Contribuyó decisivamente la irrupción casual de un elemento, la camiseta verde, que se convirtió en el símbolo que visualizaba a la comunidad educativa y su unidad de acción como una “marea verde”. La camiseta verde con el lema “Escuela pública de tod@s y para tod@s” se había empezado a utilizar en el año 2007 en Vallecas, diseñada por dos padres, Isidro Pérez y Federico Martínez, de la asociación de madres y padres del CEIP Javier de Miguel. Su utilización no había pasado del barrio hasta que en las pruebas externas de ese año, en las que una profesora de la escuela pública fue enviada a aplicar la prueba en un colegio privado concertado, ésta acudió a cumplir su obligación luciéndola. El centro se quejó a la Consejería y sus responsables abrieron expediente a la docente, quien, a su vez, interpuso una demanda contra la Administración. Años después, los tribunales dieron la razón a la docente, pero, entretanto, la apertura de aquel expediente indignó a la comunidad educativa vallecana.
En línea con lo anterior, en la reunión de la Plataforma Regional por la Escuela Pública en la que se preparaba el Consejo de Plataformas del 26 de julio, Teresa Esteban, representante del sindicato STEM, comentó la posibilidad de que la comunidad educativa llevara la camiseta el primer día de clase del siguiente curso escolar, acordándose llevar a cabo esa iniciativa. En esos días, también había aparecido un grupo de Facebook denominado con esa iniciativa. Días después también lo propuso en la asamblea de docentes que se realizó en el IES Beatriz Galindo.
Y el día del Consejo de Plataformas, por iniciativa de Federico Martínez, se llevaron camisetas verdes al IES San Isidro para que las usaran quienes así lo consideraran oportuno. Desde la FAPA propusimos que los integrantes de la mesa de la asamblea lleváramos puesta la camiseta verde para visibilizar nuestro rechazo al expediente abierto a la docente. Atendiendo las peticiones de los medios de comunicación, cinco integrantes de esa mesa que habíamos podido llegar con tiempo antes de su inicio ‒CCOO, UGT, Sindicato de Estudiantes y dos de la FAPA‒, fuimos fotografiados con las camisetas verdes y se ilustraron sus artículos sobre la reunión con fotos dándonos la mano delante de la imagen de un salón de actos repleto de asistentes. Después se incorporaron el resto de integrantes de la mesa ‒STEM, MRPs y FRAVM‒, cuyos representantes no podían llegar antes del inicio del acto. Uno de los medios vinculó la foto con el concepto “marea verde” para trasladar que la comunidad educativa se movilizaba unida bajo un símbolo común. Así, de esa forma tan simple y no premeditada, nació la “marea verde”.
En los siguientes meses se realizaron varias huelgas educativas y manifestaciones, y múltiples concentraciones, todas muy exitosas. El Gobierno de Aguirre encajó muy mal la masiva respuesta que le daba la comunidad educativa madrileña e intentó buscar una forma de deslegitimar la movilización de cuantos reclamábamos una escuela pública de tod@s y para tod@s”. Le pareció encontrarla atacando a las organizaciones por supuesto fraude fiscal en la distribución de las camisetas verdes, pero no le funcionó como hubiera deseado. Entre otras cosas porque Hacienda ni tomo en consideración su denuncia.
El ejemplo de la marea verde madrileña se extendió rápidamente por toda España y tuvo amplio reflejo en otros ámbitos de la sociedad. Fuera del sector educativo, la camiseta verde tuvo su primera copia con la marea blanca, en la defensa de la sanidad pública. De hecho, la primera camiseta blanca mantuvo el diseño de la verde, idéntica tipografía y un lema similar, con el cambio obligado de sanidad por educación y la sustitución de los dibujos de un ámbito por otros vinculados al otro. El concepto de marea se extendió muy deprisa a muchos sectores. Mareas moradas, naranjas y de muchos otros colores se empezaron a visibilizar. Las movilizaciones llevaban años produciéndose y las mareas solo eran nuevos instrumentos para aglutinar los distintos colectivos en cada sector. Finalmente, incluso se potenciaron espacios de confluencia de las distintas mareas, como las Cumbres Sociales, que trataron de coordinar las movilizaciones para reforzarlas sumando todos los esfuerzos.
Desde entonces han transcurrido diez años y en nombre de la marea verde se han realizado muchas declaraciones ante los medios de comunicación, pero hasta la fecha nunca se ha entrevistado a la propia “marea verde”. En esta entrevista imaginaria intento darle voz de forma directa.
Hoy cumples diez años, felicidades. ¿Cómo te han sentado? Hay quien dice que ya has desaparecido, ¿es cierto?
Muchas gracias. He tenido momentos de marea alta y otros de calma chica. Así es una marea, con momentos de marejada y otros de aguas tranquilas. Los primeros cinco años tuve mucha actividad y desde el 2015 estoy en modo marea baja porque tocó frenar el oleaje. ¿Desaparecida? En absoluto. ¿Alguien piensa que el mar ha desaparecido solo porque haya marea baja? Nadie. Es más, todo el mundo sabe que el mar vuelve a reclamar de vez en cuando lo que es suyo, recuperando incluso partes de la playa que se ocupan de forma inapropiada. Con la marea verde pasa lo mismo. Estoy aquí y en cualquier momento agito de nuevo las aguas.
