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Bob Lenz hace 30 años que se dedica a poner en práctica y teorizar sobre el Aprendizaje Basado en Proyectos. El ABP en inglés es el PBL (Project Based Learning), pero a lo largo de su charla Lenz añade sistemáticamente dos adjetivos: High-quality. No basta con hacer proyectos, sino que deben ser de alta calidad. High-quality project based learning, repite una y otra vez. De hecho, en sus escuelas se utiliza el acrónimo HQPBL, que aquí debería ser ABPAC. Lenz comenzó con el trabajo por proyectos como profesor y, más adelante, como director de una escuela del área de San Francisco donde el alumnado era mayoritariamente WASP (white anglosaxon protestants). «Todo el mundo que venía a visitarnos nos decía que aquello era fantástico, pero que no funcionaría en escuelas situadas en entornos desfavorecidos y multiétnicos, así que tuve que trasladar el método a colegios en barrios marginales para acabar constatando que el ABP no sólo es buenao para todos, sino que aún es mejor para los alumnos con menos oportunidades», afirma.
«Ahora piensa en grupos de dos o tres cómo ha cambiado el mundo desde que vosotros íbais a la escuela», pide Lenz a los asistentes, más de un centenar de docentes que se han dado cita la tarde del jueves 11 a la escuela Virolai. Y cuando ya lo han hecho les dice que piensen en cómo ha cambiado en los últimos 12 años, porque fue cuando apareció el primer iPhone. Y, efectivamente, el primer iPhone ya parece de otra época. El mundo es cada vez más complejo y cambiante, y los niños deben adquirir aquellas aptitudes que los preparen para hacer frente a este mundo. ¿Cuáles son? Entre Lenz y los asistentes van surgiendo varias. Para estar preparado, el joven de mañana deberá tener competencias en resolución de problemas, adaptabilidad a los cambios, deberá saber trabajo en equipo, tener habilidades comunicativas, pensamiento crítico, creatividad…
Pone como ejemplo la robotización y el impacto que está teniendo en la elevada tasa de desempleo de la juventud en Estados Unidos (25%), que contrasta con la bajísima tasa de paro de la población general (3,5%) . «Tenemos que preparar a los chicos para hacer lo que las máquinas no podrán hacer», sostiene Lenz. «En el futuro no habrá menos puestos de trabajo, sino que requerirán habilidades más elevadas, como la creatividad, por ejemplo, que es un ámbito de los humanos», añade. Y es que el mundo laboral y la vida real, sostiene Lenz, está basado en proyectos: «A las empresas cada vez les importa menos el curriculum vitae de los aspirantes a un empleo, lo que quieren saber es en qué proyectos ha trabajado, porque cada vez más trabajos requieren personas con experiencia en proyectos».
Y, en cambio, ¿cómo es la escuela hoy? Para Lenz, ha cambiado mucho menos de lo que ha cambiado el mundo. «La mayor parte del trabajo sigue siendo individual, aún se hacen muchos más deberes que proyectos, cuando la única manera de aprender a trabajar colaborativamente es trabajando colaborativamente», comenta.
Para acabar con algunos mitos alimentados por los detractores de la ABP, Lenz cuenta la historia de tres exalumnos que venían de mundos muy diferentes, con expectativas muy diferentes, y cómo los tres han acabado con carreras exitosas, aunque también muy diferentes. «La evidencia científica nos dice que el alumnado escolarizado con metodología ABP tiene una propensión mucho menor a dejar colgados los estudios, bien sea en el High School (14-18 años) o en la universidad», afirma Lenz.
Los seis criterios de los proyectos de alta calidad
En realidad, el público que Lenz tiene hoy delante no necesita demasiadas razones porque ya cree, una gran parte ya trabaja por proyectos (o por problemas, retos y casos, como me explicará la profesora de Biología del Virolai que tengo lado), y ha venido precisamente para seguir haciéndolo. Pero ¿qué es un High-quality proyecto based learning? «Si quieres saber si tu proyecto es auténtico, pregunta a tus alumnos, incluso los pequeños, si han tenido una experiencia de alta calidad», dice Lenz, ya que «también hay muchas cosas a las que se llama proyectos y que no lo son».
