Madrid es una ciudad que no para de aumentar su tamaño aumentando capas y más capas de barrios que han surgido en las últimas décadas. Esto obliga, por supuesto, a ir aumentando algunas de las infraestructuras para que el correcto funcionamiento de la ciudad sea posible. Una de ellas son los conocidos cantones de basura por los que pasan decenas de camiones pesados cargados de basura cada día, 24 horas, siete días a la semana.
Tres barrios han conocido en las últimas semanas de los planes para ubicar sendos cantone en ellos, a escasa distancia de bloques de viviendas (escasos 12 metros) y de centros educativos. Es el caso de Montecarmelo, cuyo a cantón está proyectado en el solar colindante a su centro de educación infantil y primaria. De momento, los proyectos han sido paralizados a la espera de una posible reubicación.
En el barrio de Montecarmelo no han conseguido que les reciban desde el Ayuntamiento, cosa que sí ha ocurrido, explican desde el AMPA del CEIP Infanta Leonor. Iván Garrido, uno de los miembros de la asociación y padre de un alumno en el centro explica que esperan un «compromiso por escrito» para que el cantón acabe en otra ubicación del barrio. No se oponen a su existencia, que entienden necesaria, pero sí les molesta que comparta tapia con el colegio en el que hay matriculados 600 niñas y niños.
La separación entre ambas infraestructuras sería tanta como los cinco metros de tapia. A las familias les preocupan los olores, el ruido, el tráfico pesado continuo y que el cantón albergue un depósito de gas comprimido. Creen que todos estos elementos dificultaría la vida de niñas y niños en el centro. También del profesorado.
Durante todo el mes de abril y de mayo, están previstas concentraciones cada jueves. Este, volverán a hacerlo. Y el día 6 está organizada una manifestación para recorrer Montecarmelo y Arroyo del Fresno, otro de los barrios afectado por un cantón de basuras.
Sonia Razola es madre de dos en el Infanta Leonor. Un niño y una niña matriculados en 2º y 6º de primaria. Comenta que está proyectado que por el cantón de su barrio pasen 60 camiones diarios. «Camiones de gran tonelaje», todos los días, a cualquier hora. Incide en los problemas de ruido, olores y contaminación. «No entendemos cómo se ha pensado colocarlo al lado de un colegio».
«Hay un déficit de políticas de infancia y adolescencia. Madrid se está convirtiendo en una ciudad turística, de rutas gastronómicas». Carmen Morillas es la presidenta de la FAPA Giner de los Ríos, la federación de familias de la escuela pública.
Para ella, uno de los temas centrales es la participación de la infancia y la adolescencia en las políticas municipales. Esta se reduce a que chicas y chicos preparen una batería de propuestas que lanzar el consistorio y, una vez al año, se celebran sendos plenos con los grupos municipales y, en principio, el propio alcalde. Uno, organizado para niñas y y niños; el otro, para adolescentes. Este año, el alcalde no asistió ni a uno ni a otro. Le sustituyó José Aniorte, Delegado del Área de Gobierno de Familias, Igualdad y Bienestar Social.
Más allá de la ausencia de José Luis Martínez Almeida, Morillas afea que «no hay feedback» de las propuestas que se lanzan. Comenta que una posibilidad interesante sería que niñas, niños y adolescentes pudieran opinar de los presupuestos participativos. «Si la infancia no se siente parte de la ciudad, mal vamos».
Morillas también comenta que desde la Comisión de Expertos del Ayuntamiento de Madrid sobre participación, en la que está representada la FAPA, se ha pedido contactar con la Consejería de Educación de la Comunidad, para que apoye el fomento de la participación en los centros educativos, sin resultado.
Los coles son cocederos
Uno de los problemas más acuciantes de la ciudad, en relación a sus menores, es la situación de los centros públicos de la capital. Se trata de unas infraestructuras antiguas y anticuadas que reciben muy poca inversión para hacer frente a las necesidades, por ejemplo, de climatización, tanto en verano como en invierno.
Morillas se refiere a ellos como «cocederos». Unos lugares poco preparados que, además, están en entornos poco amables. Desde la FAPA señalan cómo incluso los colegios de nueva construcción se siguen construyendo como los anteriores, con patios sin sombras, llenos de asfalto o cemento.
La presidenta de madres y padres critica con dureza, además, las recomendaciones que han lanzado en los últimos días la Comunidad de Madrid para hacer frente a las altas temperaturas de los últimos días. Entre ellas, destaca que se recomienda que niños y niñas coman alimentos con alto contenido en agua, como gelatina, o que se rieguen los centros por las noches, sin especificar quién habría de hacerlo.
Morillas reclama que haya puntos de agua en los patios, por ejemplo. Que se reformen los centros, las fachadas, que se instalen toldos, plantas y árboles para dar sombra y frescor. Hace falta, dice, «un cambio político» puesto que es una simple «cuestión de prioridades».
Entornos escolares
Lo que pasa alrededor de un colegio es importante, también, para lo que pasa dentro. Es, al menos, una de las preocupación de madres y padres en el CEIP Infanta Leonor. Ruidos, olores y tránsito continuo de camiones puede ser perjudicial y molesto a la hora de atender las lecciones del profesorado en el interior del centro.
