Una de las mayores multinacionales del mundo se adentró con sigilo el pasado 23 de octubre en el mayor sistema educativo de España, el andaluz, con 4.500 centros escolares, 98.000 profesores y 1,8 millones de alumnos. También es la mayor red educativa pública del país: el 80% de los colegios son de titularidad pública, y el 20% privados concertados. Google envió a sus responsables del departamento de Google for Education, un área de negocio pequeña dentro del gigante de internet, pero con mucho interés por introducir sus aplicaciones educativas para móvil en la escuela pública. Las apps son gratuitas, están en manos de todos los profesores y los casi mil alumnos del IES Chaves Nogales, un centro que lleva años usándolas para organizar tareas, tutorías, horarios, trabajos en grupo, evaluaciones, exámenes…
Todo el mundo en este instituto tiene una cuenta de correo electrónico en Gmail, con consentimiento expreso de las familias, que tienen que firmar una autorización que incluye el propio sobre de matrícula (de lo contrario, los menores de 14 años tienen prohibido tener email). Aquí quien lo autoriza es el propio centro escolar, y quien ha decidido no prohibirlo es la Consejería de Educación. Es más, la consejera Sonia Gaya y todo su equipo de Innovación Educativa, incluidos los gestores de la intranet de la Junta -el programa Séneca, que almacena todos los datos personales del alumnado andaluz- han asistido a los talleres de Google para enterarse bien. “A ellos les interesa que desde jóvenes se familiaricen con el uso de sus aplicaciones. La escuela andaluza representa el 25% del país, es un negocio a largo plazo”, dice un alto directivo de la Consejería.
Son las 10.30 horas en el Chaves Nogales. Google ha colonizado el gimnasio del instituto con su imagen corporativa, sus asientos de colores, paneles luminosos, café en tazas de diseño, caramelos de colores, chocolatinas de colores, pastas de colores, canapés de colores… Los directivos de Google van en camiseta negra con el nombre de la empresa escrito en blanco, los profesores invitados (minoría de mujeres) van con camisa y corbata. Entre los docentes, los hay que por edad podrían ser los padres de los cachorros hiperactivos de Google.
La consejera y su equipo toman asiento en primera fila, se sientan en mesas bajas y hexagonales, como de guardería. Asisten como oyentes unos 70 directores de centros públicos andaluces. A todos, al entrar, les cuelgan un identificador con su nombre colgados de lazos con los colores de la empresa: rojo, azul, verde y amarillo. “Esto parece una tienda de Apple más que un colegio”, bromea uno de los maestros visitantes.
Lo que va a pasar aquí durante las próximas cuatro horas tiene algo de paradójico. Los responsables de Google, y el de las TIC del Chaves Nogales, Juanma Díaz, van a intercalar una exposición tras otra, a modo de conferencias, sirviéndose de una pantalla y un PowertPoint. Ahí está el responsable de Google for Education para el sur de Europa, el valenciano Marc Sanz López, intentando que los profesores interioricen el uso de sus modernas apps para móviles, como ha hecho el claustro del Chaves Nogales. Pero Marc echa mano del método más decimonónico: la clase magistral, un discurso unidireccional clásico de profesor a alumnos, solo que en esta ocasión los alumnos resultan ser veteranos profesores. Después de 40 minutos escuchándole hablar a la velocidad sobre los magníficos recursos de la empresa y los potentes sistemas de seguridad, algunos empiezan a distraerse con sus móviles: difícil decir si han desconectado o todo lo contrario.
Sanz es el principal responsable de Google for Education en España, Italia y Portugal. Su misión es introducir las apps de la empresa en cuantos más colegios públicos mejor, si no es a través de un convenio con la Administración educativa, al menos enganchando individualmente a una escuela tras otra. Aquí tiene delante a 70 institutos que representan a unos 15.000 estudiantes. Los profesores le escuchan en silencio, pero Marc Sanz no ha venido a hablar del uso educativo de las aplicaciones de Google, sino de seguridad. “Esta conferencia es más para la consejera que para nosotros”, comenta un profesor a otro.
Al presentar las apps ha centrado su exposición en la seguridad de la empresa, ¿por qué?
Es la principal preocupación de las administraciones educativas y quería dejar muy claro que nosotros usamos los mismos sistemas de seguridad y control de datos personales para cualquier usuario que para nosotros mismos. Le damos la misma importancia a nuestra información que a la de cualquier usuario.
En el sistema Séneca están alojados los datos personales de 1,8 millones de alumnos. Es una información protegida. Imagino que hay reservas para subir esos datos a la nube o compartirlos con Google…
Esos datos están en el servidor de la Consejería de Educación. ¿Por qué cree que están más seguros y protegidos ahí que en nuestro Drive (nube)? A menudo, cuando me preguntan esto, me gusta plantearles un reto: contratamos a dos hacker, los traemos aquí al colegio, le pedimos a uno que hackee el servidor de la escuela, donde están los datos personales de todos los estudiantes, y al otro le pedimos que intente hackear el sistema de almacenamiento de datos de Google. Ponemos el cronómetro en marcha y a ver quién lo consigue antes (risas).
