Desde que el Gobierno anunciase que niñas y niños podrían salir a la calle a partir del próximo día 26 se ha producido un pequeño terremoto de ida y vuelta que ha obligado al Gobierno a cambiar su enfoque inicial, es decir, que pudieran acompañar a algún adulto de la familia a las actividades ya autorizadas, como ir a la compra, al banco, a comprar el pan, el periódico o a acercarse a una farmacia.
Tras las críticas, muchas y variadas, que se dieron tras conocerse la noticia el martes pasado, el mismo día se anunció que tendrían permiso para salir a la calle a jugar y pasear. Hace unas horas, el vicepresidente, Pablo Iglesias, daba a conocer algunos detalles más: salidas de una hora, en un radio de un kilómetro de la casa, siempre acompañados por un adulto responsable (también podría ser un hermano mayor). Podrán saltar, correr y bajar algún juguete. No así, utilizar los parques infantiles con elementos como toboganes o columpios. Siempre respetando la distancia social. El vicepresidente también ha nombrado a los niños y niñas que viven en zonas rurales. Podrán pasera por el campo o el bosque.
Una noticia que viene a confirmar algunas de las peticiones que algunos expertos llevaban semanas reclamando. Es el caso de Heike Freire, quien insite en la necesidad de que niñas y niños salgan y puedan jugar en espacios verdes y azules (como playas). La pedagoga también insistía en que no se permitiese el uso de parques infantiles puesto que «el virus permanece de 3 a 5 días en superficies» como plástico o metales.
Desde Save the Children, Carmela del Moral, habla de la necesidad de que se priorice en la desescalada a niñas y niños de 0-6 años siguiendo las recomendaciones de la OMS en relación a las necesidades de ejercicio físico que tienen. También reclama que desde los gobiernos se tenga más en cuenta a la infancia a la hora de hacer las comunicaciones. «Que haya una adaptación del lenguaje y de las normas», afirma, así como que se haga «con criterios de salud pública y de bienestar de la infancia».
«Da la sensación de que dentro del Gobierno hay disparidad de criterio» afirma Heike Freire. Sobre todo, después de lo vivido el martes. La experta critica la actuación del grupo de expertos que están asesorando al Gobierno en cuanto a la salida de menores de sus casas. Pero se muestra «contenta» porque «hemos conseguido adelantar la fecha de salida de los niños dos semanas».
Para Freire, todo el problema surgido esta semana «viene de no considerar a la infancia en sus necesidades y derechos», lo que demuestra, según su ponto de vista, que no hay una estrategia, ni progresividad en las medidas ni análisis de riesgo. Eso sí, «de esta situación podemos aprender».
Del Moral explica que desde Save the Children se ha defendido el confinamiento de la infancia desde el punto de vista de la salud pública, pero también la necesidad de tener en cuenta los derechos de niñas y niños, el interés superior que debe regir toda normativa. Defiende que la salida, ahora permitida, debería responder no tanto a la situación de saturación de las familias como «al derecho de niños y niñas y, realmente, a su bienestar».
Un bienestar, así como un desarrollo que Freire opina que se ha visto interrumpido de manera abrupta en muchos casos. Desarrollos, por ejemplo, de las habilidades de socialización o de la inteligencia espacial. La experta defiende la necesidad de que niñas y niños salgan a espacios naturales que «les ayuden a digerir la situación traumática, a recuperarse del estrés, la ansiedad y la angustia».
«Le pido al Gobierno que piense en la infancia, que desarrollen su cultura de la infancia, que no la tienen», afirma Heike Freire. Para ella, toda la crisis provocada por la pandemia deja de fondo la cuestión de los cuidados. «Vivimos en una sociedad que no cuida de sus mayores, porque no lo hemos hecho y se han muerto por las condiciones en las que estaban; que no cuida de los enfermos porque descapitaliza la sanidad, y una sociedad que no se ocupa de los niños y niñas. En todo esto, España se ha deshumanizado en los últimos 20 o 30 años».
Infancia culpabilizada
Tanto Heike Freire como el pediatra José María Paricio (ambos han colaborado en la campaña de recogida de firmas #Coronainfancia de change.org), están de acuerdo en que desde el Gobierno, también desde toda la sociedad, se ha tratado de manera injusta a la infancia durante esta crisis. No solo por el confinamiento o el cierre de centros educativos, sino por haberla señalado como un agente contagioso peligroso.
Paricio se muestra «perplejo» por el modo en el que el Gobierno está siendo asesorado. Sobre todo tras lo ocurrido el martes tras el Consejo de Ministros. Para el pediatra «se parte de la presunción falsa que se hizo al principio», es decir, que las y los niños se contagian más, además de ser asintomátios en mayor medida y tener la capacidad de contagiar a más personas.
El pediatra habla de varios estudios realizados desde el mes de marzo en diferentes partes de Europa y que vienen a demostrar que la infancia no se contagia más que el mundo adulto y no está tan claro que, a su vez, contagie a más personas que cualquier mayor. Cita un macro estudio islandés que ha determinado que entre la población asintomática, el porcentaje de adultos que sí tenían el virus era del 1%, mientras que en el caso de la infancia, el porcentaje era de 0. Este mismo estudio determinó que entre quienes mostraban algún síntoma compable, entr los adultos, había un 14% contagiado de COVID19. Entre las y los niños, la mitad, el 7%. El estudio, explica, se realizó entre marzo y primeros de abril.
También habla de uno hecho en el sur de Francia. Se siguió el rastro de personas con las que estuvo en contacto un niño de 9 años, contagiado por adultos. En total aparecieron 127 entre compañeros de clase y docentes de la escuela. Mientras que el niño estaba enfermo, ninguna de estas personas fue contagiada.
Para el periatra «estábamos argumentando el confinamiento de niños e incluso el cierre de escuelas en base a una falacia». «Partimos de la base, continúa, de que los niños no están mayoritariamente contagiados en ningún país que ha publicado buenas estadísticas. Hasta de las que publica España se puede deducir». Desde su punto de vista, durante todo este tiempo y con los discursos relativos a la infancia, la gente ha interiorizado «que los niños son contagiosos». Desde su punto de vista «se han restringido sus derechos por completo» y critica, incluso la política de confinamiento sobre la infancia así como el cierre de centros educativos.
Tanto para Paricio como para Carmela del Moral una cosa está clara: el confinamiento de la infancia ha sido posible porque es una población que no tiene voz ni voto. El pediatra lo resume de la siguiente manera
«Lo que no me ha gustado, sentencia, es que se ha hablado mal de ellos desde el primer día, se han dicho cosas muy feas».