«Leer Shakespeare y hacer una maqueta del teatro Globe no es ABP, y en cambio hacer esto y pensar que se trabaja por proyectos es muy común», dice Lenz. Como pedir a los niños que lleven hojas para hablar de los árboles y empapelar el aula con cartulinas llenas de hojas, me comentará un docente durante la pausa. Los proyectos, si no son high-quality, no generan aprendizaje significativo, no atrapan al alumnado y crean esa sensación entre las familias de que sus hijos se pasan el día jugando en el cole.
En el Buck Institute for Education, que dirige Lenz, han desarrollado toda una teoría sobre las características que debe tener el trabajo por proyectos para ser considerado como tal. Aparecen seis condiciones, que Bob Lenz ha llevado a la sesión. Explicadas de forma sintética serían esto: el proyecto debe suponer un reto intelectual para el alumno y, por eso, hay que ajustarlo a cada edad («no debe ser ni demasiado difícil ni demasiado aburrido», resumirá Lenz); también debe ser auténtico, es decir, debe tener relación con su contexto, con sus vidas; en tercer lugar, debe ser colaborativo, los debe obligar a trabajar con equipos y relacionarse con agentes de fuera de la escuela; debe implicar gestión (management), no se trata sólo de hacer un proyecto sino de gestionarlo; debe comportar reflexión («no puedes aprender a aprender a menos que reflexiones sobre lo aprendido», dice Lenz); y, por último, debe ser público («una vez que el profesor ha revisado el trabajo, éste se hará público, el profesor no puede ser la única audiencia»).
Una plataforma para el intercambio de proyectos
Si tu proyecto cumple todos estos criterios posiblemente es high-quality. Es decir, estás haciendo ABPAC. Y eso es lo que, a su manera, quiere impulsar el Centro Unesco de Cataluña. Según explica su presidente, Eduard Vallory, con este centenar de docentes como base se está creando una comunidad para promover el aprendizaje basado en proyectos enfocados a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). La comunidad se sustentará en una plataforma digital para fomentar el intercambio de proyectos, al igual que hace el Buck Institute of Education, que pone a disposición de cualquiera que se registre en la web alrededor de sesenta proyectos que llama Gold Standard (que serían los mejores entre los high-quality, porque aún incorporarían más criterios, como la participación del alumno en su creación). En septiembre ya habrá una versión beta de esta plataforma, que de momento sólo se abrirá a los usuarios iniciales que la testarán, pero la idea es que más adelante se abra a todo el mundo.
Esta plataforma pretende promover el intercambio y mejora de proyectos centrados en los 17 ODS aprobados en 2015 por Naciones Unidas y que sintetizan los retos globales. El Foro Mundial de Educación que tuvo lugar el mismo año en Incheon (Corea del Sur), promovido por la Unesco y otras agencias de Naciones Unidas, advirtió de que estos Objetivos sólo alcanzarán sensibilizando y capacitando a los niños y jóvenes a través de una educación de calidad inclusiva y equitativa, como recoge el documento de la UNESCO Educación para los ODS.
En diciembre pasado, el Centro Unesco de Cataluña presentó este documento y la iniciativa APB para los ODS de la mano de la directora general adjunta para la Educación de la Unesco y los consejeros de la Generalidad Artadi y Bosch, ya que entiende que la capacitación del profesorado en educación para el desarrollo sostenible pasa también por un proceso de reconversión del sistema «que no puede dejarse en manos del voluntarismo de los profesores», dice Vallory. El programa de Escola Nova 21, ahora ya en su fase final, se enmarcaba claramente en esta voluntad.
Según Vallory «hay un falso debate entre conocimientos y competencias que en realidad está más relacionado con la inseguridad de algunos profesores de secundaria a la hora de trabajar por competencias, porque hemos hecho un curriculum competencial pero falta mucha formación para poder personalizar el aprendizaje, hacer codocencia, ABP, evaluación formativa, etc.». «Entre lo que plantea la agenda mundial y la realidad del aula -añade- hay una gran distancia, como acaban de advertir las responsables de la Unesco y de Unicef en el High Level Political Forum de Naciones Unidas. El objetivo de la Unesco es que el trabajo competencial no sea una anécdota en 2030″.