La formación profesional está viviendo uno de sus momentos más dulces en los últimos años, aunque con algunas contradicciones. La crisis de 2008, seguramente, ha sido uno de los acicates más importantes para que muchas personas jóvenes vean en estas enseñanzas una salida más que digna a la situación de precariedad que vivieron cuando el paro comenzó a crecer a pasos agigantados.
En cualquier caso, dese 2018, la formación profesional ha entrado de lleno en el Ministerio de Educación, que ha adoptado su nombre. Desde entonces, sostiene Clara Sanz, secretaria general de FP, el esfuerzo del Gobierno ha estado en la mejora del sistema de enseñanzas profesionales y en la preparación, a base de mucho diálogo, de la futura ley de formación profesional que, prevé, estará publicada a finales de este año o principios del próximo.
La ley, así como otra serie de actuaciones recogidas en el Plan de Modernización presentado el verano de 2020, quieren ser la palanca necesaria para aumentar el número de personas con titulación y cualificación dentro del mercado de trabajo.
Por fin, el proyecto de ley llegará al Congreso. No sé qué previsión tenéis en el Ministerio sobre el proceso parlamentario, si habrá complicaciones o no…
Lo que controla el Ministerio tiene que ver con la tramitación justo hasta ahora. Aventurar cualquier temporalización no es posible. Puedo hablar de lo que nos gustaría, de los deseos. Si todo va bien, la ley podría estar aprobada a finales de año o principios del próximo y eso es lo que nos gustaría.
¿En qué confío? En que sea una ley de consenso como lo ha sido hasta ahora. En FP hemos conseguido movernos en un nivel de debate y discusión en el que hemos dejado de lado cuestiones que no tienen que ver con la formación profesional y centrarnos en lo que los ciudadanos necesitan: crear un modelo que les ofrezca las oportunidades de formación, no solo a los estudiantes sino a los trabajadores, oportunidades de formación a lo largo de toda la vida laboral que garanticen mejor empleabilidad, mejores puestos de trabajo y mejor acceso a estos. Esto es lo que hemos conseguido hasta ahora, durante la elaboración de la ley y de ahí tanto consenso y que todas las aportaciones hayan sido tenidas en cuenta… Es un proyecto de ley absolutamente debatido, participado por todos los que se han considerado actores de la FP y los sectores productivos, las empresas, las CCAA, los sindicatos, los centros… Cualquier grupo de expertos que hemos podido constituir.
Los primeros contactos que hemos tenido con los grupos parlamentarios, antes de llegar a este momento, han sido muy positivos. Todos nos han trasladado su convencimiento de que es imprescindible una nueva ley de FP, porque la que tenemos tiene 20 años y el mercado laboral y las necesidades de entonces no se parecen en nada a este momento, y no podemos seguir así, y en eso hay acuerdo. Confío en que el bien de la ciudadanía esté por delante. Confiemos en poder decir que esta ley se ha hecho por consenso.
Una de las claves de la ley es la flexibilización, la creación de los cinco tipos de formación, desde los micromódulos hasta los cursos de especialización. Será de muy compleja articulación teniendo en cuenta que todas las titulaciones han de ser homologables entre las CCAA y, además, entre la FP del sistema educativo y la FP para el empleo. ¿Cómo se va articular todo eso?
Esta ley es compleja, y su aplicación sería compleja si partiéramos de 0, pero lo que hemos hecho desde 2018 ha sido poner las base que permiten poner en marcha la ley sin grandes dificultades. Hasta ahora hemos tenido dos sistemas, como decías, la FP para el empleo y la del sistema educativo. Ya en la última remodelación del Gobierno, las competencias de la primera pasaron a este Ministerio y ya estaban unidas. A partir de ahí, construimos un sistema unificado. Ya no van a existir las dos, toda la FP es para el empleo, evidentemente. Lo que colocamos en el centro es a la persona, y ya sea esta joven o adulta, esté ocupada o desempleada necesitará, en un momento dado, formarse. Ya no podemos plantear los sistemas de formación como los sistemas iniciales en los que nos formábamos y con eso tirábamos toda nuestra vida profesional. Eso ya no funciona así, de manera que lo que tiene que hacer un sistema es adaptarse a las necesidades, ser lo suficientemente flexible para que cualquier persona, en cualquier momento de su vida y en función de las posibilidades que tiene y lo que necesita, que pueda encontrar la formación. Por eso hemos creado los grados.
