Carmen Muñoz trabaja en el programa de la Red CaixaProinfancia en uno de los entornos de mayor vulnerabilidad social de Islas Baleares, el barrio del Arenal que comparten Palma de Mallorca y Llucmajor. Allí pelea para que los niños -y familias- no perpetúen el círculo de la pobreza y evitar así situaciones como estas. En un barrio deprimido que habitan 8.500 personas, el proyecto acoge de momento a unas 350 familias junto al Ayuntamiento y otras entidades. Muñoz reitera durante la entrevista la importancia de la coordinación entre organismos, la novedad que supone haber establecido un catálogo único de servicios y la importancia de trabajar no solo con los menores sino también con las familias.
¿En qué consiste el proyecto?
Lo iniciamos en 2013 en el barrio del Arenal. Se ha hecho una contextualización de cuál es la situación: un barrio en las afueras de Palma, con una masificada ocupación turística en verano, pero de baja calidad, y sin ocupación en invierno; un barrio casi desierto donde viven las familias que luego pueden llegar a trabajar en verano en temporada turística.
La mayoría de las familias del Arenal son monomarentales, con entre 3 y 4 hijos. Tienen un nivel formativo ocupacional muy bajo. Sin graduado escolar, etc. Tienen una necesidad de formación específica. ¿Por qué se determina el Arenal como zona de interés para intervenir? Por la situación sociodemográfica que nos encontramos y, además, por este interés por parte tanto de Fundación La Caixa, como del Ayuntamiento de Palma y otras entidades, de intervenir de forma conjunta.
Se hacen una serie de análisis y se determina como objetivo la detección, prevención y atención de las situaciones de necesidades. La estrategia es la constitución de una mesa de infancia para detectar necesidades y trabajar entre todos. Desde 2013 hasta 2015 se hizo como proyecto piloto y ahora ya es un proyecto de barrio para la infancia y la juventud. Otro aspecto muy importante ha sido la constitución de un catálogo único de servicios para todas las familias del Arenal, donde no importa quién está prestando el servicio y de quién sea la titularidad, sino cubrir las necesidades de las familias del Arenal.
¿Puede ser un poco más específica con las características del proyecto?
La catarsis final fue el momento en el que nos dimos cuenta de la necesidad de establecer este catálogo único, donde no es que yo APN o yo Ayuntamiento pongo una prestación y tú puedes derivar los menores, sino que ponemos todos los recursos en una bolsa y a partir de ahí se atienden las necesidades de las familias. Es una perspectiva totalmente diferente. Hay prestaciones de servicio, de ocio, de tiempo libre, de refuerzo educativo, de competencias familiares, para menores, para adolescentes… Hay una prestación de ayudas económicas que hace el Ayuntamiento de Palma, hay campamentos, colonias urbanas, proyectos dentro del instituto con los educadores sociales del Ayuntamiento, hay fútbol. Cuando llegamos a esta cartera conjunta de servicios, lo importante es la actividad y lo que se puede hacer y no quién la financia.
¿Tan raro, tan poco habitual es que haya este nivel de coordinación?
Normalmente hay colaboración para trabajar conjuntamente, pero cambiarnos el gorro… un compañero dice que hemos pasado de trabajar con diferentes champiñones a hacerlo con el mismo. Todos sabemos lo que hay en Arenal, qué servicios y cuáles son las necesidades que hemos evaluado y marcado como prioritarias. Lo que es más diferente es que se pase de esta colaboración a una coordinación efectiva, es una visión diferente. Por eso estamos llevando a cabo estos programas en diferentes comunidades autónomas. El objetivo no es crear la mesa conjunta, pero sí la estrategia para llevar a cabo la prestación de servicios.
¿Está entrando el sector privado donde no llega el público?
Para nosotros es muy importante la colaboración entre iniciativa privada y pública. La iniciativa pública no puede cubrir estas necesidades. Hay una necesidad de ampliación de presupuestos constante, y las entidades, tanto públicas como privadas, tenemos un techo de gasto. Por eso es importante que todo el mundo esté poniendo los recursos y que haya una coordinación efectiva. Lo importante es cubrir las necesidades entre todos, no decir: “Yo solo cubro el refuerzo educativo para adolescentes y me desentiendo de la primaria”. Ponemos en común y, a partir de ahí, marcamos un catálogo conjunto de servicios.
¿Estos programas tienen más la intención de mitigar o se puede ir más allá?
Para nosotros el objetivo principal es la prevención, sobre todo con los menores. Existe un problema importante que hemos marcado como necesidad de futuro: lograr la inserción laboral de las familias que participan. Sin inserción laboral difícilmente vamos a romper el círculo de la pobreza. Necesitamos un programa específico de formación e integración laboral de las familias. Pero todo lo que hacemos en el proyecto es de detección y prevención de situaciones futuras con estos menores.
