Saber programar no sólo asegurará que nuestros alumnos sean capaces de desenvolverse en ese mundo hipertecnológico, sino que es ayuda a desarrollar el pensamiento crítico, la lógica o la creatividad.
Hace unos meses, en una visita a París, Tim Cook, CEO de Apple, realizó la siguiente afirmación: “Si fuera un estudiante francés de 10 años de edad, pensaría que es más importante para mí aprender programación que inglés. No es que esté diciendo que la gente no deba aprender inglés. Pero creo que se entiende cuando digo que la programación es un lenguaje que te permite expresarte con 7.000 millones de personas en el mundo”. Estas palabras suscitaron una gran polémica en su momento, pero nos dan cuenta de la gran importancia que tiene y tendrá el aprendizaje de la programación.
Esta disciplina es cada vez más una parte esencial de nuestras vidas. Está presente en tareas cotidianas de toda índole: cuando consultamos o actualizamos nuestras redes sociales, cuando enviamos un mensaje de texto o incluso cuando arrancamos el motor de nuestro coche. Y el futuro es muy prometedor; términos como “aprendizaje automático”, “realidad aumentada”, “realidad virtual”, etc. son cada vez más comunes, pero aún no podemos siquiera imaginar en qué medida cambiarán la manera en que nos relacionamos con el mundo y con nuestros semejantes.
Un mundo nuevo está a punto de superponerse al actual y hay que programarlo. Pero el aprendizaje de la programación no sólo asegurará que nuestros alumnos sean capaces de desenvolverse en ese mundo hipertecnológico, sino que también les ayuda a desarrollar el pensamiento crítico, la lógica o la creatividad, habilidades de vital importancia a la hora de enfrentarnos a retos de la magnitud del cambio climático o de la escasez de recursos naturales.
Por todo lo anterior, iniciativas como “Programación para todos”, de Apple (un currículo que incluye todo tipo de recursos didácticos, como programaciones para el profesorado, rúbricas de evaluación o apps para el aprendizaje), o “The hour of code”, de code.org (un movimiento que trata de divulgar las bondades de las ciencias de la computación a nivel global) deberían ser un aliciente más para que las autoridades competentes y aquellos centros educativos que aún no lo han hecho apuesten de manera decidida por la implementación de la programación en el aula.