El informe PIRLS (Progress in International Reading Literacy Study, Estudio Internacional de Progreso en Comprensión Lectora) se centra en el análisis de la comprensión lectora en estudiantes del 4º curso de educación primaria de 57 países. Lo elabora la IEA.
El anterior se realizó en 2016 y que ahora se publica es correspondiente a 2021. Es, según dicen el propio informe, el primero que se realiza internacionalmente después de la pandemia de Covid-19. El impacto del cierre de escuelas parece ser clave y explicar hasta el 28 % de lo que ha ocurrido a nivel internacional, aunque con prudencia se habla de la necesidad de realizar más estudios para confirmar la hipótesis.
En cualquier caso, el nivel de comprensión lectora ha bajado siete puntos, tanto para la media de la OCDE como para España. El informe explica que en España, cinco de esos siete puntos los explicaría el cierre de aulas al final del curso 2019-20.
En cualquier caso, hemos pasado de 528 puntos en 2016 a 521. Se mantiene la misma diferencia con respecto a la media de la OCDE que en la anterior edición estaba en 540 y en esta ha bajado a 533. Nos encontramos en los valores intermedios, pero como sostiene el informe internacional, estamos «significativamente por debajo del promedio», también respecto de la UE, que obtiene de media 528 puntos.
Peor resultado se obtiene cuando se mira un poco más de cerca la composición del alumnado. Según la IEA, la media de la puntuación se puso en 500 puntos en 1995 y, al mismo tiempo, se establecieron cuatro puntos de referencia. Son la frontera entre los cinco niveles de rendimiento que se tienen en cuenta en relación a la comprensión lectora. Es un sistema muy similar al de PISA. Estos puntos de control son 400, 475, 550 y 625.
España se encuentra, dentro de los países de la UE, en los puestos de cola, por delante de Turquía, Eslovenia, Francia y la Bélgica flamenca y francófona. En cualquier caso, tenemos un 5 % de estudiantes en el nivel más bajo, igual que la UE y un punto menos que la OCDE. El 20 % se encuentran en el siguiente nivel por abajo.
El grueso de estudiantes se encuentran en el nivel intermedio, un 40 %. En el siguiente nivel, el intermedio alto, lo engrosaría el 30 % y, finalmente, hay un 6 % en el nivel más avanzado, por debajo claramente del 11 % de la OCDE y del 8 % de la UE.
En este tiempo desde el anterior estudio de 2016, ha habido una caída en la mayor parte de los países que participan. Tan sol seis han vivido subidas, de las cuales, solo la mitad se consideran significativas. La de Irlanda, Noruega y Malta. La isla del Mediterráneo, de hecho, ha vivido una subida expectacular de 63 puntos con respecto a la anterior evaluación internacional que se explica, en parte, porque entonces tuvo una puntuación significativamente baja de 452 puntos. Noruega mejora 22 puntos e Irlanda, 11.
En cualquier caso, España se encuentra entre los 16 países que tienen bajadas significativas, aunque la nuestra es la menor de todas, de tan solo 7 puntos. En la otra punta se encuentra Letonia con un descenso de 30 puntos, o los 17 de Finlandia.
Desde la IEA proponen que el impacto del cierre de escuelas ha sido ciertamente clave en la explicación de la varianza de los datos entre 2016 y 2021. Para ello, proponen estudiar la relación entre los días de cierre y el cambio de la estimación de rendimiento de cada país. Han utilizado, para ello, los datos del informe Panorama de la Educación 2022 en relación a los días de cierre de 2020 y 2021.
Estos datos se han comparado con la variación de datos en PIRLS entre 2016 y 2021. De este cálculo obtienen la variación en el rendimiento medio por cada día de cierre, que se calcula en -0,11 puntos. De aquí saldría que de los 7 puntos que se han perdido en España, 5 los justificaría el cierre de colegios entre marzo y junio de 2020. Queda en el aire la explicación de los otros dos días, así como los puntos que, presumiblemente, debería haber subido el país en este periodo siguiendo la tendencia global de subida desde 2006.
Según Lucas Gortázar, investigador en Esade, «no son buenas noticias», aunque sí esperables, que se explicarían en parte «porque la reapertura del curso escolar 2020/21 fue muy buena». A esto añade que el alumnado español es unos meses menor que el resto (9,9 años frente a 10,2 del resto), «algo que sugiere algo de optimismo respecto a la madurez lectora del alumnado».
Dados los resultados, el investigador se pregunta «qué pasa entre Primaria y ESO en España, porque ahí es donde parecen empezar algunos problemas» puesto que en PIRLS el alumnado español se encuentra a la par de sus homólogos de Alemania, Francia o Portugal, «quienes lo hacen mejor en PISA lectura».
El estudio mide dos grandes bloques. Por una parte, los propósitos de lectura, en los que se engloban la adquisición y uso de la información y la experiencia literaria. En la primera España obtiene 522 puntos y en la segunda, 520. Pr debajo de los 532 de la OCDE y los 527 de la UE, en la primera y los 532 y 530, respectivamente, de la segunda.
El otro gran grupo es el de los procesos de comprensión, en donde están la obtención de información y realización de inferencias y la integración y evaluación de contenido. En ambos obtenemos 522 puntos. De nuevo, lejos de los 532 y 529 de la OCDE y la UE en el primero y los 534 y los 528, respectivamente, del segundo.
Equidad en lectura
Uno de los datos positivos del informe es que España es uno de los países en los que existe menos diferencia de puntuación entre quienes tienen un peor y un mejor ISEC, es decir, índice socioeconómico y cultural. En nuestro caso median 62 puntos. Solo Letonia y Eslovenia mejoran con 61 y 60 puntos respectivamente. En la otra punta de la tabla aparecen Bulgaria (122), Turquía (117) o Austria (93).
Las diferencias por género tampoco son llamativas en el caso de España. Los porcentajes de reparto de chicas y chicos a lo largo de los cinco diferentes niveles de rendimiento son prácticamente iguales. La variación, de un punto porcentual, estaría en que ellas tienen más representación entre el nivel superior y menos en el inferior. De hecho, somos el país en el que menos significativa es la diferencia entre chicos y chicas como puede verse en los dos gráficos siguientes.