El texto del señor Funes se divide en dos partes. En la primera, se centra en comentar el contenido de la entrevista a un representante sindical de profesores de secundaria catalanes, a la cual no he podido acceder. En la segunda, en cuyo comentario me centraré, arranca con la siguiente pregunta a sus lectores: “¿Podríamos realizar alguno de los cambios urgentes que necesita la escuela sin tener que estar pactando continuamente con el pasado?”. Vayamos por partes.
Odios y urgencias infundados
Ningún profesor está en contra de la Pedagogía, ni de la Didáctica, ni de la Psicología. Principalmente, porque las necesitan y las practican a diario. No las tienen, tal y como les acusa el señor Funes, por “su enemigo”. De lo que reniegan muchos, y hacen bien, y así deberíamos hacer también más pedagogos y psicólogos, es de la mala Pedagogía, de la mala Didáctica y de la mala Psicología que, demasiado a menudo, se les sirve en su formación inicial desde las facultades de Educación y que son el plato único de la oferta de formación continua subvencionada por muchas consejerías de Educación.
La narrativa de “los cambios urgentes” en educación de la que participa el señor Funes está ahí por una razón muy sencilla: superadas por incumplidas en buena medida las promesas del progreso, se nos presentan la innovación, el cambio y la transformación como los perfectos sustitutos narrativos. Sin embargo, y no puedo entrar en más detalles aquí, la práctica de la educación se acerca mucho más a la variación propia del mundo musical (donde lo que se busca es reinterpretar lo recibido, retomando el pasado) que a la de la innovación importada desde el mundo empresarial (donde lo que se busca es el cambio disruptivo, rompiendo con el pasado).
Educar es un pacto conservador con el pasado
Por esta misma razón, educar es, fundamental y esencialmente, un pacto conservador con el pasado. Como ya señalara Hannah Arendt, la educación sucede cuando la generación que ya está instalada en este mundo se involucra con la nueva de recién llegados (por nacimiento o emigración), dándole la bienvenida y presentándole el mundo en el que viven.
De ahí que sea necesario subrayar el carácter conservador de toda práctica de enseñanza: preservamos la explicación de la fotosíntesis o del proceso de división celular porque nos parece valioso que la siguiente generación las posea. Conservamos, a través de su enseñanza, el teorema de Pitágoras no, como señala el señor Funes, “por la simple razón de que había sido descubierto hace dos mil quinientos años”, sino porque sigue siendo cierto después de dos mil quinientos años. Sin olvidar que, conservar lo viejo no es un fin en sí mismo, sino también una puerta abierta a la transformación. La “renovación del mundo” que les tocará hacer a quienes nos sigan, no podrá realizarse desde la nada ni en el vacío.
Educar es universalizar y la escuela es un dispositivo de esperanza(s)
La educación está lejos de ser lo que dice el señor Funes que es: “Capacidad profesional de conectar el saber con el mundo concreto y puntual de cada alumno”. Ser profesor es un compromiso de elevar a los alumnos, por medio del saber, más allá de sus propias circunstancias, abriendo horizontes de posibilidad mejores de los que ya conocen o en los que han nacido. Esta es una experiencia de la que cualquier profesor en ejercicio o que haya ejercido puede dar perfecta cuenta. Y es, además, más cierto cuanto peores sean “el mundo concreto y puntual” del estudiante: hay mundos concretos y puntuales que son un absoluto infierno, que son una continua incertidumbre, una existencia en cohabitación con padres y hermanos en una misma estancia dentro de un piso compartido, de zapatillas con agujeros, de ropa que huele a humedad, de padres que no pueden ayudar en las tareas escolares ni leerte un cuento.
Para todos, pero para estos más intensamente, ir a la escuela es, sobre todo y antes que nada, salir del hogar. La escuela no es, como acusa Funes, una “institución que estropea cada curso a un tercio de cada generación”. La escuela es un dispositivo democrático de esperanzas emancipadoras para todos ellos, imperfecto pero el mejor que hemos descubierto hasta la fecha.