Una preocupación muy parecida a la que tenían en el CEIP Miguel de Unamuno, en el centro de la ciudad y que tuvo una lucha de meses con unas cocinas industriales que se habían ubicado, también, pared con pared a su centro. La preocupación por los olores y los humos de las cocinas, se unía a que dicha infraestructura se utilizaría para negocios de restauración a domicilio, lo que supondría el paso constante de motocicletas en las inmediaciones del centro, así como de los camiones de distribución.
Noelia Cabezas, de la asociación de familias, se convirtió en protagonista más o menos involuntarias de unas protestas que acabaron con una denuncia contra las cocinas por la licencia de apertura. Explica a este diario, meses después, que las empresas han abandonado la nave industrial, que ahora cobija una empresa de diseño. Lo que no ha cambiado es el recurso que interpuso el Ayuntamiento de Madrid contra la sentencia que daba la razón a las familias. Teme que si el consistorio gana ese recurso, con el tiempo puedan asentarse de nuevo un buen número de cocinas fantasma.
Yetta Aguado es una madre madrileña convertida en activista de la mano de Madres por el Clima y Revuelta Escolar. Dos iniciativas relacionadas pero separadas por una pandemia en el tiempo. Se muestra también muy crítica con las políticas del Ayuntamiento hacia su infancia, particularmente lo que tiene que ver con los centros públicos y muy en especial, con los entornos que los rodean. Es una de las áreas de protesta más importantes de ambas agrupaciones.
Aguado recuerda cómo la eliminación de Madrid Central y la puesta en marcha de Madrid 360 ha acabado con un «primer paso, muy tibio, de cierta pacificación» para implantar uno que ha convertido el centro «en un coladero total» en el que las licencias VTC suponen una «invasión permanente».
Aguado hace un poco de memoria. El movimiento de Madres por el Clima nace en 2019 por el arrastre de Greta Thumberg. Tienen poco tiempo de maniobra porque el confinamiento y la pandemia cambian las prioridades políticas por completo. En ese tiempo, recuerda Yetta Aguado, el ayuntamiento mantuvo cerrados los parques públicos, incluso después del confinamiento.
En este clima de preocupación por la salud de la infancia y los entornos al aire libre en los que ha de moverse con mayor facilidad, nace el movimiento de Revuelta Escolar. Comienza en Barcelona, pero se ha extendido rápidamente por otras muchas ciudades del estado. Entre ellas, Madrid. También es el momento en el la ciudad consigue renovar el título de Ciudad Amiga de la Infancia, otorgado por Unicef.
Revuelta Escolar pretende, según explica Aguado, servir para reactivar un tejido social que había prácticamente desaparecido por culpa de la pandemia y el aislamiento. Es un intento de lanzar propuestas al ayuntamiento. En este tiempo se han reunido con muchas de las áreas, como Medioambiente, con Obras, incluso con la DAT centro.
«Pedimos coordinación para mejorar los entornos escolares», explica Aguado. Coordinación entre Ayuntamiento y Comunidad, que en determinadas cuestiones relativas a la gestión de centros escolares y su mejora y acondicionamiento supone, las más de las veces, una danza en la que se tiran unos a otros la patata caliente y nadie se decide a asumir responsabilidades.
En 2021, a base de movilizarse en público y en privado, y por la iniciativa de Más Madrid y PSOE se aprueba el Plan Integral de Áreas de protección de la salud de la infancia. «No se ha hecho nada, asegura Aguado. Ese es el interés que demuestra» el Ayuntamiento por su infancia.
En este tiempo también hay un cambio en la ordenanza de movilidad sostenible. Consiguen un discreto triunfo, el de introducir el concepto de calle escolar. El objetivo es acercarse a lo que ya se ha hecho en París o también en algunos entornos en Barcelona y que supone cerrar las calles de los colegios al tráfico para que niñas, niños y familias puedan entrar y salir con seguridad de los centros. Aguado señala que lo que, por contra, Madrid solo pone vallas en las aceras para evitar que los peatones invadan las calzadas. Espacios amables, de encuentro, frente a la seguridad y las vallas que pretenden evitar atropellos.
Para Aguado, son necesarios cambios de calado que permitan que niñas y niños «tengan autonomía para que puedan ir solos» al colegio. Y piensa en la importancia de reverdecer las ciudades (y los patios), disminuir la contaminación y aumentar la calidad del aire (por la vía de la supresión del tráfico rodado), que se disminuya la velocidad permitida en áreas cercanas a centros educativos a 20 km/h, o que se haga una potente inversión en la climatización y acondicionamiento de las aulas. A mayores, asegura esta madre, desde Revuelta Escolar defienden la peatonalización; pero hasta que se alcance ese objetivo, hay muchas medidas que pueden tomarse, como la restricción del tráfico en las horas de entrada y salida de las y los menores, como se hace en Londres (y que, asegura, han conseguido entre otras cosas la disminución de un 25 % de la contaminación en dichas áreas).
El próximo 5 de mayo tienen prevista una concentración, desde las 17:00 a las 20:00, frente al Ayuntamiento, en la Glorieta de Cibeles, precisamente para seguir reivindicando espacios seguros, sin coches y limpios para poder moverse.