De los 17.000 refugiados que iban a llegar a España a partir de 2015, muy pocos son que lo han conseguido de verdad. En realidad, prácticamente la décima parte. De los 3.700 menores que aquel año pidieron medidas de protección internacional, como el refugio, solo 389 las consiguieron. De estos, solo 63 tienen carácter de refugiados; el resto tienen medidas de protección secundarias, menores a las de los refugiados.
Esta es parte de la radiografía que se constata en la investigación España: Esperanza en la diversidad, cuya autora es Begoña López. Una investigación auspiciada por la Federación de Enseñanza de CCOO y la Internacional de la Educación, organismo que engloba a sindicatos docentes de 176 países y que ha financiado la investigación.
Una investigación que se presentará en el Senado hoy y que pretende llamar la atención a las autoridades españolas sobre sus obligaciones para con este grupo de personas que se encuentran en una situación tan complicada.
Dominique Marlet es la coordinadora de Derechos Humanos de la Internacional de la Educación y ha sito una de las persona que ha arropado la presentación de la investigación, que forma parte de un proyecto europeo en el que se ha estudiado la situación de 1′ 0 países en total. España, Alemania, Suecia, Portugal, Polonia… entre ellos.
El mensaje que Marlet quiere trasladar a las autoridades es que «el reto no va a desaparecer» en relación a la llegada o permanencia de personas refugiadas. Es necesario pues que se adopten determinadas políticas: incremento de la financiación, del número de docentes en las aulas (en países como Suecia o Alemania, explica a este periódico, el docente con alumnado refugiado recibe ayuda, incluso de otro docente que hable el idioma mayoritario del alumnado refugiado que tenga en el aula). «En cualquier caso, hace falta mucha más financiación».
Según la experta, también hace falta poner en contexto la situación real de Europa con respecto a quienes llegan a sus fronteras, o lo intentan. «El 90% de la población que abandona su país se queda en África, Asia y en Oriente Medio. 90%. El 90% de la gente que huye está en países menos desarrollados que España, o Alemania o cualquier país europeo».
Por eso cree que en Europa estamos en buena posición para hacer frente al reto que se nos plantea. Implementando programas para una mejora de la inclusión en las aulas que podría pasar, por ejemplo, por enseñar el idioma del país de acogida lo antes posible para que niñas y noños puedan integrarse en el grupo de referencia que les haya tocado.
Explica Marlet que en Suecia, por ejemplo, hasta hace poco se mantenía a niñas y niños migrantes apartados de las clases normales durante dos años para que aprendieses sueco. Pero se han dado cuenta de que de esta manera este alumnado quedaba aislado del resto. Por esto estudian disminuir este tiempo. Y pone de ejemplo España, en donde en 6 meses estas chicas y chicos ya están en la clase ordinaria. «Es un gran reto, pero es mejor para la inclusión en la sociedad española».
Otra forma, dice, para mejorar la inslución pasa por las actividades extraescolares, en las que se pueden mezclar con otros alumnos diferntes y, además, «es necesario involucrar a las familias en este proceso», asegura la directora de programas de derechos humanos de la IE, que incide en que se tienen expectativas bajas para este alumnado, o se les lleva a vías profesionalizantes de poco recorrido «sin tener en cuenta a las famlias, a las que no se les pregunta por su visión, o el sueño de futuro que tienen para sus hijos».
Hay que recordar que en España, además de que las cifras de personas refugiadas nunca estuvieron cerca de las comprometidas en su primer momento, el presupuesto para atención a la diversidad de cualquier tipo ha disminuido de forma drástica desde 2012, primer año del anterior gobierno del PP.
Un presupuesto en franca disminución al que se ha sumado el aumento de las ratios y de las horas lectivas de los docentes, algo que, según los sindicatos, ha supuesto la desaparición de más de 30.000 docentes. con esta situación, la atención al alumnado con necesidades educativas, entre los que se incluyen quienes tienen medidas de protección internacional, sean o no refugiados, se ha visto comprometida.
A esto se suman otros problemas, explicaba Marlet en la rueda de prensa de presentación del estudio, cómo han visto en los apaíses de la UE que en muchos casos falta cooperación entre las diferentes administraciones a la hora de operar soluciones pensando en el largo plazo.
También explicó cómo los centros educativos de otros países reciben incrementos en los presupuestos cuando reciben a personas refugiadas y migrantes, algo que no ocurre en España, o, por ejemplo, cómo el esfuerzo en inclusión de este alumnado, en muchos casos, queda en manos de la voluntad de las direcciones de los colegios.
Insitía Dominique Marlet en que poner el foco en la educación de las personas refugiadas era también poner el foco en las debilidades del sistema educativo a la hora de incluir a quienes lo tienen más complicado para amoldarse a un sistema estandarizado, para todos igual. Una idea, además, que casa con la idea de tratar a todos los alumnos y alumnas refugiadas como un bloque igual, en vez de como individuos, cada uno con un trauma, con una historia educativa diferentes, con unas experiencias. También con destrezas y habilidades y no solo con carencias.
Conclusiones del informe
Habría que hacer muchas peticiones a las administraciones competentes en materia de refugio. Una de las primeras, según Begoña López comentó en la presentación del informe, es que desde el Ministerio del Interior se den cifras actualizadas de la situación en la que se encuentran las personas refugiadas: quiénes son, cuándos, dónde se encuentran, en qué punto del proceso de refugio… Desde el de Educación, en concreto, sobre su escolarización y su paso por el sistema educativo.
Otras peticiones pasan por ofrecer becas y ayudas a estas personas para garantizar en la medida de lo posible su contiuidad en el sistema educativo, haciendo también seguimiento de cómo se producen las transiciones entre los ciclos educativos.
También que se facilite un apoyo lingüístico para que las dificultades a la hora de superar las diferentes evaluaciones del sistema sean lo menores posibles; invertir en la formación permantente e inicial del profesorado para que pueda hacer frente a una educación de la mayor calidad posible en unas buenas condiciones de trabajo; también con la incorporación a la docentcia dde personas refugiadas.
El trabajo con las administraciones locales también podría ser interesante para que estas, junto a las escuelas, fomentasen una actitud de acogida, no solo en los centros educativos, si no en los territorios, en sus sociedades.