Como ya dijo hace años el bueno de Fernando Savater: educar es universalizar. Esto es: “Poner al hecho humano –lingüístico, racional, artístico…– por encima de sus modismos; valorarlo en su conjunto antes de comenzar a resaltar sus peculiaridades locales; y sobre todo no excluir a nadie a priori del proceso educativo que lo potencia y lo desarrolla”. Tantos profesores animados por la esperanza de enseñar contra todo pronóstico, contra las evidencias, contra las variables y los indicadores, empeñados en emancipar a sus alumnos de las limitaciones que les imponen lo que son hoy y sus circunstancias.
A los profesores, lo que es de los profesores
Responsabilizar al personal docente, tal y como hace en el último párrafo el señor Funes, de la apertura o no de las instalaciones escolares para usos y en horarios no docentes, refleja tener un conocimiento muy pobre acerca del funcionamiento básico de los centros educativos. Estoy convencida de que una gran mayoría de reuniones de claustro y de consejos escolares obtendrían, sin problema, un voto positivo a la cesión de instalaciones para la oferta de actividades a cargo de monitores especializados por parte de ayuntamientos y juntas de distrito (que es de quien dependería esto) una vez concluida la jornada escolar.
En este mundo lleno de tantos dolores infantiles injustos provocados por las limitaciones culturales, económicas y, a veces, también, morales, de sus familias, lo que les corresponde a los profesores es dar la batalla de la alfabetización y del crecimiento del capital cultural de sus estudiantes. Acercarles el “conocimiento poderoso”, ese que tanto bien ha hecho Gregorio Luri difundiendo en España. Esta es la batalla inmensa que libran cada día miles de profesores en las aulas. Ellos no necesitan tanto que desde las administraciones se les diga cómo hacer las cosas: lo que necesitan sobre todo son mejores condiciones para librar las batallas que les encomendamos. La batalla de que los alumnos terminen el curso mejor que como lo empezaron (mejorando su velocidad lectora), la de que entiendan mejor el mundo que los rodea (calculando la diferencia en 1L y 1cl), la de que valoren la puntualidad (llegando a tiempo a clase) o la palabra dada (entregando las tareas cuando se acordó). Unas batallas que se libran contra los elementos. Profesores a los que, como a la Penélope homérica, las circunstancias de vida de sus alumnos les deshacen lo tejido el día anterior o a los que las últimas ocurrencias ministeriales dificultan sus esfuerzos, pero que, aun así, retoman cada día de cada curso su tarea.
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Gracias por leerme, interpretarme y discutirme
El motivo del artículo y el contexto del artículo era estrictamente catalan y era la reacción a una entrevista de dos páginas en el diario El Punt Avui de 26.04.23. (Si me facilitas un correo te lo puedo hacer llegar) El entrevistado dice todo lo que tú dices que no dice ningún profesor y algunas barbaridades más.
Creo que casi nada de lo que me discutes tiene que ver con lo que digo, pienso y escribo (en algunas discrepo). Cómo buena profesora de hª de la educación podías descubrir que en 1974 estaba en la escuela activa y mañana voy a educar a la prisión. Solo tienes algunos centenares de textos para saber qué pienso, digo y hago.
Saludos pedagógicos
«Mañana a educar a la prisión» ¿y qué quieres una medalla? Eso no es un argumento fundamentado para replicar un artículo.
Madre mía. que bajeza moral.
Soy profesor y secundo todo lo dicho por la compañera. En lugar de emplear si tiempo en criticar al profesorado, dediquelo a exigir que no se «apruebe por la cara» como estoy viendo con las últimas reformas y leyes educativas. Contribuyendo así a la condena a la incultura, el anquilosamiento en la pobreza y la mediocridad.
Lo veo a diario y en evaluaciones.
Lo del «motivo y contexto estrictamente catalán» no cuela, Senyor Funes. Ho sento.
POR SUS OBRAS LOS CONOCERÉIS. Para mí esa es la mejor frase que se ha dicho. He estado durante años observando y estudiando sus «obras» y ya conozco todo lo que necesito saber de ustedes, e incluso un poco más.
