Realicé mi carrera académica entre Madrid, mi ciudad natal, y Barcelona, donde me doctoré en el área de Didáctica de las Ciencias Sociales. Ahora, recién llegada a Ecuador, me encuentro con una nueva realidad: La República del Ecuador se reconoce en su Constitución de 2008 como un país plurinacional conformado por 14 nacionalidades. A este contexto político se le une el reciente hito de la aprobación de un currículo escolar traducido a las 14 lenguas ancestrales que se hablan en el Ecuador. Dicho currículo, dedicado a la Educación Intercultural Bilingüe, pretende como principal objetivo, aunar el saber académico con el saber ancestral. Este panorama educativo es apasionante para una investigadora como yo, dedicada al análisis del currículo y los libros de texto.
Casualmente, dentro de este contexto de riqueza cultural y retos educativos, me encuentro con la lectura del reciente informe publicado por el sindicato AMES, dedicado al análisis de libros de texto catalanes. La lectura de este informe me provocó al instante una primera gran pregunta: ¿Qué son más tendenciosos e ideológicos, los libros de texto (en este caso, catalanes) o los objetivos con los cuales se realizan este tipo de informes?
Desde la creación de la UNESCO en 1940, a raíz de la Segunda Guerra Mundial, el libro de texto ha sido analizado y trabajado de manera exhaustiva por instituciones de diferente naturaleza e investigadores de diversas especialidades y procedencias. A nivel académico, nunca se ha pretendido negar la carga ideológica que tanto los libros de texto como el currículo escolar poseen. Sin embargo, llegados al siglo XXI, los grandes retos del libro de texto, y de la Educación en general, son más ambiciosos y sus necesidades llegan aún más lejos que el hecho de señalar discursos nacionalistas. Estamos en una sociedad global, cuyas aulas están conformadas por alumnado diverso que no solo acoge a alumnos catalanes y/o españoles. La polémica surgida a través de este informe no solo niega la complejidad real de la sociedad española, sino que da al libro de texto un papel que no tiene en el aula actual. Los principales agentes y protagonistas del proceso educativo son los maestros, alumnos, familias y diversos profesionales que conforman la comunidad educativa. Conceder al libro de texto este poder de influencia absoluta, comparable a una potestad casi de naturaleza mesiánica, es un error que solo sirve para destacar cómo la manipulación de los contenidos educativos lleva al pensamiento único.
Los libros de texto, y especialmente los de Educación Primaria, están condicionados a cuestiones de extensión. Esto provoca que los contenidos curriculares se encuentren expuestos de un modo tan sintético, que en un análisis exhaustivo de los mismos se puedan detectar errores, imprecisiones, vaguedades e incluso estereotipos. En materia de Historia esto puede provocar que se destaquen los aspectos más anecdóticos, como lo son las fechas o los personajes más emblemáticos. Sin embargo, esto también viene justificado a la edad del alumnado, el cual se enfrenta a la historia, siguiendo la interpretación del tiempo de Braudel, desde la perspectiva de un “tiempo de corta duración”. En la Educación Primaria, el alumnado todavía no está preparado para entender aspectos de la historia más relacionados con los procesos de cambio que implican análisis comprensivos y explicativos de la sociedad, entendida ésta como un proceso de construcción, que conlleva la comprensión de un “tiempo de larga duración”. De este modo, en el análisis de un texto de Educación Primaria se debe tener en cuenta la dificultad que implica esta síntesis de contenidos. Pero a esto se debe responder con contundencia: El libro de texto es solo una herramienta para el profesor y el alumnado. Ningún profesional de la Educación debe enfrentarse a él como una información cerrada y de carácter memorístico, si no como un material que permita fomentar un trabajo activo y de diálogo dentro del aula. Es una labor imprescindible por parte de toda la comunidad educativa, tanto a nivel escolar como universitario, complementar estos contenidos para que el alumnado pueda ir entendiendo la complejidad de aspectos culturales, políticos y sociales, que se encuentran relacionados en estos contenidos de Historia. Pero se debe destacar que, igual de ideológico puede ser, tanto el libro de texto, como el análisis que se hace de aquel.
Otro punto a destacar, es el hecho que desde las directrices de la propia UNESCO, organismo que influye de manera decisiva en el ordenamiento de la política educativa a nivel mundial, se fomenta el estudio de lo local a lo global, estando la etapa de Educación Primaria centrada de manera clara en el estudio del entorno local, lo que en el Estado Español se traduce como: la familia; la escuela; el barrio; la localidad; la Comunidad Autónoma; el Estado Español, Europa y el Mundo. Esta escala de graduación se justifica por el interés de fomentar un trabajo progresivo en el desarrollo cognitivo del alumnado, centrado en las propias características y necesidades del niño. Por tanto, esto puede ser criticado desde muchos aspectos, pero con la necesidad de argumentarlo desde enfoques propios de la Psicología Educativa, la Didáctica o la Pedagogía, yendo más allá del discurso demagógico que expresa que estudiar lo local fomenta un proceso de creación identitario cerrado y exclusivo. El proceso de analizar y entender lo global desde la localidad, para generar procesos de empatía, es uno de los grandes retos de la Educación de la sociedad globalizada del Siglo XXI.
Generemos una discusión en torno a los libros de texto que trate a la sociedad como adulta, que potencie la inclusión de temas de género, interculturalidad, sexualidad, transnacionalidad, globalidad, ecología, educación para la paz, justicia social, etc., temas de actualidad que necesitan ser tratados en el aula y necesitan de nuevos enfoques originales para ser trabajados en los libros de texto actuales. Generemos diálogo, no enfrentamiento.