Lo que hacemos es dar opciones: desde hacer unas titulaciones como las de títulos de FP de grado básico, medio o superior, de entorno a 2.000 horas, pero esas formaciones se van troceando. Suena regular, pero es muy gráfico. Troceamos la formación de manera que quien no pueda o no necesite hacer una formación de 2.000 horas, pueda hacer una parte, hasta llegar a las microformaciones, las de grado A. Por ejemplo, una persona de 45 años que esté trabajando, tenga cargas familiares y, además, se dé cuenta de que en su puesto de trabajo las tareas están cambiando. Es algo que pasará. Necesita una formación para seguir siendo empleable, para desempeñar las nuevas tareas en su puesto. Probablemente lo que necesita son formaciones menores, no podemos decirle que o hace una de 600 horas o no hay opción. La idea es que pueda hacer una formación de 50 horas que, además, sea acumulable y reconocible. Esto significa que puede ir volcándolo en una mochila formativa que le permita ir sumando y ascendiendo, de manera que si alguien ha hecho una microformación y al año siguiente quiere hacer otra con la que sumar y completar un grado B, irá progresivamente subiendo. Todo será acumulable.
Este modelo es bastante sencillo de implementar y ya estamos trabajando en los desarrollos reglamentarios. Además, para llevarlo a la práctica es infinitamente más operativo porque está destinado a las personas. Es más accesible.
La orientacón profesional se convierte en un elemento fundamental para el éxito de la cualificación de nuestros trabajadores
Uno de los retos será la orientación, tanto de quienes antes estarían al sistema educativo y de quienes están trabajando o desempleados. Imagino que será trabajo de las CCAA. Pero, ¿Cómo se organizará?
La ley insiste mucho en la orientación profesional. Es uno de sus tres pilares. En España es una de las asignaturas pendientes. Nunca la hemos llegado a desarrollar correctamente. La ley plantea que la orientación profesional es fundamental y que se creará un sistema al servicio de cualquier ciudadano, que le acompañe a la hora de decidir en su itinerario formativo y profesional. ¿Dónde estará? Cualquier centro de FP va a tener un servicio de orientación para las personas que la cursan, sean estudiantes o adultos, incluso para microformaciones. También está el sistema de acreditación de competencias profesionales, otro de los pilares. A quienes van a acreditar las competencias hay que darles orientación, explicarles qué se les reconoce y qué itinerario de formación pueden poner en marcha con lo que saben, de manera fácil y asequible, para mantener la empleabilidad, mejorar en el empleo o encontrarlo si no se tiene. Es fundamental en tiempos de cambio, como el actual, con cambio de paradigma económico y con la 4ª revolución industrial. Necesitamos un sistema de orientación profesional que ayude a los jóvenes cuando toman decisiones sobre su itinerario formativo y a todos los trabajadores, bien a los que están en desempleo o quienes están en su puesto de trabajo pero que está cambiando y que tienen que saber en qué formarse y cómo. La orientacón profesional se convierte en un elemento fundamental para el éxito de la cualificación de nuestros trabajadores.
Si te parece, hablamos de la acreditación. El horizonte era la acreditación de 3 millones de personas. Habéis dado un vuelco importante a la forma de acreditarse…
Lo que hemos hecho ha sido lo mismo que comentaba: poner el sistema al servicio de las necesidades de la ciudadanía, que es nuestra obligación. El sistema que había hasta ahora era muy complejo, muy limitado, porque requería convocatoria y cada autonomía lo habría en momentos concretos y para sectores profesionales muy determinados, por ejemplo, para los conductores de ambulancias.