Por cierto, Sr. Funes, le sobra la primera tilde de «Cómo (sic) buena profesora de hª de la educación», y la abreviatura que emplea para la palabra ‘historia’ es más que cuestionable. No sé si el hecho de poner eso en conocimiento suyo de forma tan directa es metodología «prusiana». Quizá debería gamificárselo a fin de facilitarle la construcción de aprendizajes (ortográficos).
Del Teorema de Pitágoras ya hablamos otro día, aunque le adelanto que su importancia no tiene nada que ver con los 2500 años que usted dice que han transcurrido desde que se descubrió. Chinos, indios, babilonios, egipcios y otros conocieron ese teorema mucho antes de que Pitágoras naciera y, desde luego, la importancia de ese «hecho del Universo», o como se le quiera llamar, no tiene nada que ver con la mayor o menor antigüedad de su conocimiento por los humanos.
Ustedes los neopedas tienen una mentalidad de pasarela de moda porque están absolutamente desconectados del Logos, y por eso mismo la influencia que ejercen sobre el sistema educativo viene a ser como la del agua salada sobre cultivos que se regasen con ella: por donde pasan, arrasan y dejan sólo páramo estéril.
Le voy a recomendar dos fuentes que le permitirán profundizar sus parcos conocimientos (¿contenidos?) sobre el Teorema de Pitágoras. Se ha llegado a decir que es la base de la civilización, cosa que, si se mira bien, en realidad no supone exagerar demasiado.
Una fuente es el artículo »VIRTUDES CASTRENSES DEL ÁNGULO RECTO», de un tal Antonio Bustamante y que se puede encontrar en (https://www.peritajemedicoforense.com/BUSTAMANTE5.htm).
Otra fuente es el libro »TRIGONOMETRIC DELIGHTS», del israelí Eli Maor.
Si puede leer cualquiera de las dos joyas anteriores, le garantizo que le harán mucho bien y quizá hasta aumente su aprecio por el Teorema de Pitágoras.
¿Sabe? Se conocen cientos de demostraciones de ese teorema, seguramente el más famoso de las matemáticas. Ignoro si alguien se ha tomado el trabajo de memorizarlas: eso sería el colmo del método prusiano.
Durante la Edad Media para obtener el título de Doctor en matemáticas se exigía al aspirante inventar una demostración nueva. Personalmente he «inventado» (en realidad simplemente redescubierto, con certeza) al menos media docena de demostraciones, aunque ninguna tan original y rompedora como una »demostración» (un matemático no la aceptaría como tal, pero tiene su misterio) del Teorema de Pitágoras a partir del Principio de Conservación de la Energía que puede hallar en una tercera fuente que le ofrezco sobre este asunto:
«THE MATHEMATICAL MECHANIC: USING PHYSICAL REASONING TO SOLVE PROBLEMS», de Mark Levi. Este libro, escrito por dos judíos ex soviéticos, es un auténtico tesoro de heurística e intuición matemáticas. Jamás lo he oído mencionar ni en el contexto catalán, ni en el español en general. Y mucho menos todavía entre pedagogos, por supuesto. Y dudo que en esa obra aparezca siquiera una vez la palabra «competencia» y otros mantras a los que ustedes son aficionados.
Usted relaciona el Teorema de Pitágoras con la geolocalización. En realidad el teorema nos dice algo sobre el espacio físico, como sugiere la antemencionada conexión con el Principio de Conservación de la Energía, y se puede decir con justicia que es el verdadero armazón oculto de toda la Trigonometría.
Lea el artículo de Bustamante, aunque seguramente concluirá que el ángulo recto es machista y/o facha, una diabólica argucia del patriarcado, y eso contribuirá a que desprecie más aún el Teorema de Pitágoras, casi lo veo venir.
Pero no hay Yang sin Ying. Yo relaciono el Teorema de Pitágoras con los ángulos rectos, con «cuadrar» las cosas (como trato de hacer aquí y ahora), pero también con los senos y los cosenos (trigonometría) y de ahí con los números complejos, y de ahí con el mundo de las vibraciones y las ondas (¿lo ve? ya han aparecido las curvas y lo femenino, generadas por su contrario) e innumerables ramificaciones teóricas y prácticas de esos conceptos: electrotecnia, electrónica, radiotecnia, óptica, mecánica cuántica, acústica, comunicaciones, el análisis de Fourier que permea todo eso, etc.
