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Si escarbamos algo en nuestra memoria, casi seguro que todos recordaremos la historia que vimos en el cine de Nemo, un pez naranja, el pez payaso, y su compañera Dori, ese pez azul, un pez cirujano regal o paleta de pintor… todos tenemos la imagen de estos protagonistas de Buscando a Nemo, ¿verdad?, esa historia tan linda, con final feliz al más puro estilo Disney, donde estos personajes nos hacían despertar mucha ternura. Una Dori, que hablaba “balleno”, que se olvidaba en cada momento de donde estaba o de lo que iba a hacer… pero que siempre repetía: “Sigue nadando, nadando, nadando…”.
Pues si tal día como hoy, este día de marzo, me pides que gire la cabeza y mire lo más lejos que pueda buscando entender, recordar, analizar y escudriñar este segundo curso con el COVID, la imagen que viene a mi cabeza es este lindo pez azul, Dori, que me dice: “Sigue nadando, nadando, nadando…”.
Veo en el horizonte y en la proximidad, en el futuro, el presente y el pasado, veo en todo momento, una comunidad educativa que lo que más le preocupa es “seguir nadando, nadando…”.
Unos padres que necesitan que la escuela siga funcionando cada día, que cada mañana abra sus puertas y reciba a sus hijos para que ellos puedan continuar con su día a día laboral, los meses de confinamiento ya han hecho demasiado daño en sus economías y sus frágiles trabajos tiemblan con estas nuevas embestidas. Unos padres que nos sorprenden, comprometidos y responsables. Que a pesar de las dificultades llaman cada día al centro para decir si su hijo dio positivo en Covid; si dio positivo alguien de la familia y su hijo es contacto estrecho… ¿Cuántos días tiene que estar sin ir al colegio?, con la consiguiente ruptura del ya muy dañado equilibrio familiar… Unas familias que miran hacia adelante deseando normalidad y equilibrio… Unas familias que siguen nadando…
Unos niños deseando venir a la escuela sea como sea. Si con mascarilla, con mascarilla; si a metro y medio, a metro y medio de distancia; si en grupo de convivencia, ¡pues en grupo estable de convivencia!; pero en el colegio, con mis amigos, con mis iguales. Y pidiendo normalidad y naturalidad por todos sus poros pero, a la vez, admitiendo de buena gana todas las normas Covid con tal de que la vida continúe lo más normal, lo más con mis amigos, lo más en el “cole”, lo más cerca del día a día, de lo que era lo corriente de un niño que está creciendo y lo tiene todo por delante en el barrio de San Blas de Madrid. A lo mejor de lo que aprende o no aprende en el cole ni hablamos… pero ¡quiero ir al cole!, porque yo también quiero “seguir nadando, nadando…».
Dos años de pandemia, en un tobogán escolar que ha generado muchos desniveles y fisuras entre unos alumnos y otros
Unos profesores que, si les preguntas, no saben a veces ni qué responder. Que tienen una mezcla infinita de sensaciones cada mañana cuando entran en su aula… alegría, por volver cada jornada a su normalidad; agotamiento, porque ya se alarga demasiado esto de ir a trabajar cada día de puntillas sin saber qué nos vamos a encontrar en el grupo de clase, en el colegio, en la normativa, lo que nos va a contar el coordinador Covid, si nos tocará hacer una sesión on line con el alumno que está en casa, o dejar fotocopias o mandar por correo trabajo, mientras llamas a tres familias que han faltado y con miedo de si se considera brote o no y les manden a casa… a veces el aire no entra en los pulmones…y mientras la nueva Lomloe llamando a la puerta y todos con el objetivo puesto en terminar el curso, en terminar con la pandemia… y la ley a medio desarrollar se va imponiendo con su lentitud propia y dando sustos y fogonazos sobre los criterios de promoción, sobre los alumnos que podrán no promocionar y nos estalla en la cara lo que llevamos dos años intentando nivelar… dos años de pandemia, en un tobogán escolar que ha generado muchos desniveles y fisuras entre unos alumnos y otros. De fondo la duda de si la nueva organización educativa, la nueva norma, podrá compensar y equilibrar todas estas desigualdades generadas. Y la directora que le pregunta qué día se van a ir a vacunar de la dosis de recuerdo para prever su posible baja… eso sí, este curso la sustitución de las bajas ha sido mucho más rápida. Y, mientras, como docente, como maestro…sigues nadando…
