En España, tal y como recoge el Estudio Aladino 2019, las cifras no difieren en demasía. Hasta un 17 % de los niños de 6 a 9 años sufren obesidad. Además, en torno al 43 % exceden el peso recomendado conforme a su talla. La cuestión se complejiza aún más si se tiene en cuenta que este incremento del sedentarismo y, por ende, del sobrepeso, es una tendencia que cotiza al alza y que podría dar lugar a grandes complicaciones vinculadas a la salud si no se toman cuanto antes las medidas oportunas.
La situación, explican desde la OMS, resulta, cuanto menos, “preocupante” pues la obesidad se vincula a enfermedades de todo tipo. Sobre todo, cardiovasculares, musculoesqueléticas, hasta trece tipos diferentes de cáncer o diabetes tipo 2, entre otras. El sobrepeso es, además, la causa de más de un millón de muertes al año en Europa, más de un 10 % del total. Asimismo, da lugar al 7 % de los nuevos casos de discapacidad. Todo ello sin contar con los efectos tan perjudiciales sobre la salud mental de quien la padece, tales como la baja autoestima o el rechazo social, factores estrechamente ligados al abandono escolar. Lejos de encontrarse cerca de paliar tales efectos, las autoridades sanitarias europeas reconocen sin pudor que ningún país del entorno se encuentra en la senda adecuada para la reducción de los niveles de sobrepeso y obesidad marcados con vistas al año 2025.
Ningún país se encuentra en la senda adecuada para la reducción de los niveles de sobrepeso y obesidad marcados con vistas al año 2025
Llegados a este punto cabe reflexionar sobre los errores cometidos por los diferentes agentes sociales y políticos, así como el planteamiento de alternativas que contribuyan a mejorar la salud de nuestros niños, adolescentes y jóvenes. Desde Unicef lo tienen claro: el incremento en los niveles de obesidad infantil es “un reto que la salud pública del siglo XXI debe afrontar de inmediato”. El problema, matiza la responsable de Incidencia Política y Estudios de Unicef España, Cristina Junquera, es que se percibe como “algo relevante en la agenda política, pero no urgente”. Así, los esfuerzos de la entidad se centran en “salvaguardar el derecho de la infancia a desarrollarse en entornos protectores”, y es que “en la actualidad existen multitud de evidencias de que los menores crecen en un entorno obesogénico, en el que se combina un estilo de vida sedentario con patrones de alimentación que no alcanza la calidad nutricional suficiente”, explica.
A este respecto, argumentan desde la oenegé, la escuela ha de cumplir “una labor fundamental”, especialmente en materia de prevención. No obstante, para lograrlo son necesarias “responsabilidades y acciones colectivas y coordinadas” por parte de todos los actores implicados. Por un lado, “se debe ampliar el tiempo lectivo destinado a la actividad física y al deporte, algo que no depende de los centros, sino que es competencia directa de quien diseña las leyes educativas”. Por otro, “los decentes deben dar mayor relevancia, como contenido transversal, a la educación para la salud”. Además, “colegios e institutos no pueden desentenderse de lo que ocurre más allá de sus puertas, sino que deben estar al tanto de lo que ocurre en su entorno más próximo y trabajar, codo con codo, con las familias y la sociedad en general”.
Hacer de los entornos escolares lugares para la infancia, seguros y sanos
Otra de las reivindicaciones de Unicef pasa por fomentar “trayectos seguros” que permitan desplazarse a pie a destinos más o menos próximos, algo que compete de manera directa a las autoridades locales. “Queremos que los niños se alejen de los medios de transporte convencionales y vayan caminando al cole, al parque… Pero para ello es necesaria una cierta infraestructura: aceras más anchas, espacios abiertos y adaptados…”, concluye Junquera.
Deporte y nuevas tecnologías, de la mano
Roberto Rivera es profesor de Educación Física en el IES Escultor Juan de Villanueva, en Pola de Siero, Asturias. Sabedor de la enorme atracción que suscitan entre los adolescentes las nuevas tecnologías y con la firme intención de “dar la vuelta a la tortilla” de los hábitos sedentarios relacionados con las pantallas, este docente ha puesto en marcha un programa que fomenta la práctica de actividad física al tiempo que sus alumnos de cuarto curso “trastean” con una conocida red social. A través de la app móvil ‘Strava’, Rivera establece “retos cooperativos” que, una vez alcanzados, se traducen en una mejor calificación en los boletines.
“Al margen del deporte que pueden practicar en clase, hay muchos chavales que no se mueven absolutamente nada en su día a día. Partiendo de este escenario, se trata de plantear actividades al alcance de todos y que, según el disfrute, terminen por generar una cierta adherencia a la actividad física. Por ejemplo, que entre todos corran X distancia durante X meses, sumando tanto el tiempo que dedican en clase como fuera de ella”, explica.
Con esta iniciativa Rivera aspira a alcanzar un cambio de paradigma vinculado a una mayor inclusión: “Siempre ha habido alumnos que se movían más y otros que se movían menos. El problema está en que a estos últimos el sistema no les prestaba atención. Se estimulaba a los capaces, a los que eran más válidos y sobresalían, dejando de lado a aquellos que realmente necesitaban más atención. Ahora esto ha empezado a cambiar y se trata de llegar a todos en función de sus capacidades. Es decir, que vean que todos pueden hacerlo y, en definitiva, que disfruten y lo pasen bien”.