Bueno, ya puestos, Pitágoras fue según las crónicas la primera persona que afirmó que la Tierra es redonda, así que como si de un oxímoron viviente se tratase, resulta que el primer hombre que proclamó la esfericidad de la Tierra fue a la vez el que dio su nombre a un Teorema que supone la glorificación y apoteosis del ángulo recto, el zenit de lo ortogonal: el Ying y el Yang generándose mutuamente, de nuevo.
¿Y qué me dice el número Pi? Casi todos lo relacionan con círculos, pero el ojo entrenado percibe de inmediato que Pi es engendrado por el Teorema de Pitágoras cuando éste se da una vuelta (o una circunferencia) alrededor del origen (de coordenadas). Hay que saber integrar (y tener integradas muchas cosas) para verlo, claro.
Si suma los inversos de los cuadrados de todos los números naturales obtendrá Pi al cuadrado partido por seis (Problema de Basilea, originalmente resuelto por Euler), otra vez Pi naciendo a partir de cuadrados o de lo ortogonal, a pesar de su conexión «obvia» con las circunferencias.
¿Sabe usted qué pasa si se juntan dos poblaciones estadísticas normalmente distribuidas? La media de la nueva población será la suma de las medias de las dos anteriores. Pero en cambio la desviación típica habrá que calcularla «haciéndole Pitágoras» a las desviaciones típicas de las dos poblaciones que se juntan: tendremos que sumar los cuadrados de esas dos desviaciones para hallar el cuadrado de la nueva, aunque podemos compactar el lenguaje diciendo que la varianza de la nueva distribución es la suma de las varianzas de las otras dos: esto es el Teorema de Pitágoras ligeramente disfrazado, ya que la varianza es el cuadrado de sigma (la desviación típica).
Le recomiendo otro libro: «MUSIC BY THE NUMBERS: FROM PYTHAGORAS TO SCHOENBERG», también de Eli Maor. Porque, en efecto, Pitágoras, o su teorema, está en la base de la música y de la harmonía (lógico, ya que dije que tiene conexión con las ondas).
Estoy seguro de que este bellísimo hecho habría deleitado al Pitágoras histórico, puesto que fue un audaz pionero investigador de las escalas y harmonías musicales. Pensándolo mejor, quizá Pitágoras lo intuía de alguna forma misteriosa: él tenía gran conexión con el Logos. Pero ustedes los pedas no: ni con el Logos, ni con la Música (ni con Pitágoras por lo tanto, como usted manifestó sin rubor). Ya lo dijo Nietzsche: «Cuidaos del hombre que no tenga música» (cosa que equivale a no tener Pitágoras).
Abogo por la reprofesorización incondicional del sistema educativo y creo en el carácter sagrado y en los poderes mágicos del Conocimiento. Los «contenidos» son lo de las latas de sardina.
El Futuro no se tira a la basura. Me despido con saludos y deseando para todos una rápida y salutífera despedagogización.
Gracias por tus palabras y tu artículo, una voz sin extremismos que responde a una increíble retahíla de disparates. La era de la profefobia oficial ha terminado. Toca defender la enseñanza pública de sus acosadores.
Gracias Andreu 🙂
Mis estudiantes del Máster de Secundaria te leen.
Muchas gracias, qué más podría pedir. Pues mis estudiantes del Máster de secundaria también te leerán a partir de ahora 😉
Hola, Blanca.
GRACIAS.
Te pregunto: ¿lo puedo leer mañana a mis noventa alumnos de los RRSS grupos de 2º de ESO?
Es genial.
Muchas gracias José. Sería un inmenso honor. Gracias por leer. Abrazos desde Madrid.
Anda. El corrector me ha puesto RRSS cuando quería escribir tres. Son noventa alumnos en TRES grupos de 2º de ESO.
Reconforta mucho tu texto y que además lo hayas divulgado.
Se agradece inmensamente.
Un abrazo desde Logroño.
90 adolescentes. Sois héroes. Gracias, me alegra muchi que te haya gustado y animado a continuar dando la batalla del conocimiento.
