Los profesores asociados de la Universidad española se han cansado. Se han cansado de sus condiciones precarias de trabajo, de ser los últimos monos en los campus, de que se vuelque sobre esta figura buena parte de la carga docente en las universidades pese a que los centros ni siquiera les consideran parte de sus estructuras. Y se están empezando a organizar para protestar, empezando por la Universidad de Valencia, una de las que más tienen, donde llevan más de 50 días en huelga.
La figura del profesor asociado se creó en principio para que profesionales de prestigio ajenos a la Universidad acudieran a impartir sus conocimientos laborales a las aulas como una cosa puntual y excepcional. Pero con el tiempo, sobre todo en la última década o poco más, la figura se ha pervertido. Ante la imposibilidad de contratar, las universidades han obviado los requisitos que marca la ley (ser un profesional de prestigio, tener un trabajo ajeno a la universidad) y han recurrido a este tipo de contrato para cubrir la docencia en sus campus, generando todo un cuerpo de profesores que trabajan en condiciones mucho peores, tanto laborales como de salario, que sus compañeros.
En la Universidad de Valencia, a falta de cifras oficiales, se calcula que uno de cada tres profesores tiene un contrato de asociado. Isabel de la Cruz es una de ellos. Esta licenciada en Sociología, especialidad de antrolopología social, se ha convertido en una de las caras visibles de la plataforma de profesores asociados de la Universidad de Valencia. Hablamos con ella sobre los motivos que les han llevado a la huelga y la situación del profesorado en la Universidad.
¿Por qué han ido a la huelga?
Porque después de varios años de intentar hablar, negociar, llegar a acuerdos para mejoras salariales y de condiciones en el trabajo no hemos logrado nada mediante el diálogo y las reuniones y ha llegado el momento en el que el personal está muy cansado y que la única medida si nadie nos escuchaba era la huelga.
¿Cuáles son vuestras condiciones de trabajo?
Las salariales, horribles. Menos de cinco euros la hora. Se supone que tenemos contratos de tres, cuatro o seis horas semanales. Esta ley es de antes del plan Bolonia, cuando no había créditos. Uno que está con 6+6 (seis horas de clase y seis de tutoría a la semana) tiene 180 horas lectivas y 180 de tutorías. Pero has de preparar las clases, que son horas de trabajo. Con Bolonia hay trabajos que hacer y corregir, etc. Nuestra universidad reconoce que cada hora de clase necesita unas cuatro horas de preparación, así que hay que multiplicar por cinco. Hicimos un cálculo y nos salen unas 1.500 horas, a cinco euros la hora, según las cuentas que echa nuestra propia universidad. Uno no puede llegar a las clases sin preparárselas. Hay que buscar bibliografía nueva, cosas que salen, preparar ejercicios para el alumnado, corregírselos, etc. No se están teniendo en cuenta estas horas. A los demás profesores sí, a nosotros no. Parecería que somos genios y podemos llegar a las clases sin necesidad de prepararlas. Y además, como nos dan muchas asignaturas nuevas, tenemos que pasar muchas horas preparando las asignaturas.
Las condiciones laborales dependen del departamento. Yo comparto despacho con cinco o seis personas más, que no está mal. Pero hay gente que son 16 o hasta 34, esto me lo han dicho a mí. No tienes ni un ordenador, la gente se trae el portátil de casa para trabajar. Todo se hace por internet ahora. En mi despacho hay dos ordenadores para todos. No son condiciones. Como somos los últimos en elegir, siempre nos dejan los peores horarios, las materias que nadie quiere. Eso de que como es un profesional que viene a hablar de sus cosas… El respeto por las materias deja mucho que desear. Varía por departamentos, pero hay algunos que las cambian cada año.
¿No cree que han tardado demasiado en organizarse y protestar? La situación tampoco es nueva, viene ya desde los años de la crisis.
No le podemos echar la culpa a la crisis de todo, viene de antes. Pero sí, es cierto que las universidades descubrieron un filón increíble. Tener un 30% del profesorado (oficialmente, yo creo que somos más) a un precio tan irrisorio les viene de maravilla. Empezaron a contratar a lo loco y ahora tienen un problema. Hemos tardado mucho, sí. Pero se juntan muchas cosas. Hay gente que entra y quiere hacer carrera académica, sobre todo los más jóvenes, y tiene miedo y cree que si levanta la voz no le van a apoyar cuando salga una plaza. La gente siempre está esperando a ver si la cosa se arregla, pero la cosa nunca se arregla. Nos ha costado estos últimos cuatro años, que es cuando hemos tenido reuniones con el rectorado, con la Consejería. En 2011-2012 ya hicimos una huelga, pero fue un poco rara porque la hicimos cuando ya se habían acabado las clases. Pero cuesta, a nadie le gusta ir a la huelga. Ahora los compañeros reconocen que tienen que aguantar la huelga porque no hay opción, pero están deseando que se acabe ya. Además, tenemos el alumnado apoyándonos, pero está sin clase. Hay mucha gente sufriendo. No es nada divertido hacer huelga.