¿Qué pasó en el 2015 para que pasaras a estar en marea baja?
Una mezcla de cosas. La frenética actividad que se desarrolló en los primeros años buscaba frenar las políticas que intentaban destruir la escuela pública, protagonizadas por los gobiernos de Esperanza Aguirre, con Lucía Figar como consejera de Educación. En 2015 ninguna de las dos conservaría ya su cargo, pasando el Gobierno de la Comunidad de Madrid a manos de Cristina Cifuentes, quien nombra consejero de Educación a Rafael Van Grieken. Y las cosas cambian. A esto se añade que las luchas agotan y necesitan momentos de parar y retomar fuerzas, cuando es el momento para hacerlo. Ese fue el momento.
Dices que las cosas cambiaron. ¿Cómo?
El objetivo principal de mi actividad era parar las políticas contra la escuela pública y obligar a los responsables educativos madrileños a sentarse a dialogar y negociar las medidas que se tomaran en educación, en especial hacia la escuela pública. Eso se consigue en 2015, al menos, formalmente. El nuevo consejero -Van Grieken-, reconoció de nuevo a los interlocutores con representatividad real en la comunidad educativa madrileña a las que las anteriores responsables habían intentado ningunear todo lo posible ‒CCOO, UGT y la FAPA, de modo principal‒ por su defensa de la escuela pública desde posiciones progresistas, que son las organizaciones que formaban parte entonces ‒y ahora‒ de la Plataforma Regional por la Escuela Pública y con representación, lógicamente, en el Consejo Escolar de la Comunidad de Madrid. Y pone en marcha los trabajos para intentar lograr un pacto social por la educación en nuestra comunidad. Cuando pides interlocución, diálogo y negociación, y ese escenario aparece, hay que explorarlo. Y eso se hace, entre otras cosas, parando las movilizaciones en la calle. Así que pasé a estar en calma chicha.
Hablas de agotamiento por las movilizaciones.
Sí, su nivel era muy alto en el primer periodo ‒2011 a 2015‒, y las personas a las que se llamaba a movilizarse empezaban a mostrar signos de necesitar tomar aire. También la Plataforma Regional y las plataformas locales lo necesitaban. Llegar a acuerdos, incluso en momentos de lucha unitaria contra un objetivo común, no es nunca una tarea sencilla. Cada entidad y espacio tienen sus propias necesidades internas y hacer conjugar todas no es tarea fácil, por más que entonces se tuviera claro que mi éxito como marea verde pasaba –y siempre pasará‒ por una unidad real de la comunidad educativa. Y luego siempre hay personas, entidades y espacios minoritarios que buscan un protagonismo propio que pone en peligro la unidad de acción. Aunque enarbolen el discurso de la unidad como si les fuera la vida en ello, solo lo hacen por obligación, pero suelen funcionar bajo el prisma de “o estás conmigo o estás contra mí”. Es muy agotador frenar esos intentos desesperados por aparentar una representatividad que no se tiene. Si a esto se une que algunos de estos espacios minoritarios están en manos de personas con intereses muy directos en partidos políticos de menor representación, que basan su discurso en el ataque a los que tienen más para intentar ocupar su espacio, este partidismo es muy perjudicial para la lucha unitaria.
Pero estos espacios a los que te refieres, ¿no los consideras marea verde?
Cualquier persona o entidad que defienda la escuela pública es marea verde. No hablo de legitimidad sino de representatividad y unidad. Toda persona o grupo de ellas, por muy minoritario que sea, tiene legitimidad para defender lo que considere oportuno, siempre que lo haga por cauces democráticos y sus objetivos también lo sean. Pero una persona solo se representa a sí misma, y un grupo de ellas ‒sean tres o veinte las que se reúnan‒ representan a ese colectivo que se reúne de forma periódica, incluya o no el nombre de marea verde en su nombre o su logo. La representatividad real está en las organizaciones que aglutinan a los colectivos educativos, que en la Comunidad de Madrid están en la Plataforma Regional, si son del lado que defiende la escuela pública desde posiciones progresistas; de izquierdas, para que se entienda mejor. Y la unidad se demuestra con los hechos, algo que no suele hacer quien está habitualmente arrojando el término hacia los demás. Es lo mismo que está pasando ahora con la palabra “libertad”, que la está manoseando diariamente la derecha madrileña pero en realidad la atacan con todas sus medidas políticas.
Vale, volvamos a lo importante. ¿Abandonarás pronto la calma chicha o seguirás en ese estado más tiempo?