Se trata de un procedimiento dirigido a las personas que menos relación tienen con la administración, porque no tienen titulación, han aprendido trabajando. Por tanto, la administración tiene que ser de fácil acceso. Cuando una persona llega a ella, esta tiene que reconocer, ver qué trae esta persona en su experiencia profesional y qué puede acreditar. Esto tiene que ser sencillo y fácil.
En la ley lo que hemos hecho ha sido convertirlo en un procedimiento permanentemente abierto, igual que ir a solicitar el DNI, por ejemplo. No tenemos que convocar nada. Cualquier persona va a tener derecho a acercarse a cualquier administración para que le reconozca lo que ha aprendido a hacer en su puesto de trabajo, siempre que cumpla los requisitos.
En España, la mitad de la población activa, no tiene acreditación de sus competencias profesionales. Eso no quiere decir que tengamos malos profesionales, los tenemos excelentes. Pero, de cara a cualquier empresa que quiera invertir en nuestro país, de cara a cualquier necesidad de buscar un puesto de trabajo, muchos no pueden acreditar nada de lo que saben hacer. Eso les deja en una situación completamente vulnerable que, como país, no nos podemos permitir. Hablamos de 11 millones de personas.
El anterior modelo, en 10 años, llegó a 300.000 personas. Puede parecer que no es una mala cifra, pero claro, en relación a 11 millones está claro que no es un sistema que funcione. Por eso la ley lo que hace es abrirlo y ya las comunidades están trabajando. Hemos hecho un Real Decreto previo, no hemos esperado a la aprobación de la ley. Nuestra previsión es que en cuatro años podamos acreditar a tres millones de personas. El reto es enorme pero fundamental porque, si a alguien no le reconoces lo que sabe no podrá seguir formándose en aquello que le falta. Y como estamos diciendo, es imprescindible para seguir siendo empleable. Si no, impedimos que esas personas se incorporen a la rueda de la formación.
Parece un reto extraordinario, aunque solo sea por la cantidad de funcionarios que estarán al otro lado, viendo qué ha hecho cada persona y comparándolo con el sistema de cualificaciones… ¿Cómo se va a hacer? ¿Las CCAA van a poder asumir todo este trabajo?
Bueno, lo que hemos hecho ha sido financiar a las CCAA para que lo hagan. Les permite efectivamente organizar esa infraestructura en la que van a estar implicados todos los centros. Ten en cuenta que hay centros de FP desde la familia náutico-perquera hasta la familia de electricidad y electrónica, pasando por sanidad. En principio, cualquier persona puede dirigirse a esos centros en un determinado horario para poder decir: “Llevo trabajando tantos años y lo que hago es esto”, para que se le pueda reconocer por parte de unas figuras que son los asesores y evaluadores. Están todos los docentes del sistema educativo y de la formación para la empleo, pero también expertos de los sectores que van a poder decir si esa persona sabe hacer lo que dice a la vista, también, de la documentación que aporta. Para este proyecto, que es enormemente ambicioso, contamos con la colaboración de los interlocutores sociales: CEOE, Cepyme, CCOO, UGT y también de las Cámaras de Comercio. De hecho, un buen número de comunidades han hecho convenios y acuerdos con Cámaras de Comercio, con sindicatos, con alguna organización empresarial para facilitar que las empresas vayan aportando a sus trabajadores la posibilidad de acreditar las competencias. Es un mecanismo en el que todos estamos sumando. Esto tiene que ver un poco con lo que te comentaba antes del consenso.
Los grandes proyectos que estamos llevando a cabo en formación profesional son fruto del consenso, de la colaboración público-privada que es fundamental, del contacto con la empresa porque no puede haber una FP de calidad si no está próxima a la empresa.
