En el seno del Foro Transformaciones, organizado por la Diputación de Barcelona, Núria Larroya, presidenta de la Federación de Movimientos de Renovación Pedagógica (FMRP) habla de la necesidad de ver la educación como algo que pasa más allá de las aulas y de reconocer la labor de profesionales que, a menudo, son menospreciados, pero que sustentan esta parte tan importante de la vida de cualquier persona, adulta o niño.
¿Cuál es el papel de las entidades en un sector como el de la educación?
Son necesarias básicamente para entender la educación desde un sentido amplio. Ahora que la UNESCO vuelve a hablar de la educación como bien común, debemos aprovechar para insistir en la idea de una educación global, que va mucho más allá de lo que sucede en el aula, porque la escuela no puede hacerse cargo sola de la educación de un niño. La pandemia nos ha dejado claro que la educación es un microcosmos con muchísimos actores imprescindibles y el papel de las entidades es dejar claro que en este ecosistema existen profesionales esenciales más allá de los docentes.
¿Cree que todavía hay una visión de la educación demasiado centrada en la escuela?
Hemos mejorado mucho en los últimos 20 años que llevo trabajando como docente. Pero siempre hay mayor margen de mejora. Y creo que, para seguir avanzando, es necesario que las administraciones se abran a la sociedad, al igual que las escuelas ya hicieron en su momento, para entender que la educación está en todas partes. Necesitamos mucho trabajo de hormiguita para que se acabe de reconocer a profesionales que tienen un papel importantísimo en la educación, si lo entendemos como algo global: son todas las personas que forman parte del cuerpo docente, pero también aquellas que cuidan de nosotros.
¿Cuál diría que es el sector más olvidado?
Hay muchos, empezando por el 0-3 y siguiendo por la educación a las personas adultas oa la universidad. Cuando hablamos de educación nos ceñimos sólo a las etapas regladas, pero también son importantes aquellas que no lo son, las que nos acompañan a lo largo y ancho de la vida.
¿Qué falla?
Carece cooperación. En las escuelas nos pasamos el día enseñando el trabajo cooperativo, pues las administraciones también deberían aprender. Hay muchos departamentos que están interrelacionados cuando hablamos de educación como juventud, deportes, cultura o servicios sociales. Necesitamos un plan a largo plazo para que no nos sirvan los parches. Por eso estamos luchando por tener el 6% del PIB por la educación.
¿Qué se ganaría con esa cooperación?
Calidad educativa. Por eso los movimientos de renovación pedagógica tenemos esta red, que se extiende por todo el territorio. Buscamos un cambio que no podemos conseguir solas: debemos hacerlo en colectivo, que es uno de los recordatorios que se repiten mucho durante jornadas como estas [el Fórum Transiciones]. Escuchas a una gran diversidad de gente diferente que tiene discursos con muchas cosas en común. Los profesionales que nos dedicamos a la educación tenemos claros los cambios necesarios; lo que necesitamos son ayudas sostenidas en el tiempo y que quien gobierne se comprometa con un pacto que no se toque durante un tiempo.
¿Exigimos demasiado a los docentes ya los profesionales de la educación a la hora de realizar estos cambios?
Es verdad que un docente tiene una carga de trabajo altísima y muchos sólo tienen fuerzas para aguantar el día a día, no para preocuparse de ir más allá. Por eso, necesitamos más personal, en las escuelas y en las entidades educativas. Pero no sólo personal docente: hablo de educadores sociales, de psicólogos, técnicos de inserción laboral… Al final la educación es un servicio público y debemos comportarnos como tal.
Antes hablaba de cooperación, ¿quién debe formar parte de estas redes?
Todo el mundo. Desde los jóvenes y niños a catedráticos, pasando por educadoras o trabajadoras sociales. Tenemos consejos de niños, consejos escolares… Pues usémoslos bien, no sólo para ponernos la medallita para decir que los tenemos. La educación debe ser comunitaria y, como tal, debe estar dispuesta a tener las puertas abiertas tener en cuenta las necesidades y preocupaciones de todos.