Este próximo miércoles 15 de abril, la ministra Isabel Celáa y los consejeros de Educación abordarán en la Conferencia Sectorial asuntos candentes de cara al final de curso. En la cima de prioridades, destacan los pormenores de la evaluación. Para todas las etapas de escolarización y, muy en particular, en los cursos avanzados de la Secundaria, cuando los estudiantes se juegan titular o no en ESO y Bachillerato. Y, por supuesto, acceder o no a la carrera que tienen en mente, EVAU mediante. En un mar de dudas, el examen más temido se aferra a relativas certezas: en principio se celebrará entre el 22 de junio y el 10 de julio, sujeto a un nivel de optatividad en las preguntas nunca visto.
El clima de opinión previo a la Sectorial se está alimentando de opiniones cruzadas y rumores en tropel. Vuelan confirmaciones y desmentidos, iniciativas autonómicas particulares y peticiones para articular una estrategia estatal. Se reflexiona e improvisa sobre un futuro incierto, con dos grandes escenarios en el horizonte: que los chavales vuelvan en algún momento al aula o que el resto del curso tenga un carácter exclusivamente telemático.
Subyacente a la faceta operativa, aflora un debate que desempolva viejas cuestiones sobre la naturaleza de la evaluación. ¿Formativa o punitiva? ¿Continua o focalizada en el examen? ¿Personalizada o regida por el café para todos? ¿Competencial o memorística? Dilemas especialmente relevantes cuando la excepcionalidad hace casi inviable realizar pruebas uniformes y controladas, que siguen siendo el instrumento de evaluación predilecto del sistema español. O cuando la brecha digital y la enorme disparidad de circunstancias en el hogar muestran, quizá más que nunca, que la gran desigualdad educativa germina y crece fuera de la escuela.
Ampliar o no
Presidente de la Unión Sindical de Inspectores de Educación (USIE), Jesús Marrodán cita otro factor que añade complejidad a la ecuación. «Persiste la duda de si debemos o no avanzar en el currículum. El sentido común nos dice que hemos de reforzar los conocimientos que ya se han impartido. Pero si el confinamiento se alarga el resto del curso, muchos docentes se están planteando ampliar conocimientos, aunque sea de forma limitada y sencilla. Solo reforzar resulta poco motivador».
Sin conocer exactamente qué se va a impartir, se antoja difícil establecer qué se va a evaluar. Y sin tener esto último claro, resulta hasta cierto punto estéril discutir el cómo. El Consejo Escolar del Estado (organo consultivo con representación de toda la comunidad educativa) ha recomendado, tras su última deliberación, frenar en seco los temarios en Primaria. Pero no hay quorum sobre la Secundaria, tema clave que volverá a debatir en una nueva reunión online prevista para primeros de mayo. Las dificultades se centran en los cursos avanzados de la ESO y en el Bachillerato, donde la EVAU condiciona la ductilidad de opciones.
Director del IES Bovalar (Castellón) y referente de la innovación, Toni Solano, apunta a soluciones flexibles: «Quizá se podría ampliar con los que han ido bien en los dos primeros trimestres, para que no pierdan el hilo, mientras nos centramos en la prioridad de rescatar a los que llevaban el curso más precario». Pero admite no tener una opinión sólida para los cursos decisivos. En ellos, asegura, «no puedes hacer tábula rasa, no se puede obviar un trimestre entero»
Aprendizaje competencial
Se avance o no en el temario, los docentes encuentran una enorme fuente de confusión en el nuevo contexto de aprendizaje impuesto por el Covid-19, que plantea otra disyuntiva: ¿se ha de evaluar o no el trabajo online que están haciendo los alumnos? En caso afirmativo, el asunto vuelve a bifurcarse: ¿debe el profesor tener en cuenta las tareas en confinamiento para la nota final, o utilizarlas con un fin meramente formativo, focalizado en un mayor progreso del alumno? Y de nuevo, la cuestión se ramifica: ¿saben o no la mayoría de profesores españoles evaluar sin priorizar la traslación numérica del aprendizaje?
Enrique Navarro, profesor en la Facultad de Educación de la Complutense, se muestra escéptico. «La evaluación formativa de actividades competenciales, con un feedback continuo, sigue siendo minoritaria. El coronavirus está poniendo de manifiesto una contradicción: desde hace tiempo se fomenta la innovación y la adquisición de competencias, pero para titular tienes que superar unas pruebas en formato clásico, demostrando ante todo un dominio de contenidos».