Es la pescadilla que se muerde la cola. Como los estudiantes no elegían FP no había que crear plazas y, por tanto, eran unas enseñanzas que se han mantenido estancadas porque no ha sido una prioridad para ningún gobierno
Otro de los retos que me parece muy importante es el de la falta de plazas para asumir toda la demanda. En territorios como la Comunidad de Madrid todos los años hay denuncias de los sindicatos porque decenas de miles de chavales se quedan fuera del sistema público. Hace unos días, revisando las estadísticas del Ministerio vi que en los últimos 7 u 8 años el número de centros había permanecido muy estable. Los privados, sí han tenido un ascenso, siempre una curva de ascenso. ¿Cuál es el reto como Ministerio y con las CCAA?
Estamos en un momento que hay que poner en perspectiva. Creo que tenemos que felicitarnos porque uno de los principales retos que teníamos cuando empezamos a trabajar en el Ministerio en 2018 era transformar no solo la FP para dotarla de mayor calidad y convertirla en una opción de primer nivel, sino cambiar otra cosa más difícil: el reconocimiento social. No se trata de cambiarlo que, siendo complejo, es más fácil, como de cambiar una percepción social afincada. Esta percepción que hemos tenido en España de la formación profesional, que no se comparte en absoluto con cualquier otro país de nuestro entorno, ha lastrado y ha llevado a esto que tú comentabas. Es la pescadilla que se muerde la cola. Como los estudiantes no elegían FP no había que crear plazas y, por tanto, eran unas enseñanzas que se han mantenido estancadas porque no ha sido una prioridad para ningún gobierno. Hasta ahora que este Gobierno lo ha convertido en prioridad de Estado. No por una moda, sino porque se ha convertido en una prioridad para todos los gobiernos. Nos hemos dado cuenta de que el crecimiento económico y el bienestar social pasan por tener a un determinado número de personas bien cualificadas, en una cualificación intermedia. Y ese problema, que lo tienen todos los países europeos, nosotros lo tenemos multiplicado por esto que te comentaba.
Las cosas han ido cambiando y hemos de felicitarnos porque esa percepción social haya ido cambiando, de manera que hemos conseguido que desde el curso 17-18, el curso en el que llegamos, la FP ha crecido un 20% en matrícula; un 9,5%, solo en el curso pasado. Está superando las previsiones de crecimiento que teníamos.
Eso supone que, pese a que la planificación de centros y de matrícula es competencia de las comunidades autónomas, desde el Ministerio, entendiendo que es prioridad de país, hemos apostado por una financiación extraordinaria para acortar el tiempo de redimensionar las plazas que necesitamos para que el mercado disponga de los profesionales que necesita. Hemos concentrado una financiación histórica en FP para crear, al menos, 200.000 plazas. La previsión era en cuatro años. Vamos a crear más a la vista de que nuestras previsiones están funcionando.
En el curso pasado y en este que empieza ya hemos creado, 120.000 nuevas plazas. Financiando a las CCAA. Esas plazas las financiamos para asentar la oferta pública, ahora bien, con nuestros fondos. Las políticas de educación y formación de cada autonomía les corresponden a ellas.
Los centros concertados en FP no llegan al 20% en global y son diferentes en unas comunidades autónomas y en otras. Se han ido abriendo centros privados porque el análisis era evidente, necesariamente la FP sería una prioridad; eso genera interés en el ámbitos privado. En el público, hay CCAA que van un poco más rezagadas y otras más avanzadas en función de cuándo han empezado a trabajar ese posicionamiento de la FP. El convencimiento de su importancia es lo que hace que unas estén mejor posicionadas que otras en cuanto a centros, oferta, etc. Pero en el tiempo que llevamos trabajando y con al financiación del Ministerio, todas las CCAA están haciendo un esfuerzo enorme porque están creando las plazas que estamos distribuyendo. Más allá de las que ellas, con sus presupuestos, puedan o no crear.
Revisando las estadísticas del Ministerio, el grado superior en la pública, por ejemplo, ha ganado unos 30.000 alumnos…
No, no… ten en cuenta que, de las 120.000 plazas que hemos creado, solo estas, creadas el curso pasado y este, como mínimo, el 80% son en centros públicos. Si no es así, las CCAA no pueden aplicar nuestra financiación. No entro a cuestionar lo que han hecho otros equipos.
