«A los 13 o 14 años estuve muy jodida. Estaba gordita y debido a mi físico empecé a sufrir bullying en la escuela, entonces dije que nunca más, empecé a perder peso, pasé de 90 a 47 kilos, y al mismo tiempo me fui alejando de todos. Yo era de sacar buenas notas y pasé a sacar cincos, no quería que nadie me estuviera encima, tenía amigas y las pasé a considerar enemigas porque se preocupaban por mí pero yo creía que lo único que querían es que volviera a ser una bola». ¿El acoso fue la causa del trastorno alimentario o al revés? «Causa y consecuencia, todo iba ligado», afirma la Niobe.
Ella ahora tiene 25 años, trabaja, tiene pareja y amigas, y se siente especialmente realizada porque puede compartir su difícil experiencia con alumnos de tercero de ESO gracias al programa What ‘s Up: ¿Cómo de salud mental?, iniciado hace un par de años por el Departamento de Enseñanza y la ONG Obertament, entidad especializada en la lucha contra el estigma sobre las personas con problemas de salud mental en cualquier ámbito social. «Se trata de romper el tabú y que en la escuela los alumnos puedan hablar sobre cómo se sienten, este es el primer paso», comenta la Niobe, que añade que la experiencia le ha servido «para reconciliarme con la Niobe adolescente «.
What ‘s up se define como una propuesta pedagógica que involucra el equipo docente mediante la «infusión curricular» para la normalización de la salud mental. Esta infusión consiste en la aplicación de 9 unidades didácticas correspondiente a 6 ámbitos competenciales (matemático, lingüístico, cultura y valores, científico-tecnológico y educación física) en las que, a la vez que se sigue el contenido curricular correspondiente, se aborda el tema de la salud mental. Por ejemplo, en clase de catalán organiza un debate con un presentador, un jurado, y varios grupos de alumnos donde el objetivo es el uso correcto de la lengua pero el tema de debate es la salud mental.
Al final de estas unidades didácticas -cada centro decide cuántas y cómo las utiliza o si introduce alguna adaptación- se hace una sesión con el testigo. «Los alumnos esperan un loco, entonces te ven entrar, te escuchan y se dan cuenta de que eres una persona normal; para ellos esto es un primer choque», explica la Niobe. Durante la charla, añade, «salen cosas muy bonitas y muchos alumnos te dicen que por fin pueden hablar de lo que les preocupaba, que es lo que yo no hice, yo me callé hasta que exploté».
Alumnos de tercero de ESO
El programa -que también cuenta con el apoyo de la obra social La Caixa- se dirige a los alumnos de tercero de ESO porque, según los responsables de Obertament, el 75% de los problemas de salud mental se inician en el adolescencia. El curso pasado llegaron a 1.500 alumnos de 24 institutos repartidos en las comarcas del Urgell, Anoia, Baix Llobregat, Bages y Barcelonès. Este curso la previsión de Enseñanza es que el programa llegue a 3.500 alumnos de 60 centros de educación secundaria, y a medio-largo plazo la idea es ampliarlo a otros cursos de la ESO o incluso de primaria y entidades de ocio. Como testigos cuentan de momento con 34 personas, una de las cuales es Niobe, que tiene toda la intención de seguir haciéndolo.
En la presentación del programa What ‘s Up, hecha hace unos días en Barcelona, sus responsables aseguraron que todos los centros donde se implementó el curso pasado pensaban repetirlo este año, y que se había constatado una disminución significativa del estigma y discriminación en los institutos donde se había aplicado (evaluando cinco de ellos y cinco donde no se había hecho).
Amparo Llopis, coordinadora de ESO del instituto Ventura Gassol de Badalona, recuerda que su claustro recibió la propuesta de implementar el programa con muchas reticencias, a pesar de que desde el Departamento les dijeron que para ello no había que ser experto en salud mental. Al final, sin embargo, la experiencia ha sido muy satisfactoria. «Los profesores nos dimos cuenta que conocemos muchas cosas de nuestros alumnos pero a la vez desconocemos muchas otras, que intentamos trabajar las emociones pero no siempre llegamos», explica Llopis, para la que el momento álgido del programa es la visita del testimonio: «El turno de preguntas se quedó corto, a los alumnos les tocó la fibra y salieron muy conscientes de que un problema de salud mental lo puede tener cualquiera».
Romper el tabú, aseguran desde Obertament, permite identificar el malestar emocional y aceptarlo, tanto por quien lo tiene como por parte de sus compañeros, también provoca que haya más alumnos que recurran al apoyo de su tutor o del psicopedagogo del centro o que aparezcan espacios de confianza donde salgan experiencias que hasta el momento habían sido silenciadas.
Según un estudio sobre estigma y discriminación a los entornos educativos hecho por Obertament y correspondiente al año 2016, alrededor de uno de cada tres alumnos con trastornos mentales han sufrido algún tipo de discriminación en la escuela por parte de sus compañeros, ya sea evitación y rechazo (14,3%), sobreprotección y control (10,8%) o escarnio (10,8%). En un porcentaje inferior, también hay que sufren esta discriminación por parte del profesorado. Esto hace que más de la mitad oculten el diagnóstico, a los compañeros ya los profesores, si bien no siempre lo consiguen, lo que desemboca a menudo en abandono de los estudios o cambio de centro.