Ahora parece que la digitalización se ha convertido en un mantra obligado por culpa de la pandemia de Covid-19, aunque hace años que las diferentes administraciones educativas, estatal y autonómicas, también en otros países, han hecho de este hecho una piedra angular de su actuación en diferentes momentos. Ya lo hizo José Luis Rodríguez Zapatero con la compra masiva de tabletas y su programa Educación 2.0 y, ahora, lo ha hecho de nuevo con la compra masiva de dispositivos para el alumnado que se encuentra en brecha digital.
Pero las evaluaciones de estos proyectos sobre el rendimiento académico de chicas y chicos y su relación con el uso de estas tecnologías no son tan habituales. Por no decir que no se hacen en ningún momento.
Un grupo de investigadoras, Lucía Gorjón, Ainhoa Osés y Sara de la Rica, acaba de publicar una estudio en el que, utilizando datos de PISA 2018, ha intentado entender la relación entre el uso de las tecnologías digitales y el rendimiento del alumnado en estas pruebas, específicamente en los resultados de matemáticas.
Las noticias no son especialmente buenas. El alumnado que hace un uso muy intensivo de dispositivos en su proceso de aprendizaje (más de una o dos veces a la semana) obtiene peores resultados que el resto de sus compañeros que hacen un uso menos continuo. Este alumnado supone, según las cifras que manejan las investigadoras, un 20% del total de alumnos de 15 años.
Eso sí, quieren dejar claro que hay algunas lagunas en la información que manejan que podrían arrojar más luz sobre sus resultados, como saber a qué aulas pertenecen estos alumnos (si van a las mismas a las de otros con mejores datos), quiénes son sus docentes o si estos resultados podrían estrapolarse a otras áreas del informe de la OCDE como ciencias o lectura.
En cualquier caso, señalan las investigadoras, sus resultados son lo suficientemente robustos como para apreciarse en todos los países estudiados (22) así como en las 17 comunidades autónomas.
El alumnado tipo con peores resultados según este estudio es un chico, repetidor y, en la mayor parte de los casos, víctima de bullying.Además, son chicas y chicos de un perfil socioeconómico más alto y se encuentran, sobre todo, en centros privados, sean o no concertados. A esto se suma que en el caso de ellas, todavía sacan peores resultados que ellos (en 13 de la 17 comunidades), así como las y los chicos de bajo nivel socioeconómico, algo que ocurre en 10 de las 17 autonomías.
Los resultados de España para matemáticas en la última edición de PISA fueron de 481 puntos. Sostienen las investigadoras que si descontamos a quienes hacen este uso más intensivo de las TIC con uso educativo, la media habría subido hasta los 492 puntos.
Entre las posibles soluciones que plantean, una de las más importantes y obvias es que las políticas de digitalización de la educación deberían contenerse dentro de un plan integral de implementación en el que, además, se contemplase la necesidad de evaluar los rendimientos del alumnado para poder implementar medidas correctoras en dichas políticas.
También una apuesta por la formación del profesorado sería interesante, como también lo sería que hubiera una comunicación más estrecha entre centros educativos y familias para que los usos de las tecnologías en el ámbito educativo tuvieran una mayor continuidad entre ambas instituciones.
En cualquier caso, sostienen las investigadoras, «la tecnología no puede sustituir a métodos de enseñanza que carezcan de una sólida fundamentación».