La docencia es una profesión solitaria, en muchos momentos. Esa es la visión común cuando se piensa en un aula, sobre todo a partir de la primaria. Pero existen alternativas desde hace décadas; eso sí, en infantil 0-3.
La pareja educativa lleva casi cuarenta años de andadura en las escuelas infantiles de Pamplona. Allá por 1979 se creó el organismo autónomo de escuelas municipales infantiles y ya desde entonces el trabajo en pareja educativa se convirtió en la norma.
Existen otros ejemplos por todo el país, como la escuela municipal de San Pol de Mar, que también lleva años trabajando con este modelo.
Ahora, en Madrid, tras la salida de las escuelas municipales de la red autonómica, se ha querido dar un impulso importante a esta apuesta pedagógica. Se ha creado una red municipal de escuelas: hay 56 escuelas y están proyectadas otras 14. También se ha apostado por la pareja educativa como modelo pedagógico.
Comunicación y profesionalidad
Hace unos días 1.000 maestras de infantil (también algún maestro) se encontraron en la capital para recibir una formación sobre la pareja pedagógica de manos de tres expertas en el tema: Ines Zurza, Edurne Lekumberri, y Rocío Garrido. Las dos primeras vinieron desde Pamplona. La tercera desde San Pol de Mar.
Pensar en tener una compañera durante toda la jornada laboral, normalmente, genera una cierta tensión. Un miedo relacionado con cómo nos llevaremos, cómo nos pondremos de acuerdo o qué haremos en cada momento.
La clave, según las tres maestras pasa, indefectiblemente, por la conversación. Desde Pamplona, Inés Zazu, habló de la “cultura del encuentro” en la que se basa el trabajo de la red. Un encuentro que se produce en diferentes niveles y que va desde las dos maestra de la pareja hasta la coincidencia de todas las que conforman las 12 escuelas de la red en Navarra.
Conversación continua y sincera en la que una maestra ha de estar dispuesta a saber qué problemas de los que tiene con su compañera son de índole personal o profesional. Algo complicado en lo que tiene mucho que decir la dirección del centro.
Así lo entiende Rosío Galindo, directora pedagógica en San Pol de Mar y quien en los últimos años le ha dado un empuje especial a la pareja educativa. Cuando ella llegó a la escuela se encontró algunas prácticas que no le convencieron en relación a estas situaciones en las que lo personal y lo profesional se mezclan. Producto, cree, de la especial implicación personal de las maestras de estas etapas, de su conocimiento sobre la importancia de lo que hacen.
Esta es una de las razones por las que en su escuela se apostó por firmar un contrato entre las maestras según el cual, entre otras cosas, la profesionalidad estaría por encima de todo. La intención, por ejemplo, era evitar que si una tenía problemas de relación con su compañera, acabara siendo vox pópuli. La norma es hablar con quien tienes esa dificultad. Si te cuesta mucho o no sabes cómo hacerlo, acudes a la directora que intenta enfocar la conversación, eso sí, para que la tengan las maestras.
“Se trata de generar la cultura del debate pedagógico. Hay que ir aquí, porque si hay un desencuentro entre dos personas, es porque en algún momento nos hemos desenfocado del objetivo primordial que es acompañar el niño o la niña y a la familia en sus procesos en la escuela”.
Algo que desde Pamplona se trabaja con la cultura del encuentro. Ya no solo habla la pareja de cómo afrontar la clase, el acompañamiento a alguna criatura o qué actividades realizar, también sobre el comportamiento de la otra si en algún momento no ha sido el óptimo. Pero es que, además, se organizan reuniones con el resto del equipo docente de cada escuela en las que se ponen en común prácticas e inquietudes y en los que cada maestra habla también de las demás, expone su opinión abiertamente y se aclaran dudas.
Para Edurne Lekumberri, directora de una de las escuelas de Pamplona, es clave no sentirse juzgada, en lo personal, por las compañeras. “Me tranquilizó mucho que en las reuniones de equipo se escuchaba a todo el mundo, que aunque seas la nueva, la que menos experiencia tenga, puedes exponer tus dudas y nadie te las resuelve, nadie te da una respuesta a la pregunta que planteas, la respuesta es vívelo tú, siéntelo… Ese no sentirte juzgada por nadie. Eso es lo que te ayuda a superar el miedo”.