¿Por qué tenemos que correr tanto en FP? ¿Por qué hacemos tantas cosas? Porque tenemos un largo camino que recorrer. De la misma manera que en otras enseñanzas se ha ido evolucionando, la FP durante muchos años ha sido una enseñanza que a ningún Gobierno le interesó, lo que hace que ahora nos encontremos con la estructura formativa que tenemos, que es irregular. En cualquier país desarrollado la estructura formativa de los trabajadores tiene forma de barril: hay menos gente con cualificación baja, mucha en la intermedia (porque es el músculo de las empresas, la gente de FP, los técnicos), y menos en la alta. En España tenemos una estructura en forma de reloj de arena. Base alta de personas con baja cualificación (35%), que sabemos que no van a poder entrar en el mercado laboral si no mejoran su formación: las estimaciones nos dicen que no más de un 15% de trabajos van a requerir baja cualificación; tenemos un 20% de gente que o se forma o no trabajará. En la parte central se estrecha: tenemos un 25% cuando deberíamos tener un 50%, la mitad de lo que se necesitaría. Y una enorme parte de arriba porque a nivel social hemos pensado que el éxito estaba asociado a llegar a la universidad, por razones que ahora no vienen al caso.
Ahora, lo que tenemos que hacer es convertir la estructura de formación en la que tienen el resto de países. Y esto pasa por la FP. Como tenemos todo el camino, tenemos que correr mucho. Correr mucho no se puede hacer, aunque lo hagamos rápido, de un día para otro. Por eso hay jóvenes que se siguen quedando fuera de la FP. Tenemos que seguir creciendo. ¿Por qué ocurre en unas CCAA más que en otras? Es una cuestión de la programación de la oferta educativa que corresponde a cada autonomía.
En esta línea de crecimiento de los centros privados de FP, hay un gran peso de los centros a distancia. No sé si hay algún tipo de control, de evaluación, algo similar a la ANECA, que certifique este tipo de formación…
La modalidad a distancia ya existía. ¿Qué planteamos en la Ley? Que la modalidad a distancia no puede perder nada de calidad y eso pasa porque cada CCAA tiene que autorizar a todos los centros. Y el requisito imprescindible es que también estén autorizados y tengan los recursos para impartir la modalidad presencial. Es decir, tienes los recursos para hacer que las personas que estén a distancia, si es necesario, acudan para hacer determinadas prácticas. Hemos de cuidar que la autorización de los centros se haga de acuerdo con unos criterios que garanticen la calidad, porque no todo vale. Esto lo hemos hablado mucho con las CCAA.
Ahí la diferencia es entre los centros autorizados para impartir determinados títulos de FP a distancia y otro tipo de empresas, no centros, que los diferencia también la ley, y que pueden confundir a la ciudadanía porque te cuentan que imparten un determinado ciclo de FP pero realmente no son centros autorizados. Son centros que lo que hacen es prepararte para que tú te matricules en las pruebas libres para obtener el título; son academias preparatorias, para entendernos. De esta manera, la ley establece que no pueden hacer ningún tipo de publicidades que puedan confundir. Algo que ya está legislado, pero lo ponemos en la ley para hacerlo más visible.
No son centros de FP y la ley lo deja clarísimo, para evitar el intrusismo y, sobre todo, la mala información a la ciudadanía.
Hablemos del aprendizaje dual. El reto es que toda la FP lo sea. Siempre me ha parecido casi un imposible dado el sistema productivo español, por la gran cantidad de pymes.
Lo que se plantea es que nadie pueda hacer una titulación de FP sin haber pasado una estancia de formación en la empresa, evidentemente con diferentes intensidades. Y la ley plantea dos tipos de intensidad que tienen que ver con la duración de la estancia, pero no solo (el tiempo no hace la calidad) y con cuántos aprendizajes ha adquirido o aprendido en la empresa el alumno.
