Un tenedor que enfría la comida, una serpiente marina que engulle los plásticos de los océanos, una batería que mientras se toca genera energía para cargar el móvil, un sombrero que contiene un dispensador de pañuelos, un paraguas que se ata a la espalda para poder andar con las manos libres… Todo esto son inventos de niños que han pasado del dibujo al prototipo a través del proyecto Little Inventors, nacido en 2015 de la mano del artista y diseñador inglés Dominic Wilcox. El pasado fin de semana Wilcox pasó por Barcelona en el marco del Festival Fixing the Future, organizado en el CCCB por Abacus y Habilis.cat, y que ha llevado a la ciudad a personas de ámbitos muy diversos con proyectos que tienen como denominador común la voluntad de hacer un mundo mejor.
“Empezamos por casualidad, en mi ciudad natal, Sunderland. Me invitaron a un festival infantil y me dijeron que hiciera lo que quisiera, así que cuando tuve a un centenar de niños y niñas delante les enseñé alguno de mis inventos y les pregunté si querían ser inventores, me dijeron que sí y entonces les entregué una hoja en blanco donde debajo ponía ‘mi invento’, y les invité a hacer un dibujo”, recuerda Wilcox. Y sigue: “Un niño dibujó una pequeña cámara insertada en un diente, que se dispara cuando sonríes, y una niña dibujó una pastilla con dos mitades que te permite decidir qué parte de tu cara quieres que duerma mientras la otra sigue trabajando… ¡Fantástico! Y entonces pensé qué pasaría si nos tomamos las ideas de los niños en serio y las conectamos con adultos con las habilidades y los medios para hacerlas realidad”.
20.000 dibujos de 80 países
Wilcox colgó en internet la actividad que había realizado en Sunderland y rápidamente atrajo la atención de la comunidad educativa y la complicidad de las instituciones. Ahora Little Inventors cuenta con un equipo que lanza retos a los niños y que recoge sus ideas, siempre en forma de dibujo, con la colaboración de escuelas, museos o instituciones educativas. Alrededor de un 1% de los 20.000 dibujos de niños de unos 80 países que han llegado a Little Inventors a lo largo de estos años se ha acabado convirtiendo en un objeto, pero en el 100% de los casos el niño recibe lo que Wilcox llama un “feedback positivo”. “Los chicos y chicas reciben un mensaje de unas líneas agradeciendo y valorando el trabajo; dar ese feedback es importante para generar confianza; la creatividad es algo inesperado, que se sale de la norma y, por tanto, para ser creativo y enseñar tus creaciones debes tener confianza”, explica el artista británico.
“Recogemos todas las ideas, las analizamos y valoramos, y elegimos las que destacan por su originalidad, o por lo divertida o ingeniosa que es, entonces buscamos fabricantes locales, artesanos, diseñadores… cualquier persona con habilidades del área donde se ha hecho el reto, de manera que el niño que ha tenido la idea se reúna, a ser posible en su taller, para explicar la idea con más detalle”, comenta Wilcox. «Una de las dificultades de los niños -añade- es que no siempre comunican sus ideas claramente, o sea que a veces debemos adivinarlas cuando miramos al dibujo». A veces, el dibujo se redibuja, a veces se introduce una animación, pero en la web se pueden encontrar todos los originales.
El principal objetivo siempre ha sido despertar y potenciar el pensamiento creativo del niño, en un sistema educativo, el británico, que según Wilcox está totalmente focalizado en la enseñanza de lengua y matemáticas. «Como los maestros tienen mucho trabajo y, sobre todo, lo han tenido durante la pandemia, los retos que proponemos están ligados al currículo». Trabajan especialmente con alumnado de primaria, pero también han realizado la prueba con estudiantes de instituto y con adultos “y más o menos ha ido todo igual”. “La gente suele decir que los niños tienen mucha creatividad, yo creo que los adolescentes y los adultos tienen la misma creatividad, pero ha estado escondida a lo largo de los años a medida que vamos avanzando por el sistema educativo; los niños tienen la misma creatividad que nosotros, la diferencia es que la suya es libre y que nosotros debemos ir soltando estas capas de inhibición que tenemos”.
Material en abierto
Los maestros que trabajan con Little Inventors pueden descargarse una guía, así como materiales para trabajar en el aula, como vídeos o power points. Todo está en abierto. Y la actividad que se propone puede ser más rápida o más extensa en función de lo que se desee. Con todas ellas se trabajan aspectos de lengua y matemáticas, pero si por ejemplo la idea es lanzar un reto sobre la sostenibilidad del planeta “primero hay que dar una lección de biodiversidad a los alumnos”. Una vez terminada la actividad, los maestros suben los dibujos al sistema, y es aquí cuando se produce el feedback positivo.
“Algunos maestros nos han dicho que es un muy buen proyecto para el inicio de curso, porque les ayuda a conocer mejor a sus alumnos, en especial a los que son más callados”, comenta Wilcox, que recuerda que “yo también fui un niño tímido y académicamente muy normalito, y más tarde, cuando estudié artes, descubrí que podía comunicar conceptualmente mis ideas sin abrir la boca, causando reacciones, esto me cambió”.
Obras inspiradoras
Los dos cientos de objetos originales fabricados por Little Inventors a partir de los dibujos de los niños están repartidos por medio mundo. Algunos los conserva el mismo equipo de Little Inventors, pero otros se han quedado en las escuelas donde se ha hecho el proyecto, como inspiración para el resto de los alumnos. Incluso hay cinco, entre los primeros creados, que ya forman parte de la colección permanente del Victoria & Albert Museum de Londres. Ahora mismo hay algunos que se exhiben en el Palais des Nations de Ginebra, sede oficial de Naciones Unidas en la ciudad suiza, fruto de una iniciativa de la Child Rights International Network. Pero las propuestas que más han volado son los dibujos que seleccionó un astronauta canadiense que había colaborado en un reto con alumnos de este país para mejorar el espacio exterior y que después se llevó en una misión a la Estación Espacial Internacional.
¿Y algún invento podría llegar a ser un producto comercial? “El propósito no es éste, sino despertar la pasión por el pensamiento y la acción creativa, pero de todas formas tampoco se puede descartar”, insiste Wilcox. ¿Por ejemplo? «Pues hace poco hemos diseñado una férula que, aparte de evitar que la parte del cuerpo que sea se mueva mientras se restablece el hueso, también produce pequeñas descargas eléctricas para evitar que el músculo se debilite». La idea es de un niño.