Romper el círculo de la pobreza, que los niños en situación de pobreza hoy no sean padres en situación de vulnerabilidad mañana, es uno de los objetivos más importantes del proyecto.
Lleváis tres años de programa, ¿habéis evaluado resultados?
Se han hecho evaluaciones de entrevistas individuales, grupos de discusión, etc. Hay resultados muy positivos en cuanto a la mejora para las familias con el acompañamiento, las actividades de ocio por las tardes. Es importante que las familias puedan tener también tiempo para ellas mismas.
Hay una mejora evidente en los resultados académicos de todos los menores y en el trabajo de coordinación y cooperación de todos los agentes del barrio.
¿Hay un siguiente paso?
El objetivo es mantener la mesa de infancia, incorporar más agentes, por ejemplo mantener la colaboración con la asociación de hoteleros. En Mallorca tenemos el objetivo trasladar el modelo del Arenal a otros entornos de vulnerabilidad social que hemos detectado.
¿Se ha notado mucho la crisis? ¿Hay más familias en situación de vulnerabilidad, o quizá las que ya lo estaban lo están más aún?
Aseguramos que las situaciones de pobreza y exclusión social no se deben a la crisis. Antes ya había situaciones muy graves. El 35% de las familias del estado español estaban en situación de vulneración social. Está claro que la crisis ha aumentado y complicado circunstancias. Desde los organismos que trabajamos en el día a día denunciamos que la crisis no ha finalizado para las familias en situación de vulnerabilidad social. No estamos de acuerdo con los datos de mejora macroeconómica.
En las islas hemos tenido tres años de temporadas turísticas con picos de los más altas de la historia. Pero, aún así, la situación es grave. El 28% de la población está en situación de vulnerabilidad social en las Baleares. El 10% vive con ingresos inferiores a 330 euros. Hay un repunte de trabajadores pobres, vinculado sobre todo a una estacionalidad turística, contratos precarios, etc. ¿La crisis ha empeorado situaciones? Por supuesto. ¿Se han creado nuevas? Por supuesto. ¿Estamos saliendo de la crisis? Para nosotros, no. ¿Qué hay que hacer? Tenemos que marcar una estrategia multidimensional con todos los agentes implicados (empresas, iniciativa pública, entidades sin ánimo de lucro…) y una estrategia integral de lucha y crecimiento social y económico de forma cohesionada. No nos sirve que salgan unos cuantos de estas situaciones de pobreza.
Has mencionado el abandono escolar, que entiendo que es uno de los problemas más graves. ¿Cómo se lucha contra él? ¿Cómo se convence a un chaval de que no gane dinero ‘fácil’ con el turismo y que siga estudiando?
Hay muchos factores en el abandono escolar. El acompañamiento al menor es clave durante la primaria y la secundaria. No solo el refuerzo con los deberes, también que vea esas capacidades de responsabilidad, de ir creciendo poco a poco y que los fracasos dentro del ámbito educativo no le lleven a tirar la toalla.
Es muy importante el acompañamiento educativo pero también en cuanto a competencia familiar. Por eso dentro del proyecto ofrecemos los talleres de competencias familiares para menores y adolescentes. Es importante este acompañamiento, cuando el menor tiene que estar ahí para la familia y viceversa. No es suficiente el refuerzo educativo. Tiene que haber un conjunto de actores y servicios socioeducativos.
¿Qué papel juega la escuela en estas situaciones?
Nosotros intentamos desde el primer momento que las escuelas participen de la mejor manera posible. Tenemos el problema de que los profesores no tienen tiempo para tratar aspectos de la escuela fuera del horario. Tienen horas de clase constantemente y muy poco tiempo para coordinarse con otros agentes del ámbito socioeducativo. O te adaptas mucho a sus tiempos o es muy difícil que vengan a participar.
Vimos esta necesidad como clave desde el principio: o nos adaptamos a sus tiempos para hacer dinámicas conjuntas o los vamos a perder por el camino. Luego, por supuesto, hay profesionales que se esfuerzan más y otros menos, pero creo que los colegios cada vez están más abiertos a las dinámicas de trabajo en red y comunitario. No hay ya escuelas cerradas a lo que pasa en la realidad.
¿Deduzco de esto que es más una cuestión de voluntad del profesorado de que el sistema lo permita?
Creo que es un poco de las dos. El sistema no lo propicia porque no tienen tiempo de gestión de profesores, y hay profesorado que tiene más iniciativa que otro.