Navarro piensa que la prevalencia de esta pedagogía tradicional explica «que la adaptación esté siendo tan difícil», con muchos profesores limitándose a «enviar a sus alumnos una cantidad inasumible de deberes». Solano argumenta en la misma línea: «si nos hubiéramos creído el aprendizaje por competencias, tendríamos claro qué tareas son productivas para su desarrollo y cuáles son mera reproducción de contenidos. Y no habría estallado el tema de los deberes, que está fuera de toda mesura. Estaríamos trabajando competencias transversales por proyectos online». El director del IES Bovalar está viendo mucha didáctica de corte rígido, estilo «para mañana, actividades del tema 6: todas», pero también un repunte de originalidad, con un buen número de profesores apostando por el fomento de la creatividad: «recreación en vivo de grandes obras de la pintura, vídeo-poemas…».
Que nadie se quede atrás
El Consejo Escolar recomienda evaluar el aprendizaje en cuarentena para que los estudiantes «no se relajen», sin dar demasiados detalles sobre las herramientas o fines de la evaluación mientras dure la excepcionalidad. En su opinión, deberían quedar al margen de los procesos evaluativos aquellos chavales con graves carencias tecnológicas en el hogar, para los que se reserva un seguimiento personalizado que evite un ensanchamiento aún mayor de la brecha socioeducativa. Solano conoce de primera mano esta realidad: «Hay chavales en mi instituto que viven en una chabola, sin ordenador ni conexión a internet. Pensar que hay que mandar a todos lo mismo y evaluarles por lo mismo es no haber entendido nada sobre atención a la diversidad».
Marrodán apunta en esta dirección a la hora de fijar las urgencias del cuerpo de inspectores. «Ante todo, debemos comprobar que ningún alumno se queda descolgado, que se garantiza el derecho a la educación para todos. Es lo que estoy haciendo con mis centros: preguntar qué cambios están introduciendo desde el punto de vista metodológico y qué alumnos se están quedando atrás, ya sea por la brecha digital, que ahora ralentiza mucho el aprendizaje, o por la falta de colaboración de las familias. Y detectar esos problemas para buscarles una solución», explica.
Mientras el virus galvaniza reflexiones varias en torno a la evaluación, nadie ignora que resulta necesario atajar el desconcierto. De cara a la Conferencia Sectorial, el presidente de USIE confía en que las administraciones «se coordinen y, bajo el liderazgo institucional del Ministerio», sean capaces de enviar instrucciones «homogéneas» para toda España. Sobre todo en las cuestiones más peliagudas como «los títulos de ESO y Bachillerato, que de hecho tienen validez estatal». Política común no incompatible con una mayor «autonomía de cada centro» para idear soluciones ad hoc.
Solano valora que la inspección esté relajando la presión burocrática. «Se ha dejado de lado la petición de informes, seguimientos…, que era uno de nuestros grandes temores: encima de que nos estamos dejando la piel, que tuviéramos que detallar a la inspección qué se está haciendo en cada asignatura», confiesa. En cualquier caso, Marrodán entiende que es imprescindible modificar «las programaciones didácticas, que contemplan contenidos e instrumentos de evaluación. Si un alumno reclama alguna nota, pensemos sobre todo en Bachillerato, la programación didáctica actual no se ajusta a lo que se está haciendo. Esto tiene que plasmarse de forma más seria, pactada y consistente».
Soluciones de urgencia en toda Europa
En Italia, se discute un borrador que contempla el aprobado general y la promoción automática, con recuperación pertinente a principios del próximo curso. Si la ley entra finalmente en vigor, no habrá exámenes y las notas tendrán en cuenta la trayectoria continua del alumno, antes y después del cerrojo escolar. Francia ha suspendido este curso sus exámenes nacionales en Secundaria, los temidos Bac y Brevet, salvo la parte oral en el primero. Los alumnos obtendrán su calificación a partir de una valoración global del curso, incluido el tercer trimestre.
Todos los países de la Unión Europea se afanan estas semanas en aprobar medidas excepcionales para lidiar con el problema de la evaluación. El próximo 14 de abril, un día antes de que se celebre la Conferencia Sectorial en nuestro país, los ministros de Educación de la UE intercambiarán por videoconferencia información sobre estrategias estatales concretas.
En cuestionario respondido por correo electrónico, una portavoz de la Comisión Europea asegura a El Diario de la Educación que este organismo ha dispuesto un “foro online donde los estados miembros pueden compartir sus experiencias y buenas prácticas durante la transición de la enseñanza, el aprendizaje y la evaluación” a modalidades telemáticas. Para la Comisión, continúa, la prioridad es “evitar que la situación actual aumente la brecha educativa entre alumnos con buena conexión a internet y aquellos sin ella”. Varios países “están proporcionando equipamiento a alumno desfavorecidos, en ocasiones utilizando fondos de la UE”, añade.
La portavoz de la Comisión considera que las herramientas digitales cuentan con “aspectos positivos” como la posibilidad de “ajustar el nivel de dificultad que se exige a cada alumno, así como la inmediatez en el feedback que da el profesor, lo que ayuda a mantener la motivación”.