Nacieron a principios de 2018 con el nombre de RAI, siglas que respondían a “referentes de atención educativa inclusiva”. Pero un año más tarde las siglas mutaron en FEI: «formadoras en educación inclusiva». Su función es ser agentes que ayuden a los centros educativos a poner en práctica el nuevo decreto 150/2017, de escuela inclusiva. En total, 19 docentes: dos por cada servicio territorial, excepto Terres de l’Ebre, que tiene 1.
Decía la nota de prensa que el entonces Departamento de Enseñanza envió el 5 de febrero de 2018: “Los RAI deben dar a conocer prácticas de referencia en el territorio, deben colaborar, desde la propia experiencia, en la implementación de medidas y apoyos para que los centros educativos avancen hacia culturas, políticas y prácticas más inclusivas, y deben impulsar la formación de los profesionales de los centros para determinar e implementar procesos de mejora a la hora de planificar la gradación y la intensidad de las medidas y soportes que necesite cada alumno”.
Hablamos con Cristina Cegarra y Mònica Català, las dos FEI del Consorcio de Educación de Barcelona. Ambas son maestras de atención a la diversidad (también llamadas de educación especial) y trabajan a media jornada en una escuela pública (Fluvià y Turó del Cargol, respectivamente) mientras que la otra media ejercen de FEI, y eso significa que, con formaciones presenciales u online, acompañan a centros y profesionales en una cuestión que es tan fácil de decir como difícil de hacer: el cambio de mirada. Como ellas, todas las FEI siguen siendo maestras a tiempo parcial en un centro, una decisión que se tomó desde el primer día para que no se alejaran de la realidad del aula.
“El decreto 150/2017 obliga a un cambio de mirada, puesto que ya no se hace hincapié en el déficit del alumno concreto y en los recursos que necesita, sino en las barreras que hay en el entorno y cómo se pueden eliminar, porque muchas veces el entorno es lo que puede capacitar o discapacitar a una persona”, explica Mònica Català. “Es importante diseñar entornos educativos lo más abiertos y flexibles posibles para que puedan ofrecer oportunidades de participación a todo el mundo, por lo que cualquier recurso que se plantee por un alumno debe revertir en el grupo”, añade Cristina Cegarra.
Un taller de 20 horas para eliminar barreras
Como FEI, explican, la primera barrera que se encuentran es que este cambio de mirada lo ha hecho todavía muy poca gente a pesar de los cinco años del decreto. La segunda es consecuencia de la primera: la carencia de un lenguaje compartido, porque no todo el mundo entiende la idea de inclusión de la misma manera. Y la tercera es que a menudo las confunden con la administración. “Nos preguntan que qué pasa con aquellas horas de monitorización que pidieron, o se esperan recetas mágicas y que les solucionamos la situación, y nosotros debemos aclararles que no somos administración, sino que somos maestras que lo que hacemos es analizar las necesidades y puntos fuertes del centro y provocar espacios de reflexión pedagógica”, comenta Cegarra, para la cual es muy importante que cuando una figura externa se incorpora en un centro se haga “una buena presentación en un claustro pedagógico para que todo el mundo entienda quién es y qué viene a hacer, porque si no te conviertes en un extraño satélite”.
Las FEI imparten el TFEI, un taller de 20 horas que suele dividirse en nueve sesiones y que consta de cuatro bloques: personalización del aprendizaje –que según Català y Cegarra es “lo más importante”–, organización flexible de centro, evaluación formativa y formadora, y acción tutorial y orientación. Sin embargo, antes de empezar deben dedicar un tiempo previo a conocer el centro y a hacer algunas dinámicas para que unos y otros se conozcan mejor con el fin de facilitar este lenguaje compartido.
Cada formación la adaptan al centro al que acompañan, habitualmente a lo largo de un trimestre. En algunos casos en este taller participa todo el claustro (en horas robadas a la pausa del mediodía), y en otros sólo el equipo impulsor, y normalmente las FEI no entran en el aula, si bien “en una ocasión que nos lo pidieron lo hicimos”, comenta Cegarra. “Nos adaptamos a todo –añade–. El curso pasado estuvimos en un centro del Eixample que quiso hacer hincapié en la codocencia para implementarla este curso, estaban muy animados”. Y es que las sensaciones, cuando salen de cada taller «son muy buenas, normalmente ves cambios en la gente».