Eso depende de las organizaciones que movilizan a la comunidad educativa madrileña. Cuando la Plataforma Regional por la Escuela Pública decidió, por la posición de las entidades que la integran, parar para explorar el escenario que se abrió de diálogo y negociación, obviamente mi fuerza para agitar las aguas se paró. Otros sin representatividad han intentado convocarme, pero es lógico que las gotas que me conforman no se hayan movido. Y en el momento en el que la Plataforma Regional y las plataformas locales en defensa de la escuela pública decidan que toca ponerse de nuevo a mover las aguas, la marea volverá a subir y veremos si es necesaria incluso la marejada de fuerza 9 (escala Douglas). Eso sí, no hemos de obviar que los cambios tecnológicos y las relaciones sociales han cambiado, y no solo por efecto de la actual pandemia. En estos momentos se demandan nuevas formas de movilización y protesta. Seguro que se encontrarán para que pueda continuar con la defensa de la escuela pública para conseguir un futuro mejor.
La camiseta verde, ¿sigue siendo tu prenda de vestir?
Por supuesto. La camiseta me dio nombre y no se visibiliza bien la marea verde sin ella. En todo caso, hay personas que se movilizan por la escuela pública y no se la ponen por diversas razones, incluyendo el que algunas no quieran que se les identifique con determinados partidos políticos que han instrumentalizado el concepto de las mareas intentando apropiarse de ellas. Esto ha debilitado la imagen de la camiseta verde, porque había personas en mi inicio ‒y las debe seguir habiendo‒ que sin estar en posiciones progresistas entendieron la necesidad de ponerse la camiseta verde y salir a defender la escuela pública.
Pero al lema de la camiseta verde se le ha atacado por ser político.
Y lo es. En este país se dice que se hace política y que eso es malo, cuando en realidad lo que es perjudicial es hacer política partidista e intentar imponerla por la fuerza a los demás. Pero hacer política no solo es deseable sino que forma parte inseparable de la vida humana. Porque hacer política no es otra cosa que intervenir como pueblo en las cosas que te son propias: construir y ejercer la democracia. Y eso es lo que hace el lema de la camiseta verde “escuela pública de tod@s para tod@s”, lanzar un mensaje que intenta movilizar al pueblo en defensa de lo que es suyo, lo que es de toda la ciudadanía, incluyendo, incluso, a toda aquella que prefiere otro tipo de escuela, pero que sin la escuela pública no tendría garantizado su derecho a la educación aunque no se lo parezca. Yo, la marea verde, soy esa movilización, y soy mucho más transversal, social e ideológicamente hablando, de lo que algunos intentan hacer ver. Es más, mi éxito solo vino ‒y solo volverá‒ potenciando esa transversalidad.
Entonces, ¿a quienes no consideras marea verde es a los partidos políticos?
Al contrario, claro que sí. Representan en los parlamentos a la sociedad, es decir, a quienes conforman la marea verde y a quienes no. Pero los partidos políticos son las estructuras a las que dirigir las reivindicaciones para que las conviertan en propuestas de actuación ante los distintos parlamentos, y a quienes se les demanda que las transformen en realidad cuando lleguen a conformar gobiernos. Lo que no tiene sentido es que los partidos políticos formen parte de los espacios donde se acuerdan las propuestas que les habrán de llegar, porque tendrán la tentación de dirigir esa toma de decisiones, de forma que les lleguen las propuestas que quieren recibir y puedan hacer decaer aquellas que no les interesa que les lleguen. Eso es manipular los movimientos sociales y hay expertos, tanto en la derecha como en la izquierda, en intentar hacerlo. Por eso, en espacios de representatividad real, con gran alcance y transversalidad, los partidos políticos no están integrados ‒o no deben estarlo‒ sino que son y deben ser interlocutores principales. En este caso, así ocurre con la Plataforma Regional por la Escuela Pública; es decir, así ocurre conmigo, la marea verde.
Para acabar esta entrevista, ¿qué le quieres decir en este momento a la sociedad madrileña?
Que reflexione seriamente sobre la necesidad de defender la escuela pública porque, incluso para aquellos que no escolarizan a sus hijas e hijos en ella, es imprescindible que exista y sea potente. Sin una escuela pública fuerte, el derecho a la educación queda muy debilitado, y las personas que integran nuestra sociedad dejan de ser sujetos de derechos para pasar a ser meros clientes. Esto no lo ven muchas personas que optan por la escuela privada, concertada o no, pero deberían verlo. Sobre todo, cuando viven en una comunidad autónoma como la de Madrid, donde la escuela privada concertada se está utilizando temporalmente para acabar con la escuela pública tal y como la hemos conocido, pero a la que la derecha que nos gobierna pretende sustituir por la privada sin concierto a través del cheque escolar, donde solo funcione aquello de “tanto tienes, tanto vales”. Es decir, que la escuela privada concertada, si alguna vez desaparece, lo más probable es que sea a manos de la derecha, porque lo que persiguen es ese cheque escolar y la ausencia de requisitos para recibir dinero público que financie sus negocios privados. Así que, cuando la Plataforma Regional vuelva a mover las aguas y yo, la marea verde, vuelva a incrementar la fuerza de mi oleaje, que toda la sociedad madrileña se ponga la camiseta verde y se movilice, porque sus derechos, utilicen o no la escuela pública, están en serio peligro.