Conversamos con la presidenta de la Asociación de Maestros Rosa Sensat, Francina Martí, sobre el actual momento de cambio educativo y los retos de la educación secundaria, etapa de la que ella se profesora. Para Martí, los procesos de innovación en las aulas deberían tener como objetivo el reforzamiento de la red pública de manera que no haya escuelas «de primera y segunda liga». «Todas deberían ser de mucha calidad y ofrecer proyectos interesantes que conecten con las necesidades de los niños», afirma. Licenciada en Filología Catalana, Martí es profesora de Lengua y Literatura Catalana y ha trabajado durante décadas en varios institutos de Secundaria, primero como docente y más adelante como jefa de estudios y directora. Es presidenta de Rosa Sensat desde hace dos años y hace catorce que forma parte de su Comisión Ejecutiva.
Vivimos una ola de innovación. Jaume Carbonell hablaba de una tercera Primavera Pedagógica. ¿Cómo valora este momento educativo?
Muy interesante. Después de haber pasado -y aún vivir- una crisis económica y unos recortes tan duros, hay un empuje hacia lo que debería ser el papel de la educación. Me gusta que las familias estén tan implicadas. Son las que empujan para pedir una educación diferente.
Rosa Sensat es una de las entidades impulsoras de Redes para el Cambio, un programa de innovación del Consorcio de Educación de Barcelona también con Escuela Nueva 21 y el ICE de la UAB. ¿En qué momento se encuentra este proyecto?
Han empezado a funcionar las redes territoriales de la ciudad. Ahora van por el segundo encuentro. Lo que me parece más interesante es que se trata de un proyecto de co-creación. Participamos institucione diversas.
¿Cómo valora el papel de las administraciones en este proceso de cambio?
Cuando comenzó la ola decíamos que faltaban las administraciones, y de hecho estaban a la expectativa, a ver qué pasaba. Al final el Consorcio ha tomado las riendas y ha impulsado Redes para el Cambio. En Rosa Sensat nos gusta que el Consorcio lleve la iniciativa. Valoramos de manera muy positiva que la Administración haya tomado en serio el cambio educativo, y que busque que no sean sólo unas cuantas escuelas las que participen, sino la gran mayoría de escuelas. El Consorcio está ayudando, poniendo presupuesto, logística, medios, para que esto sea así.
¿Dónde cree que se debe poner más énfasis para que se extiendan las innovaciones?
Quisiera que fuera un proceso donde se vaya al fondo. Existe el peligro de quedarnos en la superficie, en cosas secundarias como tirar paredes o poner un profesor o dos en el aula. Queremos que haya una reflexión a fondo y que el cambio se dé de abajo arriba. Que la necesidad del cambio salga de los maestros, familias, niños y jóvenes.
¿Cuál debe ser el objetivo del cambio educativo?
Adaptar lo que se hace en la escuela a las necesidades formativas de los jóvenes y niños de hoy. Y además, tener en cuenta que los valores en educación estén presentes, tales como el respeto hacia los niños. Respetar significa tener en cuenta las diferencias y necesidades de cada uno. Además, hay que hacer hincapié en ayudar a la red pública. Debemos buscar el objetivo de que todas las escuelas públicas de Barcelona tengan proyectos interesantes que conecten con las necesidades de los niños, y que no sea tan diferente a una escuela u otra.
Muchos de los conceptos de los que se habla, como que el alumno debe ser el centro del aprendizaje, ya formaban parte de las ideas de los grandes pedagogos de hace un siglo: desde María Montessori a Freinet. No deja de tener su gracia que se digan innovadoras cuando tienen 100 años de historia.
En toda innovación hay una parte muy importante de respeto a los orígenes. Rosa Sensat como institución tiene unos referentes importantes. Estamos aquí para hacer de puente entre lo que se perdió con la llegada del Franquismo y el presente.
¿Por qué ahora puede ser factible que aquellas ideas tengan una presencia más generalizada en la escuela?