El DUA (Diseño Universal del Aprendizaje) está muy presente en estos talleres, ya que “ofrece andamios” que permiten superar barreras y acercarse a la deseada personalización. Pero también admiten que, por ahora, «lo que se puede hacer son pequeñas acciones que te permiten ir avanzando», dice Cegarra. Las FEI son formadoras de DUA porque han estado formadas con el programa Fellow Group; durante la pandemia hicieron el DUA básico y más adelante el DUA intermedio, y todavía les falta realizar el avanzado.
Universalizar los soportes
Ambas FEI insisten en el verbo universalizar. En el hecho de transmitir que los soportes deben universalizarse. El decreto 150/2017 distingue entre soportes universales, adicionales e intensivos, y la escuela inclusiva pasa por que la mayoría sean universales. Ellas mismas como FEI y como maestras de atención a la diversidad se definen como soporte universal. “Antes la maestra de atención a la diversidad era la que entraba en el aula para sentarse junto al niño con dificultades, ahora haces codocencia y trabajas para todos”, explica Cegarra, para la que un recurso como el SIEI (Soporte inventiso de escolarización inclusiva), presente en muchos centros “también debe universalizarse, es una dotación de un maestro de atención a la diversidad y un educador que debe poder revertir en todo el alumnado, porque si sólo ponemos la mirada en el alumnado que tiene asignado el SIEI estaremos perdiendo de vista al conjunto”.
¿No les dicen que no faltan recursos?, les preguntamos. “Siempre, pero centrar la inclusión únicamente en los recursos es una mirada muy pobre y posiblemente inmovilista –responde Català–, antes de ver que faltan manos debes ver cómo puedes jugar con lo que tienes; si queremos avanzar hacia la inclusión debemos dejar de hacer algunas cosas de la forma en que las hemos hecho siempre”. Ambas reconocen que esto no es fácil, y que de hecho no lo fue inicialmente ni en sus propios centros que, como los de todas las demás FEI, “los utilizamos de laboratorio”.
Aspectos como la codocencia se complican en cuanto a los institutos, admiten, «pero algunos han sido capaces de hacerlo», apunta Català. “En los institutos el punto de partida es diferente, porque sus docentes no tienen la formación pedagógica que sí tienen los de primaria, y además reciben mucha presión del sistema, ya que al final de su camino están las PAU, pero algunos están cambiando mucho”, añade. Según Cegarra, en el caso de la secundaria “lo importante es conectar con el momento vital de cada persona, ya que tendemos a homogeneizar y a alinear a todos los alumnos en un momento y unos aprendizajes que son los que supuestamente tocan, sin pensar que quizá por la situación emocional o personal de ese alumno se encuentra en otro momento vital”.
Formaciones a demanda
El taller que imparten, el TFEI, es a demanda. No es la administración quien las envía a un centro, sino que son los centros quienes piden el taller y ellas van allá donde las llaman. Su capacidad es obviamente limitada, en la mayor parte de servicios territoriales hay lista de espera, y por eso también realizan formaciones más comprimidas, de una o dos charlas, que llaman “sensibilizaciones a los claustros”. Aparte, Cristina Cegarra y Mònica Català imparten TFEI telemáticos abiertos a cualquier docente de Cataluña, los miércoles de 15.30 a 17.30 h. Son formaciones regladas con inscripción previa y aforo limitado en las que se repasan los cuatro bloques del taller, adaptados al formato online.
Las FEI son una figura bastante desconocida en medio de un sistema enorme, por lo que también dedican parte de su tiempo a darse a conocer, manteniendo un contacto estrecho con los CRP (centros de recursos pedagógicos), así como con la inspección y los EAP, y participando en seminarios de direcciones de centro y jefes de estudio. Y cada mes y medio, aproximadamente, todas las FEI de Cataluña se encuentran en una reunión (presencial u online) en el Departamento de Educación, donde comparten experiencias, alegrías y inquietudes.