Huyendo en todo momento del potencial competitivo en el que este tipo de planteamientos puede terminar por desembocar, Rivera encamina sus esfuerzos a “encender la mecha para que en el futuro sean conscientes y se responsabilicen de la importancia de cuidar su salud”. También se trata de “fomentar su motivación personal” y que “practiquen algún tipo de actividad deportiva más allá de mis clases” porque “las evidencias científicas dejan claro que con solo dos horas a la semana no es suficiente”. Los postulados de este maestro, tal y como él mismo reconoce, beben de la escuela escandinava, donde los planes educativos recogen hasta cinco horas semanales de Educación Física.
Mayor peso de la Educación Física
En la línea de lo expuesto por Rivera, los maestros de Educación Física apuntan también a las escasas horas lectivas con las que cuenta su asignatura como uno de los principales escollos en la transmisión de hábitos saludables. “Todos somos conscientes de que hay un problema: poderes políticos, colegios y, por supuesto, los maestros. Sin embargo, no terminamos de solucionarlo. Un primer paso sería conceder a la Educación Física el espacio que merece. Necesitamos más horas lectivas. El desequilibrio con otras materias es demasiado grande”, considera Daniel Gómez, docente en el CEIP Arcipreste de Hita de El Espinar, en Segovia.
La reivindicación, no obstante, no impide a este maestro ser consciente de la realidad en la que se mueve y atribuye a los profesionales de la educación la responsabilidad que les corresponde en la lucha contra el sobrepeso y la obesidad: “Lo cierto es que la escuela juega un papel muy limitado. Estamos muy lejos de hacerlo bien. En general, los profesores deberíamos ser mucho más conscientes del enorme poder que tenemos para general hábitos en el alumnado y encabezar esta batalla”.
Se trata de generar curiosidad para que lo que hacemos dentro del cole se haga también fuera. Aunque conseguirlo no es sencillo, creemos que es el camino a seguir
A su juicio, el paso de los años ha traído consigo un viraje en cuanto al tiempo de ocio del que disfrutan los menores: de la práctica física “en la calle” a otras actividades “más sedentarias”. De este modo, aboga por fomentar “la práctica de juegos deportivos que sean sencillos de replicar por los alumnos más allá del aula”. Así, el CEIP Arcipreste de Hita ofrece un extenso programa de actividades al aire libre dentro de su programación. El objetivo no es otro que, una vez finalizado el curso, los niños hayan asimilado tales hábitos y disfruten repitiéndolos en su tiempo libre. “Se trata de generar curiosidad para que lo que hacemos dentro del cole se haga también fuera. Planteamos contenidos muy diferentes, desde rutas en bicicletas a actividades en la montaña, pasando por juegos con patines. Aunque conseguirlo no es sencillo, creemos que es el camino a seguir”.
Gómez también pone la lupa sobre la falta de concreción que rodea a la Educación para la Salud como contenido transversal a todas las materias. Aunque asegura que “este tipo de contenidos que afectan a las diferentes áreas sí se trabajan en clase”, reconoce la necesidad de abordar la cuestión con “mayor profundidad”. “Necesitamos objetivos y programas concretos que sitúen a la Educación para la Salud al mismo nivel que otros contenidos de Lengua o Matemáticas. Incluso que los tan de moda Objetivos del Desarrollo Sostenible. Debemos tomárnoslo mucho más en serio. No puede ser que el cómo y el cuándo tratar estos temas, si es que se tratan, quede a la libre elección del maestro”, zanja.
‘Patios Abiertos’
Con el fin último de paliar los efectos de esta particular “pandemia del sobrepeso”, los expertos señalan hasta cuatro claves en torno a las que construir verdaderos hábitos de vida saludable: una correcta alimentación, bienestar emocional, descanso adecuado y, por supuesto, la práctica diaria de actividad física. Sobre este último pilar se centran los esfuerzos del programa ‘Patios Abiertos – En Plan Bien’, una de las apuestas del Ministerio de Sanidad, en colaboración con el Alto Comisionado Contra la Pobreza Infantil, que parece haberse puesto las pilas en los últimos tiempos para tratar de poner fin al sedentarismo.
En síntesis, ‘Patios Abiertos’ aboga por el aprovechamiento de los espacios escolares más allá de la jornada lectiva, de modo que las infraestructuras se pongan a disposición de los menores para la práctica de todo tipo de actividades físicas. Tales sesiones se ofertan de manera gratuita y corren a cargo de profesionales cualificados. Además, se pretende ofrecer formaciones tanto a familias como a la comunidad educativa encaminadas a fomentar estilos de vida saludable.
El proyecto, que forma parte del Plan Estratégico Nacional para la Reducción de la Obesidad Infantil, ha comenzado ya su andadura en varios colegios públicos de Alcalá de Henares. Se espera que, en los próximos meses, alcance también centros de A Coruña, Alcorcón, Cáceres, Granada y Valladolid, antes de extenderse a todo el territorio nacional. En total, se estima que medio millón de niños y niñas podrán beneficiarse de las actividades propuestas a lo largo del curso.