Explica Zazu que los conflictos, en ocasiones, han llegado incluso a la red de escuelas, a las reuniones de las 12. Efectivamente no niega que el modelo, muy positivo en el acompañamiento de familias y criaturas, puede generar grandes dificultades a la hora de relacionarse unas maestras con otras. Para eso están ella y Alfredo Hoyuelos, en última instancia, como cabezas visibles del Organismo Autónomo. “Pareja de hecho”, casi, después de años trabajando juntos.
Para Rocío la clave está en profesionalizar la práctica hasta el menor detalle, para evitar problemas personales, rencillas. “Es importante ponerlo sobre la mesa y generar debate pedagógico. Es así como se es profesional. Y luego podemos ser amigas o no, porque el objetivo no es ser amigas”. “Si nos profesionalizamos trabajando con otro, entonces tienes que generar el debate pedagógico sin duda. Porque la escuela se construye así, y esto se va despertando”.
Acompañamiento y observación
“Solventado” el mayor de los problemas, el de comunicarse de manera profesional con la compañera, independientemente de lo bien o mal que nos caigamos, hay algunos otros puntos importantes en la pareja educativa.
En uno en el que insisten mucho es en de la documentación de todo lo que ocurre. Observación y documentación como base obligatoria que permitirá ir ajustando todo aquello que se hace en el aula en las siguientes sesiones.
Puede que una de las dos maestras esté acompañando al grueso de niñas y niños mientras la otra toda notas, o fotografía algún detalle de lo que está ocurriendo.
Gracias a estas prácticas, y por supuesto a ser dos en el aula, es más difícil que ciertos detalles pasan por alto. De hecho, otra de las características de las parejas es que, pueden dividir las clases en grupos reducidos, desgajando a tres, cuatro o cinco criaturas del resto del grupo para ir a trabajar en el taller que tienen junto al aula y así comprobar que determinadas actuaciones que observaron en otro momento tienen continuidad o no. Una continua investigación acción.
Y una documentación con la que realizan el acompañamiento a las familias. No solo ofrecen información sobre las deposiciones de niñas o niños, o sobre cómo han comido. En Pamplona esto lo solventan con cuadros públicos en las aulas que las familias pueden consultar cuando quieran.
Además de esto en las reuniones pueden enseñar a madres y padres cómo ha trabajado o en qué su hija, o les dan el resultado de un determinado taller.
Tener presente a las familias a la hora de tomar nota de lo que está ocurriendo día a día en el aula, obliga también a las maestras a tener presente que, cada día, al menos en alguna ocasión, han de observar a todos los niños. De esta manera se aseguran de que cuando vengan sus familias a por ellos, podrán llevarse algo de información sobre cómo ha ido el día.
«Tenemos que hacer ver a las familias su propia competencia, y fuerza, por eso estamos obligadas a documentar, es una obligación, no una elección», afirma rotunda Rocío. «Un compromiso que tenemos con el niño para hacerle consciente de su propio hacer y con su familia (contribuimos a que tengan una mirada concreta sobre su hijo)».
Rocío, Edurne e Inés coinciden en la importancia de la relación con la familia. El trabajo de documentación no solo es interesante para el acompañamiento de niñas y niños, para crear proyectos interesante o relevantes para las criaturas. “Las familias te agradecen las pinceladas que les das todos los días; te dejan 7 horas a sus hijos y, al venir, por el ojo de la educadora, ven lo que han hecho”, asegura Edurne. “También les invitamos a que pasen una mañana en la escuela, no solo los días de fiesta; entran hasta el aula todas las mañanas al traer a sus hijos y también al recogerlos”.
“La base está en ganarte la confianza de las familias porque te están dejando lo que más quieren”, dice Inés. “hay que ser transparentes: esto es lo que hacemos, mirad”.