desde Educación, aunque conscientes de la situación rechazan la posibilidad y defienden que se podrían generar problemas de conciliación si niñas y niños terminan las clases una o dos horas antes de lo habitual. La Consejería también recuerda a los equipos directivos que tienen potestad para cambiar las aulas por otros espacios menos calurosos para dar las clases.
En Extremadura, al igual que en Castilla-La Mancha ha sido el sindicato CSIF el que ha solicitado la reducción de la jornada lectiva para que niñas, niños y equipos docentes no sufran el rigor de un calor asfixiante. Y como en Extremadura, en Castilla-La Mancha no se ve la necesidad de esta reducción.
Desde la Giner de los Ríos, José Luis Pazos insiste en que efectivamente no debe contemplarse este cierre. «No hace más calor que otras veces, pero se gestiona como si hubiera que cerrar los centros educativo». Insiste en que la solución no está en que niñas y niños se vayan a casa antes de la hora normal. Como «si por no estar en clase no fueran a pasar calor». Para este padre de la pública, además, otro de los problemas en los que no parecen caer las organizaciones (principalmente sindicatos) que defienden estos cierres antes de hora, es que los colegios privados y concertados, que sí están acondicionados, no cierran. «Luego nos preguntamos por qué las familias eligen la concertada».
Carmen Guaita es profesora en un colegio del barrio de Hortaleza de Madrid. «Lo estamos pasando mal, los niños y yo». Por teléfono cuenta cómo en las últimas horas del día han de hacer un fuerte esfuerzo. Niños y niñas están cansados y pasan mucho calor. Les deja salir a beber agua o a tenerla en la clase.
Para ella, el debate sobre el calor en las aulas, además de lo anecdótico, remite a otros asuntos de mayor calado como el calendario escolar. Señala que dar clases durante más tiempo del verano, como en julio, o alargar la semana blanca en invierno, no tiene sentido en un país como el nuestro en el que, por ejemplo, en Sevilla «el verano empieza en abril y termina en noviembre».
En Cataluña, los colegios hacen jornada de mañanas desde esta semana y hasta final de curso tras llegar a acuerdos con las familias, según explica Anna Torralbo, maestra en el Maresme. Fuentes de Ensenyament explican que no se han planteado ninguna medida adicional para combatir el calor en las aulas.
Torralbo comenta que entre las soluciones que en su escuela se han realizado, una de ellas es salir al patio. Es verdad que tienen la «suerte» de que la escuela tiene zonas con árboles y sombra, lo que facilita muchos las cosas en este sentido. Es una solución que desde diferentes administraciones educativas se ha dado, impartir las clases en lugares diferentes a las aulas.
Para esta maestra, en cualquier caso, habría diferentes soluciones para estos problemas, empezando por remodelar los centros educativos para prepararlos para las altas temperaturas en verano y las bajas en invierno. Pero también habla de hacer variaciones en los calendarios escolares, disminuyendo las vacaciones de invierno para que hubiese más tiempos libres en verano, a pesar de las dificultades para las familias.
«Piensa en una oficina en la que te sientas muy pegado al compañero, y tienes 28 más», sin aire acondicionado y sin posibilidad de moverte. o no poder beber agua. Y después del recreo es peor todavía, con todos los niños y niñas despidiendo más calor todavía. Asegura que la arquitectura escolar está pensada para reducir al mínimo la capacidad de movimiento. «La arquitectura es funcional para la administración, pero no para quien trabaja dentro».
Hasta la OCDE incide en que las altas temperaturas en las aulas, así como otros elementos como la humedad, tienen un efecto negativo en el rendimiento del alumnado. Algo que quien haya estado en un aula con 30 personas más sabe bien.
Desde Twitter, como no podría ser de otra manera, el calor ha dado para mucho estos días. Con humor y también para ejemplificar la protesta por las condiciones en las que están niñas, niños y docentes.
Venga chicos, sacad los cuadernos pic.twitter.com/vezTt4i8Kg
— Maestra de pueblo (@maestradepueblo) June 11, 2017
Pero no solo es dentro de las aulas donde las temperaturas hacen estragos. En los patios escolares, en el momento del recreo tampoco mejoran las cosas cuando las temperaturas exteriores están por encima de los 30º centígrados y árboles o sombras brillan por su ausencia. Espacios mayoritariamente cementados en los que solo es posible jugar al fútbol o buscar desesperadamente una sombra bajo la que cobijarse.
Pidiendo algo de lo más razonable: que en los coles los niños y niñas de Sevilla puedan jugar a la sombra #construyendosombra pic.twitter.com/O4HGlkbQzi
— Sofía Coca (@preescolar) June 13, 2017