Por un lado las críticas la Lomloe han venido por su apuesta por el aprendizaje competencial, como si las competencias nos hubiesen encontrado desprevenidos a los docentes, teniendo en este aspecto antecedentes variados en diferentes niveles de concreción. La UNESCO en 1996 estableció los principios precursores de la aplicación de la enseñanza basada en competencias al identificar los pilares básicos de una educación permanente para el siglo XXI, consistentes en «aprender a conocer», «aprender a hacer», «aprender a ser» y «aprender a convivir». La Unión Europea se plantea, a partir de 2004, la necesidad de establecer una serie de competencias clave que sirvieran como referencia para los sistemas educativos de los países miembros. En nuestro país ya la Ley Orgánica de Educación (LOE) introducía como novedad la prueba de diagnóstico en la que se evaluaban las competencias básicas alcanzadas por el alumnado. Posteriormente aparece el término “clave”, y hablamos así de competencias clave. En definitiva, no es novedad. Lo que sí resulta novedosa es una apuesta por este tipo de metodología pedagógica tan contundente en la línea de una educación del siglo XXI.
El otro tema que desató ampollas, especialmente en algunas comunidades autónomas, ha sido lo relacionado con el desarrollo sostenible, como si alcanzar la sostenibilidad no fuese un problema acuciante, basta solo releer los tristes récords que enumeraba al principio. Pero a pesar de los desastres que se acumulan, ciertos gobiernos niegan la evidencia y rechazan conceptos como “ecosocial”. En este aspecto, al igual que en las competencias también tenemos referencias anteriores, tanto a nivel global como en la Unión Europea. Por ello, y porque el rigor debe ser siempre una característica inherente a las afirmaciones para no provocar desinformación, haré referencia a esas fuentes previas referidas a la apuesta contundente por la Educación para el Desarrollo sostenible.
A nivel global tenemos como referente a la ONU que desde 2015 promueve los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible), llevando en su propio nombre el concepto de sostenibilidad. Hace cuatro años, en la Cumbre sobre los ODS celebrada en septiembre de 2019, ante la alarma que suponía que quedaran menos de diez años para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, los líderes mundiales solicitaron un Decenio de Acción y resultados en favor del desarrollo sostenible, y prometieron movilizar la financiación, mejorar la aplicación a nivel nacional y reforzar las instituciones para lograr los Objetivos en la fecha prevista, el año 2030, sin dejar a nadie atrás.
En relación a lo anterior, a nivel europeo la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) publicaba en 2018 Marco de Competencia Global. Estudio PISA. Preparar a nuestros jóvenes para un mundo inclusivo y sostenible. (PISA 2018) en el que se habla de educar para la competencia global y se hace referencia expresa a los “retos ambientales” y remite a los ODS:
“Educar para la competencia global puede ayudar a formar nuevas generaciones que se preocupan por cuestiones globales y por hacer frente a retos sociales, políticos, económicos y ambientales. La Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible reconoce el papel fundamental de la educación a la hora de alcanzar metas de sostenibilidad, instando a todos los países a «de aquí a 2030, garantizar que todos los alumnos adquieran los conocimientos teóricos y prácticos necesarios para promover el desarrollo sostenible, entre otras cosas mediante la educación para el desarrollo sostenible y la adopción de estilos de vida sostenibles, los derechos humanos, la igualdad entre los géneros, la promoción de una cultura de paz y no violencia, la ciudadanía mundial y la valoración de la diversidad cultural y de la contribución de la cultura al desarrollo sostenible, entre otros medios» (Meta 4.7, Educación, 2030)
Otro referente europeo muy reciente llega a través de la Comisión Europea, pues publica en este mismo año, 2022, a través del Join Research Centre (JRC) el Marco Europeo de Competencias en Sostenibilidad. GreenComp identifica un conjunto de competencias de sostenibilidad para alimentar los programas educativos para ayudar a los alumnos a desarrollar conocimientos, habilidades y actitudes que promuevan formas de pensar, planificar y actuar con empatía, responsabilidad y cuidado de nuestro planeta y de la salud pública. Este trabajo comenzó con una revisión de la literatura y se basó en varias consultas con expertos y partes interesadas que trabajan en el campo de la educación para la sostenibilidad y el aprendizaje permanente. Este marco se puede utilizar en programas y políticas de educación y formación en entornos formales, no formales e informales. El marco define los cuatro grupos de competencias relacionados con la sostenibilidad que deben adquirir los alumnos de todas las edades.
Por otro lado, también desde la Unión Europea se promueven Iniciativas de educación verde para contribuir a la transición verde y fortalecer las competencias de sostenibilidad de todos los estudiantes. La propia Comisión Europea cita en su web:
“Los estudiantes de todas las edades deben poder desarrollar los conocimientos, las habilidades y las actitudes para vivir de manera más sostenible, cambiar los patrones de consumo y contribuir a un futuro más verde. La educación y la formación tienen un papel clave que desempeñar para ayudar a las personas a pasar de la conciencia sobre el medio ambiente a la acción individual y colectiva.”
Sin embargo, a pesar del progreso y del creciente interés público, el aprendizaje para la sostenibilidad ambiental aún no es una característica sistémica de la política y práctica educativa en la UE. La Comisión Europea está abordando estos problemas a través de una serie de iniciativas como la Coalición de Educación para el Clima, una comunidad creciente de estudiantes y maestros activos en temas de cambio climático y sostenibilidad.
El pasado 16 de junio de 2022, el Consejo de la Unión Europea (UE) adoptó una Recomendación sobre el aprendizaje para la transición verde y el desarrollo sostenible. Esta recomendación proporciona una hoja de ruta para los Estados miembros sobre el apoyo al aprendizaje y la enseñanza para la transición verde y el desarrollo sostenible en todas las fases de la educación y la formación. Pide a los Estados miembros hacer del aprendizaje para la transición verde y el desarrollo sostenible una prioridad en las políticas y programas de educación y formación, brindar a todos los alumnos oportunidades para aprender sobre la crisis climática y la sostenibilidad tanto en la educación formal (por ejemplo, escuelas y educación superior) como en la educación no formal (como actividades extracurriculares, trabajo juvenil).
Mientras todo esto va cuajando, desde la sociedad civil organizaciones como Teachers For Future Spain van lanzando sus iniciativas y propuestas educativas en este ámbito. A veces los cambios se inician desde abajo y llevan la delantera, pero qué duda cabe que la legislación es la que ayuda a consolidar.
Que este curso vaya estupendamente y que en su devenir todavía podamos apreciar el paso de las estaciones antes de que el cambio climático nos las arrebate del todo.