La educación infantil sienta las bases del desarrollo de nuestra personalidad. Construye nuestra identidad y nuestra forma de entender el mundo que nos rodea; y en función de cómo lo entendamos, nos posicionamos en él.
Cada vez tenemos más clara la importancia de esta etapa para la construcción del autoconcepto y las habilidades sociales necesarias para relacionarnos en el futuro. Por ello, cada día disponemos de más publicaciones y propuestas para trabajar la educación con perspectiva feminista en esta primera etapa.
Nuestro alumnado está comenzando a mirar hacia el mundo y a construirse a sí mismo según su experiencia y su descubrimiento. Ayudar a que esa mirada sea violeta es el deber y el objetivo de las maestras de educación infantil de hoy y del futuro.
Como profesoras de educación infantil, tenemos el entorno perfecto para observar y analizar las características de las diferentes generaciones que van pasando por nuestras aulas. Nuestro alumnado es producto de la sociedad en la que vive y sus comportamientos y dinámicas de convivencia nos proporcionan mucha información sobre la influencia que tiene el patriarcado desde los primeros años de vida.
Desde que comenzamos a formarnos en este ámbito y a observar las dinámicas que se generaban en nuestras clases (poniendo el foco en los roles y comportamientos aprendidos), no hemos dejado de sorprendernos. Es al menos llamativo ver cómo se reproducen los mismos comportamientos año tras otro. Las niñas tienden a ser “educadas, tranquilas, calmadas, colaboradoras…” y los chicos se suelen caracterizar por ser “más agresivos, ocupar más espacio físico, más tiempo y protagonismo en el aula y, sobre todo, por tener mucha más seguridad en sí mismos”. En ambos casos es el claro reflejo de cómo se situarán el día de mañana ante el mundo.
En nuestras manos está la herramienta más potente contra el patriarcado: la educación feminista
Pero ¿qué podemos hacer como maestras ante esta realidad? Desde nuestro papel como dinamizadoras y generadoras de experiencias de aprendizaje, son muchos los matices que podemos modificar en nuestra práctica diaria para provocar un cambio real en los roles de género. En nuestras manos está la herramienta más potente contra el patriarcado: la educación feminista.
Entre compañeras hemos hablado mucho sobre este tema y, aunque seguro que se nos escapan muchas cosas, también hay otras que ya tenemos claras e interiorizadas en nuestra práctica diaria. Es aquí donde sabemos que podemos generar cambios reales, fuera de la conciencia y el diálogo que se dan en las acciones puntuales que giran alrededor de las fechas señaladas, y que también consideramos importantes. Donde realmente tenemos que intervenir es en el día a día de la realidad de nuestro alumnado, y en uno de los entornos más sociales que tienen: el colegio.
Para conseguir esto es importante que las personas que trabajamos en esta etapa tengamos espacios de análisis, diálogo y, por supuesto, formación, ya sea desde la educación formal como no formal. Espacios que nos ayuden a detectar los roles y dinámicas que se dan en nuestras aulas, las prácticas docentes que los potencian y las herramientas y materiales que nos permiten intervenir en ellos. Desde una reflexión personal como adultas se comenzarán a producir variaciones en nuestra manera de actuar en el aula, ya que el cambio de mirada nos dará la oportunidad de transformar las pequeñas cosas del día a día que contribuyen a mantener las desigualdades entre nuestro alumnado. Pero estos espacios no aparecen solos y de forma intuitiva, hay que dedicarles tiempo, organizarlos, dinamizarlos e incluirlos en las organizaciones de reuniones de los centros escolares. El feminismo debe tratarse en las aulas como un contenido más, planificando actividades para abordarlo y dedicándole tiempo en nuestras reuniones de nivel y etapa para llegar a acuerdos sobre cómo lo trabajaremos.
El feminismo debe tratarse en las aulas como un contenido más, planificando actividades para abordarlo y dedicándole tiempo en nuestras reuniones
Ofrecer a las niñas un mayor protagonismo en el aula y el espacio puede ser uno de los primeros pasos. Darles voz cuando se mantengan en segundo plano, evidenciar sus fortalezas, ofrecerles protagonismo y permitirles salir del papel que se les adjudica, aportará libertad a su desarrollo. Dar la palabra de manera igualitaria a unas y otras personas y no en función de su demanda (ya que tenemos identificado que el alumnado masculino ocupa más espacio en las intervenciones públicas).