Hace un tiempo se reunieron con algunos miembros de otras universidades para expandir el movimiento reivindicativo por España. ¿Cómo fue aquella reunión?
Nos reunimos en Valencia con varios miembros de otras universidades y se firmó un documento que hemos llamado la Declaración de Valencia por la que se construye una plataforma estatal de PDI asociados de las universidades públicas. La idea es empezar a trabajar para empezar a hacer trabajos conjuntos, reivindicaciones conjuntas y si hay que llevar a cabo acciones, que tengan un carácter más estatal. Ya hemos hecho una cosa, que fue estar en el Congreso con los grupos parlamentarios el otro día para plantear la situación y lo que ocurre. Lo que pasa en Valencia ocurre en todas las públicas, con una pequeña diferencia. En Valencia somos muchísimos asociados y además probablemente los que menos cobran de todo el Estado. Por eso quizá hemos sido los primeros en alzar la voz.
¿Qué les dijeron los grupos?
Nos reunimos con todos menos C’s porque la persona responsable no estaba. Todo el mundo conoce el problema, entiende que es real, que ha habido un desfase y que lo que tenía que haber sido una figura buena, un profesional que venía a impartir docencia, ha derivado en mano de obra barata y precarizada. El problema es que a la hora de poner soluciones la cosa empieza a ser complicada. Unos dicen que hay que esperar a que se organice la carrera académica. Otros estaban dispuestos a reformar la LOU si queríamos (aunque tiene que haber una mayoría suficiente, claro). Estamos trabajando para reformar algunos elementos del artículo 53 que nos están haciendo mucho daño. El propio presidente de la CRUE lo dijo cuando tomó posesión. Que lo sabe y que se siente fatal porque tiene compañeros profesores pobres. Pero si todo el mundo lo sabe y nadie hace nada… Se mantiene porque viene muy bien al precio que le sale. Nosotros hablamos de una externalización de la docencia. Estamos dando el 70-75% de la docencia personas a las no nos consideran con una vinculación real a la universidad. Esto es externalizar un servicio y es serio. Lo de Valencia ha sido tremendo, somos más del 30%, pero es difícil conocer los datos exactos, hemos tenido que ir casi mirando las webs de los departamentos. Se han puesto en marcha muchos grados nuevos, pero a base de tirar de profesorado asociados porque si no no podían. Con mano de obra tirada de precio a la que no se reconoce vinculación alguna.
¿Está la universidad descontrolada?
No creo que sea tanto eso. Se supone que la universidad tiene unos sistemas y dependen de las autoridades. Más bien creo que han querido abarcar cosas sin financiación y han tirado por la calle del medio. Si las comunidades autónomas financian poco porque el Estado las financia poco a ellas, lo que ha pasado es que han visto que tenían un filón para tirar para delante con estos contratos, que cubren muy bien y que no tienen nada que ver con la figura original, que a nosotros nos parece muy interesante para la universidad (bien pagada). Los partidos nos decían que son conscientes de lo que está ocurriendo, que se ha ido de las manos por no decir que están hablando de contrataciones fraudulentas en las que la gente está haciendo cosas para las que no ha sido contratada. No porque está descontrolada, sino porque les viene bien.
Me refería a que más bien parece que no se le pueden pedir cuentas a nadie de esta situación…
Estamos un poco como cualquier institución pública. Las cuentas se rinden, se supone que la universidad es transparente, pero a veces es complicado. La universidad tiene una autonomía que es necesaria, pero a veces con este tipo de cosas es un poco oscurantista. Quien tiene que pedir cuentas es la Administración, que pone el dinero. Los estudiantes tampoco tenían ni idea de la situación de su profesorado hasta hace un par de años. Son instituciones en las que la gente da por sentado que se hacen las cosas bien y realmente nadie pregunta.
¿Tenéis el apoyo de otros profesores más estables?
A título personal ha habido quien se ha acercado a preguntar, pero no como colectivo. Es un poco lo que pasa siempre, mientras no te toque directamente… El estudiantado, a través de sus representantes, sí nos ha hecho llegar su apoyo. Cuando hemos hecho alguna manifestación ha habido más apoyo estudiantil que del profesorado.
Alguien que quiera hacer carrera en la universidad, ¿qué opciones tiene en este momento?
Va mal, y esto es uno de los problemas que tendrán que arreglar las autoridades. Ayudantes, como había antes, no se contratan ya porque son muy caros respecto a un asociado. Entonces tienen que entrar a través de las becas FPU mientras hacen el doctorado, pero son muy difíciles de conseguir y no se dan tantas. Y luego puedes no tener plaza. Tienes que entrar como ayudante doctor, pero para eso tienes que tener la tesis hecha. La gente está entrando como asociada, va haciendo su tesis y ve cómo investigar y publicar para acreditarse y así presentarse a contratado doctor y a partir de ahí tirar. Pero todo con mucha dificultad porque como asociado no puedes investigar, los contratos de un año te lo impiden. En un grupo de investigación ni siquiera puedes ser más que colaboradora porque no tienes vinculación con la universidad. La gente joven lo tiene un poquito duro, van a tener que mirar cómo resuelven esto.