Podemos hacerlo. Esto está muy trabajado con las organizaciones empresariales y sindicales. En España, la dificultad que tenemos es la red enorme de pymes y micropymes. El reto es conseguir que se incorporen. Tenemos que convencerlas, y es uno de nuestros trabajos, que una gran parte de estas empresas, si no entran en esta dinámica de innovación que será la FP y tienen estudiantes de FP que lleven la innovación a la empresa, se quedarán fuera.
La ley flexibiliza la forma de participar en la FP de manera que las pymes puedan agruparse, que haya organizaciones intermedias que puedan ayudarlas para que no tengan que cargarse de ningún tipo de gestión para acoger a estudiantes; que ciertas empresas próximas puedan formar un paquete por el que los estudiantes vayan rotando de manera que vayan aprendiendo lo que tienen que aprender. Una empresa de grifos, tal vez no cubra todas las necesidades, pero si se agrupa con tres o cuatro más, sí las cubre. Esto es lo que facilita la ley que crea las figuras de prospector de empresas y de organismos intermedios que les ayuden a eso. Esa es la idea. Facilita, por ejemplo, que no tengan que tener un tutor de empresa individual sino que pueda ser compratido… hay muchas vías que tenemos que desarrollar para que las pymes y las micropymes tengan facilidad para entrar en esta dinámica…
El crecimiento económico, el bienestar social, el acceso a un trabajo de calidad pasa, como país, por tener personas formadas
Otra de las dificultades que le encuentro a la formación dual es la posible especialización excesiva de lo que aprende el estudiante. Que acabe solo aprendiendo el proceso de una determinada empresa para hacer algo que no le sea tan rentable si va a otra empresa que utilice un proceso distinto…
Es que no es esa la idea de la dual. La idea es que no se va a la empresa a practicar lo que hacen allí; el estudiante tiene un programa que cumplir, un currículo. Lo que tiene que hacer el centro, con la empresa o empresas, es ver qué cosas de las que hace ella forman parte de aquello que tienen que aprender el estudiante y qué va a trabajar para poder distribuirse y ver cómo cada uno participa en lo que tiene que aprender. La persona, lo que tiene que aprender, en el centro, en la empresa o en ambas, lo aprenderá. Esa es la idea.
Nuestro modelo de FP no es especializado. La FP tiene que formar profesionales con un perfil polivalente. Es hacia donde va el mercado laboral en cualquier país, pero sobre todo en el nuestro, que no tenemos una economía tan especializada.
Lo que realmente están aprendiendo los estudiantes, tanto en el centro como en la empresa, es el currículo que está diseñado y no se puede modificar. Da igual la manera en la que lo aprendas, que es lo que cambia, en una empresa o en otra. Este es el papel de los centros de FP: que tienen el esquema de lo que tiene que aprender alguien para conseguir un título de técnico básico, técnico o técnico superior.
No sé si se te queda algo en el tintero…
Creo que la virtualidad de la ley es que unifica la FP, la moderniza. Supone un salto de gigante hacia adelante y nos ponemos a la cabeza de Europa con un modelo de FP a lo largo de toda la vida, diseñado de manera que toda la formación es acreditable, acumulable, capitalizable. En la que cada persona va a poder tener su hoja de vida formativo-profesional y esto hará posible que los trabajadores de este país estén mucho más cualificados y pertrechados a la hora de afrontar cualquier cambio del mercado laboral.
La ley responde al diagnóstico clarísimo de que el crecimiento económico, el bienestar social, el acceso a un trabajo de calidad pasa, como país, por tener personas formadas en esta cuarta revolución industrial, la de las competencias. Y de eso depende todo. Tener personas formadas en esa franja de formación intermedia que es donde somos deficitarios. Por eso es tan importante y por eso es la gran apuesta. Es, ahora mismo diría, la mayor apuesta. El futuro pasa por la formación profesional, sin ninguna duda. Y si no tenemos una FP de calidad, nuestro futuro como país y a nivel personal estará mucho más comprometido.