También es fundamental hacer un reparto igualitario de tareas en el aula. Hay que asegurar que todas las personas de clase se ocupen de ellas por igual, será una dinamización más igualitaria y justa que romperá con los roles establecidos. Esto se puede observar de forma clara en el reparto de responsabilidades fuera del aula, cuando tendemos a pedírselo a las alumnas ya que consideramos que son más responsables y creemos que van a desempeñar la tarea de manera más eficaz. De este modo, fijamos el rol de responsabilidad y cuidado en ellas, y negamos a los alumnos la oportunidad de enfrentarse a esa tarea y la posibilidad de hacerles sentir que ellos también lo pueden llevar a cabo con éxito, que los cuidados no son cosa de las chicas. Este es otro de los aspectos que debemos cuidar para no perpetuar los estereotipos.
Otra de las variantes que procuramos introducir en las aulas es el lenguaje inclusivo. Cuando comenzamos a hablar de personas en género femenino para referirnos al alumnado de la clase, normalmente hay una reacción por su parte, lo que nos obliga a abordar y explicar por qué lo hacemos. A partir de ahí se normaliza, incluyendo a nuestras alumnas de forma explícita en la realidad que sucede a su alrededor, dándoles protagonismo y haciendo consciente a los demás de su existencia.
Ofrecer modelos en los que reflejarse. Esta es otra de las realidades patriarcales que sabemos que nuestra sociedad ha normalizado. Nosotras lo vemos en el predominio de protagonistas masculinos en los cuentos, en la ausencia de artistas femeninas, en los modelos de los trabajos… Tenemos que mostrar modelos femeninos, ofrecer a nuestras alumnas nuevos referentes, enseñar a nuestro alumnado el resto de los papeles que han tenido y tienen las mujeres en el mundo. Lo sabemos, pero tenemos que hacerlo cada día de manera clara y explícita, ya que es tal la influencia y la interiorización de los principios del patriarcado que para que cale el mensaje es imprescindible mostrarlo con claridad y de manera constante.
Tenemos que mostrar modelos femeninos, ofrecer a nuestras alumnas nuevos referentes, enseñar a nuestro alumnado el resto de los papeles que han tenido y tienen las mujeres en el mundo
Las autoras y autores de literatura infantil lo saben y cada vez hay más joyas en nuestras librerías y bibliotecas que nos ayudan hacer un análisis con el alumnado de muchas de las situaciones que vivimos diariamente y que se alejan del objetivo que queremos alcanzar. Es importante que las potenciemos.
Otra de las cuestiones que surgen en nuestras aulas de infantil está relacionada con la identidad de género, que se empieza a construir muy pronto, mucho antes de lo que socialmente está admitido y en cuya evolución tienen un papel importante las respuestas que damos las personas adultas. Desde nuestro punto de vista, en el aula se debe respetar cualquiera de las expresiones relacionadas con la definición de identidad y creemos que es muy importante no llevar a cabo, en nuestras rutinas, acciones que las condicionen. Algunas de nuestras intervenciones se pueden producir en momentos como las asambleas. Uno de los ejemplos podría ser pedir que, en el círculo, se coloquen intercalando niños y niñas, es una acción que desde nuestro punto de vista está condicionado la identidad de nuestro alumnado, aunque este no sea el objetivo que perseguimos. ¿Les hemos preguntado si se sienten niños o niñas?
En nuestra opinión, creemos que el aula es un espacio en el que se puede contribuir de manera muy potente al cambio social y cultural al que aspiramos. Un modelo social igualitario. El cambio está en las pequeñas acciones diarias que van penetrando en ellos y ellas. Como responsables de la educación de nuestro alumnado no podemos dejar de llevar a cabo estas acciones cada uno de los días que estamos en el aula.
Quizá esté más cerca ese momento en el que ser iguales no esté sólo recogido en un papel, sino que sea una realidad en nuestras vidas.
”La genética predispone, el ambiente determina”.
2 comentarios
Un artículo muy interesante, trabajado desde el qué-hacer diario en la escuela para hacer posible la igualdad desde niños y niñas, y sentar las bases para un estilo de vida y sociedad más feminista.
Bravo por este profundo y profesional artículo que abre perspectivas de futuro para la educación infantil. Enhorabuena colegas!!!! Seguid trabajando con ese entusiasmo. y ese amor por las niñas y niños