Del equipo directivo, de ese casi mejor no hablar. También sigue nadando. Nadando entre planes de contingencias, protocolos Covid, normativa sanitaria que no comprende, al fin y al cabo, son maestros… “Pero, entonces, si el alumno está vacunado con la primera dosis y ha pasado el Covid, ¿se considera pauta completa?”… Sigue nadando… Nadando ante el tsunami de la nueva normativa Lomloe que no termina de ver muy claro dónde va a aterrizar. Nadando contra el desánimo y el agotamiento que a veces quiere entrar en el despacho. Intentando recordar que es motor, que es equipo alentador, herramienta de cambio y generador de expectativas para toda la comunidad educativa. Nadando para dejar su puerta abierta y que todo el que lo necesite pueda entrar: el compañero que cuenta la anécdota divertida o la conversación triste que ha tenido con una familia; el mismo compañero que llama para decir que es positivo, o que lo es su hijo, y que cómo puede hacer, que qué permiso le corresponde; la madre que viene a decir que no pueden pagar el comedor y que les han avisado de su desahucio; las familias que se vuelven a su país porque aquí ya no aguantan más y necesitan el certificado de traslado, o las mismas familias que vienen pidiendo plaza al cole para su sobrino que acaba de llegar y que como su hijo está con nosotros y están tan contentos… una caricia de las familias para el alma que te hace seguir… nadando…
Siguen nadando también las personas que trabajan en el comedor del colegio, que están agobiadas porque tienen dos horas de su sueldo en ERTE y no se las están pagando, ¡Vaya lío tienen en el SEPE!, ¿acaso saben los componentes del equipo directivo exactamente lo que es un ERTE o lo que es el SEPE? (en concreto, yo no…). Y el equipo directivo intenta hacer promesas de futuro cuando sabe que lo único que tenemos por delante es incertidumbre y un gran deseo de tener futuro, pero intentamos proyectar juntos porque lo que más queremos y necesitamos es un horizonte común y queremos ¡seguir nadando juntos!
Sabíamos que la única manera de tener horizonte era que entrara el aire para poder respirar y no ahogarnos
Un equipo de limpieza “de refuerzo Covid” que se desplaza en silencio por el centro cada mañana, “buenos días… buenos días…”, te lo encuentras en cualquier rincón. Lentamente, como el escuadrón de tortugas en la película de Nemo, recorren cada rincón del centro; en el cole es imposible que sobrevivan los virus con tanta limpieza y lo tenemos más limpio que nunca, ¡qué gusto!
Y el equipo directivo quiere soñar, quiere proponer un proyecto esperanzador para todos, aprovechar el cambio de norma, aprovechar los éxitos y los fracasos de estos dos años y hacer una propuesta que rompa con este tiempo que ha transcurrido lento y arrastrado, dejando surcos, arañando esperanzas pero que nos ha enseñado que sabemos y podemos seguir nadando.
Un colegio, una comunidad educativa, que se ha intentado mantener abierta al entorno, aunque la norma decía que había que cerrarse y atrincherarse para protegerse, pero sabíamos que la única manera de tener horizonte era que entrara el aire para poder respirar y no ahogarnos. Cada proyecto que teníamos programado, cada actividad, cada asociación del barrio que colaboraba con nosotros ha seguido haciéndolo, el centro necesitaba vida porque todos sabíamos que había que seguir nadando, esa propia vida, esa propia actividad nos generaba alegría, sentido, esperanza y fuerzas para seguir nadando… Aunque alrededor teníamos un tiroteo de normativa educativa, leyes, normas sanitarias… pero de fondo… “seguíamos nadando…”.
Si me pides que te diga cómo ha sido este segundo año Covid… te contestaría al más puro estilo Dori: “¿Pero es que hemos tenido otro año de pandemia?… ven conmigo y sigue nadando, nadando, nadando…”.
Y esa es la bondad y la dificultad de nuestra escuela, nuestro gozo y nuestra sombra. La escuela, la comunidad educativa, lo que más desea, lo que más anhela, es poder continuar, avanzar, mirar hacia adelante, poder proyectar… lo que más la identifica, nos identifica, es que “seguimos nadando, nadando, nadando…”.