“La profesión docente no es enseñar sino saber enseñar” Así comienza el funesto artículo que tan acertadamente criticas. Gracias, Bianca, por tu aportación.
Muchas gracias por leer Joan. Saludos desde Madrid
«Ellos no necesitan tanto que desde las administraciones se les diga cómo hacer las cosas: lo que necesitan sobre todo son mejores condiciones para librar las batallas que les encomendamos.»
Gracias por decirlo tan claro. Encuentro que hay demasiada opinión vacía sobre educación, mientras luchamos por la ilusión de un futuro mejor para esos alumnos de vidas difíciles, en aulas indignas, en edificios penosos, en condiciones poco favorables. No es tanto la metodología como qué puedes hacer con lo que te dan para hacerlo. Estoy en un centro segregado y duele ver que las políticas que se hacen no sólo no nos ayudan si no que nos perjudican cada vez más. Pero seguiremos luchando por esos jóvenes que tanto queremos. Si no, de qué.
Me ha gustado todo el artículo. Me siento identificada, en mi lucha anónima y discreta: en mi aula.
Gracias.
Muchas gracias Angels. Me alegra que te haya gustado, sobre todo si a alguno os sirve de aliento para la batalla de hoy, y la de mañana, y la de pasado. Gracias por enseñar.
Acertadísimo y necesario artículo, muchas gracias. Cansancio e indignación de ver repetidos mantras basados en falsedades de quienes no aguantarían una hora con nuestros adolescentes. Asqueados de reformas educativas que dejan abandonados a los de siempre, hijos e hijas de familias precarias y sin capital cultural para compensar el yermo en el que poco a poco se convierte nuestra escuela.
Gracias por comentar por aquí Mireya. Muchísimo ánimo. Sois quienes hacéis verdad cada día el derecho a la educación en cada chico y cada chica. Con las leyes de turno que lo regulen, pero esencial y fundamentalmente esto mismo.
Todo está mal en educación, pero jamás asumir ninguna responsabilidad, buscar uno o varios chivos expiatorios (políticos, pedagogos, familias), añorar un pasado inexistente e idealizado (la educación franquista),… todos los tópicos del discurso reaccionario en educación. Supongo que la autora, el jefe del sindicato amarillo mencionadommy el coro de amiguetes que moviliza son votantes de Vox. Si es blanco y en botella…
Si usted es profesor, pobres de sus alumnos! Usted comparte con su funesto amigo el vicio de etiquetar simplificando, en este caso políticamente, en vez de argumentar. Se le podría oponer que ustedes son colaboradores objetivos y subjetivos de la política neoliberal y de un clasismo pseudorreligioso que quiebra la igualdad en el acceso al conocimiento y la cultura bajo un paternalismo «kinderprotektor». En el juego de los tópicos es donde ustedes se encuentran mejor.
Nadie añora un pasado inexistente. Son ustedes los que hablan de entelequias (sirvan como ejemplo las famosas o infames «competencias») y se mueven en un universo de mentiras, espejismos, eslóganes callejeros y pura tontería, sin más. Y los reaccionarios también son ustedes, de hecho constituyen una de las facetas más claras de un poliédrico nuevo fascismo, inconfundible por sus ideólogos cerriles, sus dogmas, su intolerancia, sus inquisidores, su alergia congénita al debate racional y su desprecio por el Conocimiento (que no «contenidos») y la Razón en todas sus formas. Hace dos siglos y medio en Europa se dio el fenómeno del Despotismo Ilustrado. Ahora ustedes han «innovado» llevándonos al analfabetismo despótico.
Se construye sobre lo existente y real, y si se introducen cambios legislativos descabellados y arbitrarios que dañan la educación, la comprensión lectora, la expresión escrita, la capacidad para entender, valorar y utilizar las matemáticas, para saber de historia en profundidad y extensión, … (creo que se entiende por dónde voy) estos cambios legislativos a peor no pueden ser blanqueados por las supuestas buenas intenciones o las supuestas moderneces que juegan improvisadamente con el valioso tiempo y esfuerzo y con el futuro de los alumnos y de la sociedad.
Mi mensaje era contestación a P. Pet.
Suscribo el estupendo artículo de Bianca.