Bueno, no sé si podremos hacerlo. Ya hubo un intento durante la transición, de coger aquella herencia, orígenes y referentes y ponerlos en el aula. En los años 70 se dijo escuela activa. Con el paso de los años, muchos de los principios de la escuela activa y las escuelas del CEPEC (Colectivos de Escuelas por la Escuela Pública Catalana), que tenían proyectos innovadores, se estancaron. Ha habido muchos motivos. Uno es que las cosas no se pueden hacer de arriba a abajo. Por ejemplo la LOGSE, una ley muy innovadora. No se pudo llevar a la práctica del todo, porque se intentó hacer de arriba a abajo. Había más formación para los maestros que la hicieron posible.
¿En estos momentos se dan condiciones más positivas que en los tiempos de la LOGSE?
Espero que sea así. Tenemos ejemplos de escuelas que desde hace mucho tiempo han tenido proyectos innovadores y se están extendiendo. Se pueden replicar en otras escuelas.
¿Estamos viviendo un cambio de cultura? ¿El maestro se abre más el trabajo colaborativo y en equipo? ¿Ha abierto las puertas de su clase?
Esperamos que sí. Este es uno de los objetivos que también nos planteamos como maestros. Para enseñar a los alumnos un aprendizaje colaborativo primero debemos aplicarlo nosotros. El trabajo en redes debe ayudar a ello. Hemos vivido un tiempo en que había mucha competitividad entre escuelas. Escuelas de primera y de segunda, de diferentes ligas, como el fútbol. Lo que no podemos continuar así. El objetivo es que todas sean de alta calidad.
Rosa Sensat ha publicado recientemente el libro Neurociencia para educadores, de David Bueno, que ha sido un éxito. ¿Qué hallazgos de la neurociencia recogidas en el libro destacaría para tener en cuenta en este proceso de cambio educativo?
Lo que hace el libro es derribar algunos mitos. Por ejemplo, el mito de la memoria. Los aprendizajes no son sólo memorísticos, sino que deben ser experienciales. Lo que aprendes a través de la experiencia tiene más repercusión en tu aprendizaje que lo que aprendes de manera memorística. También recoge que para aprender tienes que estar motivado, conectado con lo que aprendes. Si no, no hay aprendizajes. Son cosas que muchos maestros ya saben por la experiencia del día a día en el aula. El libro da una base científica a todos estos saberes.
Usted es profesora de Secundaria. ¿Cómo fue la experiencia como docente en esta etapa?
Soy licenciada en Filología Catalana, y di clases de Lengua y Literatura Catalana a diferentes institutos. También he sido jefa de estudios y directora de centro. Lo que me he encontrado es que las enseñanzas en la Secundaria todavía están muy parceladas, mucho contenido y encontrar este punto más de conjunto, más transversal, es uno de los retos que hay en este momento.
¿Es necesaria también una atención más individualizada e integral?
Por supuesto. Tenemos una persona en frente que se está formando, que está creciendo. Necesita la acción tutorial, guía, seguimiento. Muchas metodologías que en la Secundaria han sido olvidadas.
¿Qué es lo que más le gusta de la docencia?
El contacto con la adolescencia. Como cuando tienes hijos, ser profesor también te invita a revivir todos esos momentos, bonitos o no, de enfadarse con el mundo. O algo como la lectura. Un libro que has leído. Cuando lo vuelves a leer con un grupo de jóvenes te da otra visión, una nueva energía. Te da cosas que te habían pasado por alto.
La Secretaría de Universidades e Investigación de la Generalitat de Cataluña soltó que se planteaba avanzar hacia un nuevo tipo de Selectividad, más competencial y menos memorística. ¿Cómo lo valora?
De manera muy positiva. La Selectividad marca demasiado la agenda del día a día de los institutos. Un cambio en el examen hacia un enfoque más competencial provocará una transformación de la Secundaria. Habrá cambios en las aulas.
¿Qué otros aspectos serían necesarios para el cambio en la Secundaria?
La gestión del equipo humano. Cómo hacemos que el tiempo sea más eficiente. Que en las reuniones se hable de cosas interesantes y no tanto de temas secundarios como los conflictos, que llevan mucho tiempo y hacen que perdamos el enfoque. Los alumnos también deberían participar más en la Secundaria. No sólo dar su opinión, sino también ser partícipes de la toma de decisiones.