¿En qué podemos distinguir la educación y la socialización?
La socialización es un concepto mucho más amplio, pues incluye múltiples aspectos: la educación formal con titulación, la educación no formal hecha de aprendizajes extracurriculares, las relaciones familiares, amistosas, profesionales, laborales, de vecindad, lúdicas. Y también todos aquellos mecanismos por los que nos adentramos en realidades alejadas o, incluso, desconocidas, en aprendizajes casi espontáneos. A través de imágenes, productos culturales, conversaciones, viajes, foros, discusiones, debates y controversias, hábitos, etc. conformamos una personalidad cambiante a lo largo de la vida, modelada con toda esta enorme cantidad de experiencias y estímulos.
Nadie se forma con modelos de estricta repetición y mimetismo obediente a un modelo fijado de antemano. Aunque –tampoco hay que negarlo– existen en el mundo situaciones de aleccionamiento familiar y de mentoría autoritaria que casi consiguen una adhesión total a principios, conocimientos y habilidades inculcadas a machamartillo. No lo descartemos, pero sí tenemos que saber que, en la actualidad y en el territorio en el que vivimos, no es lo más frecuente.
Hoy día lo más frecuente es que el catálogo de modelos, mensajes y modas provengan de múltiples lugares y tengan diversos orígenes. Por eso, tenemos que prestar gran interés a la multitud de términos y conceptos no aprendidos, pero repetidos hasta la saciedad hasta normalizarlos, –por ejemplo, “derechos” y de modelos que se muestran profusamente aunque sean casi imposibles de alcanzar para cualquier ser humano (los deportistas de riesgo y de élite)–. Esta nueva realidad socializadora se ha universalizado en lo que va de siglo y va de la mano de los “valores” adheridos a la ideología neoliberal y capitalista extrema, que propugna el éxito personal a cualquier precio, para aprender a poner precio a acciones poco valiosas en sí mismas pero que despiertan deseos e interés de copiar con la esperanza del éxito viral, de ingresos muy elevados, de cientos o miles de adhesiones, de popularidad, de un minuto de gloria, haciendo desprecio de la propia salud, seguridad y dignidad.
Todo este conjunto cultural de modas y modelos de éxito tienen una extensión inconmensurable y no paran de mutar y de crecer, de manera que llegan en muy poco tiempo a muchísimas personas, que se sienten atraidas por estos brillos que tan fáciles parecen de lograr. Entre estas personas hay un número elevadísimo de menores y de mayores jóvenes, pues es la población diana para que todo se extienda rápida y eficazmente. En esta maraña de propuestas se enredan un buen número de adolescentes y jóvenes, que acaban viviendo vidas de postureo 24 horas.
¿Dónde tiene cabida aquí la educación obligatoria que hemos conseguido las culturas democráticas para toda la población? Cuantitativamente: bastantes horas diarias. Cualitativamente: ausencia de interés y atención a un currículo y unos métodos de enseñanza y aprendizaje que, evidentemente, están obsoletos y cierto desprecio al esfuerzo que requiere un aprendizaje a largo plazo y de dudosa finalidad.
Sin embargo y precisamente por ser una oferta pública de educación, no se puede ir desdibujando o ir desapareciendo detrás de escenarios llenos de promesas y de glamour: ganar mucho dinero, mentir para sobresalir, camuflarse en otras u otros, ser influencer, etc…
¿Quién va a querer estudiar muchos años carreras largas para devenir un empleado con poca consideración, precariedad y salario? Estudiar es una inversión a largo plazo y ocupar una pantalla es un trueque rápido de presencia y tiempo por fama y/o ganancia que se rentabiliza en seguidoras/es e incondicionales.
Sin embargo, no podemos abandonar como sociedad la firme creencia de que la educación: enseñanzas y aprendizajes, relaciones, espacios y tiempos compartidos durante años, seguirá haciendo más libres y más iguales a una gran cantidad de niñas y niños que por su condición social, familiar o cultural, no lo tienen garantizado. Este tándem de Libertad+Igualdad inseparables, interiorizadas y no impostadas es uno de los legados más importantes que podemos transmitir como un tesoro.
Lo que sí resulta urgente es transformar los métodos, contenidos y materiales con los que se trabaja en la escuela.