La educación siempre ha sido un arma política de control de la sociedad. Desde que estamos en democracia, las diferentes normas han velado para asegurar que, dentro de las aulas, se está educando en democracia, libertad, respeto y valores humanos. Sin embargo, en los últimos tiempos, estamos viendo estos valores amenazados por el avance de la ideología de la represión, el ocultismo y el miedo, lo que suena más a una serie de HBO que a la realidad de un país como es España en el siglo XXI.
El pin parental, que ya se ha aprobado en una comunidad autónoma y se ha anunciado en otra, atenta directamente contra los derechos luchados y conseguidos en este país durante décadas. Nos hace retrotraernos a la España casposa del siglo pasado donde la dictadura era la única ley. Además de incidir en su ILEGALIDAD por incumplir diferentes normas y leyes, es necesario ir más allá y poner el foco en la importancia de la repercusión que tendrá que a miles de niñas, niños, niñes y adolescentes se les vete el conocimiento.
No educar en diversidad afectivo-sexual y familiar y en identidad de género es un modo de perpetuar una sociedad basada en la falta de empatía, el desconocimiento y la invisibilidad y, al final de todo ese túnel, encontramos el odio, las agresiones y el sufrimiento. Y es que, asegurar la invisibilidad de la diversidad y alejar al alumnado del conocimiento genera en los menores y adolescentes miedos que se traducen en agresiones y violencia hacia sus iguales.
¿Cuál es el miedo de determinados grupos y partidos políticos a la hora de educar en diversidad? Educando en diversidad gana toda la sociedad. El alumnado menor edad, que no tiene desarrollada su orientación sexual o su identidad de género, aprende desde la empatía que existen diferentes modos de amar y ser y que, aunque sean una minoría, las personas LGTBI existen y tienen derechos y libertades.
Nos aseguramos que la infancia, cuando llegue a la adolescencia, va a poder elegir en libertad lo que su corazón le dicte, porque por mucho que pongamos presas al corazón, éste siempre encuentra la manera de seguir su rumbo. Todos los estudios científicos avalan que la orientación sexual y la identidad de género no se pueden enseñar, no podemos cambiar su deseo. Es así y así tiene que respetarse siempre.
Cuando se difama sobre la educación afectivo-sexual diciendo que se enseñan actos sexuales o de adoctrinamiento, lo único que se hace es tratar de ignorante a la sociedad. Sabemos que esto no está ocurriendo dentro de las aulas por dos motivos: en primer lugar, porque el profesorado trabaja apoyado en la documentación que el propio centro escolar genera y por la normativa autonómica y estatal, velando por la seguridad del alumnado. En segundo lugar, porque la orientación sexual y la identidad de género no se puede adoctrinar. Si así fuese, el 100% de la sociedad actual sería heterosexual y cisexual.
Cuando el alumnado es adolescente y sus hormonas y el deseo empiezan a aparecer, su orientación sexual comienza a asomar la cabeza y es imparable, ya sea heterosexual, homosexual o bisexual. Por su parte, la identidad de género se define a más temprana edad. En ese momento, atendiendo a la normativa del Estado y de las comunidades autónomas, es maravilloso e imprescindible que el alumnado escuche y vea que hay otras maneras de vivir y que todas son válidas y respetables.
Con la educación en diversidad afectivo-sexual, familiar y de género, trabajamos la empatía que tan importante es para ponerse en la piel del otro y para ver que, bajo esa piel, estamos buscando lo mismo: coherencia, amor, libertad, seguridad para ser una ciudadanía sana mentalmente. Con ello, alcanzaremos una sociedad libre de fobias donde los delitos de odio vayan a menos porque estaremos educando desde la raíz, desde la infancia.
Si una persona observa en la adolescencia que su orientación sexual o identidad de género no son normativas, y la educan en diversidad dentro de las aulas, empezará a respetarse, empoderarse y amarse dentro de esa minoría. No pasa nada por salirse de la norma, ¿quién no lo hace en algún aspecto?
Todo esto conllevará que la futura sociedad, que se está horneando en las aulas actualmente, será rica en conocimiento de la diversidad, respeto hacia uno mismo y hacia los demás, empatía, libertad y amor universal. ¿No queremos una sociedad así?
Visi González, coordinadora de Educación de FELGTB