La Administración está obligada legalmente a velar por los datos personales. No sé si se puede comparar con la política de privacidad de una multinacional privada…
Me aventuro a pensar que usted tiene su dinero en un banco y gestiona sus cuentas por internet, ¿no? ¿Acaso sabe dónde están alojados sus ahorros ahora mismo? ¿Sabe en todo momento qué hace el banco con su dinero y con sus datos? Sé que emocionalmente cuesta todavía mucho fiarse de que una empresa que opera en internet vaya a proteger nuestra información personal en la nube, pero nos va la vida en ello, el futuro solo va por ahí. Es la razón de ser de Google. Piense que esos miedos son los mismos que cuando nació la electricidad. A la gente le aterraba que la luz de sus hogares fuera controlada por una o varias empresas, preferían tener su propio repetidor en casa, por si se iba la luz en la calle o en la ciudad, que no les afectase a ellos. Con Google pasa lo mismo. Pero entiendo perfectamente que hay una resistencia emocional a alojar datos personales en la nube.
¿Cuántas personas trabajan en Google for Education en España?
No damos datos de empleamos, no decimos cuántos somos.
¿Puede decirme al menos si en su departamento hay profesores, profesionales de la enseñanza?
Sí, sí por supuesto que lo hay. Nuestra app Google Classroom la diseñó un profesor de Matemáticas. Partimos de un estudio exhaustivo para saber cómo distribuyen los maestros su tiempo de trabajo en la escuela. El 24% de su horario lo dedican a papeleo y temas burocráticos. Es una queja recurrente entre el profesorado, ¿verdad? ¿Me equivoco? Los docentes no nos pedían herramientas milagrosas para impartir sus clases, sino poder disponer de más tiempo para hacer lo que mejor saben, lo que más les gusta, que es educar. Para eso son las apps de Google, para devolverle a los maestros ese 24% del tiempo que pierden con el papeleo.
Tras su exposición, la primera pregunta que le ha hecho uno de los profesores presentes ha sido: Si todas sus apps para la escuela son gratis, ¿qué ganan con esto? ¿Dónde está el negocio?
Sí, es otra pregunta recurrente, y no me incomoda responderla, para nada. Google no está desarrollando herramientas para la escuela para expandir negocio, ni lo está haciendo ahora ni lo va a hacer en el futuro. El paquete de apps que le ofrecemos a los colegios y a las administraciones cuesta -sin publicidad, con espacio de almacenamiento ilimitado y protegido con todo nuestro sistema de seguridad- 96 euros por usuario y año. Nosotros lo damos totalmente gratis. Si la Consejería de Educación de Andalucía quisiera poner esas apps en manos de los 1,8 millones de alumnos de esta comunidad, se estaría ahorrando 180 millones de euros.
¿Y si dentro de un año, dos años o cinco años, Google aprieta un botón y lo que hoy es gratis mañana empieza a costar 5 euros, 10 o 50 euros por alumno?
Si empezamos a cobrar ahora por las apps que son gratis para las escuelas perderíamos la confianza del sistema educativo. Y no estamos sólo desarrollando este campo en España, sino en muchos otros países, porque la vocación de Google, su filosofía como empresa desde su nacimiento, se basa en colaborar con la educación. Recuerde que Google nació en una universidad de Estados Unidos, un país donde la formación superior está muy privatizada. No todo el mundo puede pagarse una buena educación. De ahí que Google sienta que tiene una deuda pendiente con la escuela.
Si logran que los 1,8 millones de alumnos andaluces, un 25% del país, salgan todos de Secundaria con una cuenta de Gmail, ¿no están ya acaparando el mercado y creando “nativos Google” para las próximas décadas?
Google no es el único en internet, hay mucha competencia en este mercado y no existe nada parecido al monopolio. Muchas personas tienen cuentas personales en Gmail y en otros servidores, de Microsoft, de Apple… Si me pregunta si estamos generando una necesidad a largo plazo, no es así, nosotros trabajamos para que las cosas sean más sencillas de hacer. En la escuela, en concreto, nuestras apps no están para sustituir al profesor, sino para agilizarle el trabajo burocrático y de gestión que nada tiene que ver con la docencia. Ganamos tiempo para que el maestro se centre en la enseñanza, que es lo importante. No creamos una dependencia, sino un hábito que ya existe, pero que ahora requiere herramientas más lentas y rudimentarias, como una fotocopiadora (risas).
¿Cree que los profesores temen verse sustituidos por aplicaciones móviles?
¿Le parece extraño ese pensamiento? Porque sí, hemos detectado ese temor en muchos docentes, nos lo han transmitido así, por eso lo primero que he dicho para tranquilizarles es que eso no va a pasar. Google no está en la escuela para sustituir al profesor, sino para facilitar su trabajo. Nuestras apps no son pedagógicas, son herramientas de productividad para ganar tiempo, para organizar mejor el trabajo, y sabemos que son útiles. El Chaves Nogales ha demostrado que funcionan mejor con ellas. Los resultados académicos de sus alumnos son buenos, han mejorado, no por nuestras apps, sino porque les dimos más tiempo a los profesores para hacer mejor su trabajo. No venimos a transformar la educación, eso lo harán los buenos maestros, nosotros estamos para ahorrar papeleo.
¿Sabe que entre los asistentes hay directores de colegios sin apenas banda ancha para internet? Algunos de sus alumnos no tienen asegurada tres comidas en casa, imagínese un smartphone…
Bueno. Nuestras apps no requieren muchos megas para funcionar. De hecho el hardware que se utiliza -Chromebook- no tiene sistema operativo, ni virus, ni windows, ni software pirata, ni nada. Tarda 10 segundos en encenderse y en ese sentido es fácil. Respecto a las escuelas con más problemas, es cierto, lo primero es lo primero. Creo que el 80% de los jóvenes en España tienen smartphone, pero entiendo… Aquí en el Chaves Nogales tienen unas cuantas tablets y Chromebooks para quien no tenga dispositivo propio.