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Tampoco en el ámbito deportivo las mujeres hemos alcanzado la igualdad. En el caso de las mujeres con discapacidad, estas sufren las mismas discriminaciones que las mujeres sin discapacidad lo que, en principio, puede traducirse en la falta de interés por sus actividades y méritos por el hecho de ser mujeres. Sin embargo, a ello se le suma la visión capacitista y aún más paternalista que la sociedad mantiene hacia las mujeres. Como en todos los ámbitos, las mujeres con discapacidad sufren mayor discriminación.
Aunque en este trabajo hablaremos de la discapacidad en términos generales, es necesario señalar que el tipo de discapacidad determinará tanto las barreras para la participación como los apoyos que requieren las mujeres con discapacidad para el acceso universal a la práctica de actividades físico-deportivas. Las necesidades que tiene una mujer con discapacidad física no serán las mismas que las que tiene otra con discapacidad sensorial o cognitiva, y dentro de cada grupo la diversidad es también muy amplia.
Uno de los escasos datos que se pueden obtener acerca de la participación de las mujeres con discapacidad en las actividades físico-deportivas es contabilizar el número de licencias federativas. Según el Consejo Superior de Deportes, apenas 3.500 mujeres y niñas con discapacidad en toda España están federadas en algún deporte. Teniendo en cuenta que se estima que en España hay más de 2 millones de mujeres y niñas con discapacidad, esta cifra supone que menos de un 0,15 % de ellas practica un deporte federado. Este dato es en sí muy preocupante. Al compararlo con la práctica de los hombres con discapacidad se observa que estos triplican el número de licencias. Se desconocen los datos de participación de mujeres con discapacidad en otros contextos que no sea el del ámbito federativo, como la práctica de actividad deportiva recreativa, la asistencia a gimnasios o actividades libres o la participación en otros programas físicos.
La voz de las mujeres con discapacidad
La discriminación hacia la participación deportiva de las mujeres con discapacidad también se ve reflejado en el pequeño número de publicaciones que atienden este tema, especialmente si lo comparamos con otros temas relacionados con las Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. A pesar de ser escasos, los estudios que han dado voz a las mujeres con discapacidad aportan ciertas evidencias de las que podemos sacar las siguientes conclusiones con relación a las demandas de las mujeres con discapacidad:
- Mayor número de programas específicos para mujeres con discapacidad o de programas inclusivos (aquellos que implican la participación conjunta de personas con y sin discapacidad), que estén cerca de sus lugares de residencia.
- Mejor formación de los equipos de profesionales deportivos en atención a la discapacidad y en el conocimiento de actividades físicas, recursos y metodologías apropiadas para mujeres con discapacidad.
- Mayor apoyo social a institucional para la práctica deportiva de las mujeres con discapacidad a través del cambio radical de estructuras como el transporte público accesible, el número y tipo de programas disponibles, un material deportivo económicamente asequibles o una disponibilidad de una red de auxiliares para el apoyo a las mujeres para las cuestiones de higiene, trasporte, desplazamientos o cualquier otra, dependiendo del tipo de discapacidad.
Del análisis de estos trabajos también se pueden exponer algunas de las barreras que mujeres y niñas con discapacidad enfrentan a la hora de realizar ejercicio físico y deporte:
- Déficit en el desarrollo de hábitos deportivos desde la infancia. En la mayoría de los casos, las primeras experiencias deportivas que tenemos en nuestra vida son a través de la Educación Física escolar y las actividades extraescolares. En general, todavía en muchas escuelas, las criaturas con discapacidad no suelen tener buena experiencia en las clases de Educación Física en primaria, siendo la situación peor al llegar a la secundaria. No es extraño que durante la infancia, niños y niñas con discapacidad hagan funciones de ayudantes del docente de EF o actividades específicas para ellos, pero no que no participen de las mismas actividades junto a sus compañeros o que no lo hagan en condiciones de igualdad porque no se les facilitan apoyos. En el caso de las chicas, se une la poca importancia que todos los agentes socializadores, incluido el profesorado, dan al desarrollo de sus competencias motrices. Estas situaciones se dan en horario escolar, pero fuera de él existe una evidente falta de programas deportivos extraescolares para niñas con discapacidad o programas inclusivos que permitan su participación.
- Falta de referentes. Si las mujeres no estamos presentes en un 50% en los medios de comunicación deportivo, las mujeres con discapacidad están prácticamente invisibilizadas. Ni siquiera durante la celebración de los JJPP esta situación cambia. En un estudio sobre los Juegos Paralímpicos de Tokio se analizaron más de 400 noticias sobre mujeres deportistas. En estas noticias se observan tres opciones: tratamiento de la noticia con compasión y paternalismo, morbo por la discapacidad y miradas de heroísmo. Además, las noticias sobre la participación de las mujeres paralímpicas son 3 veces menos que la de las mujeres olímpicas. Hay que tener en cuenta que no todo el deporte practicado por mujeres con discapacidad es deporte de rendimiento. Cuando se utilizan solo imágenes de mujeres paralímpicas, el mensaje es que si no eres una súper atleta tu trabajo no tiene relevancia. Esto es imposible, es irreal y es injusto. No todas las mujeres pueden ser deportistas paralímpicas o deportistas de élite, al igual que el resto de los mortales. Crear esta ilusión es frustrar a muchas mujeres y niñas con discapacidad.
- Falta de apoyo social (familia, amistades, profesorado). Aunque cada vez vemos menos niños y niñas jugando en la calle, si pasamos por algún parque infantil no vemos a criaturas con discapacidad jugando. Para empezar los espacios no están adaptados, lo que indica que las criaturas con discapacidad no están invitadas a jugar, así que muchos padres y madres optan por no llevarlos para evitarles frustraciones. Los demás críos tampoco los echan de menos en sus juegos, probablemente porque la situación en el recreo del cole es parecida. Los niños, niñas y adolescentes con discapacidad no juegan en los recreos con sus compañeros. En el caso de las mujeres y las niñas la situación es aún peor. Ninguno de los agentes sociales suele motivar a las niñas con discapacidad para la práctica de movimiento, sino todo lo contrario. Los estereotipos y prejuicios hacen que las niñas y mujeres con discapacidad sean vistas como seres frágiles a los que es mejor no exponer, a las que hay que proteger, por lo que se prefiere que no hagan ejercicio físico o deporte para no arriesgarse a recibir golpes, lesiones, empujones o caídas.
- Formación inadecuada de profesionales, incluyendo al profesorado de Educación Física. Ni el profesorado de primaria ni el de secundaria tienen formación específica y completa sobre Coeducación ni Educación Física inclusiva. Esta materia no aparece como tal en los planes de estudio de formación del profesorado de Educación Primaria en muchas universidades españolas, ni siquiera como materia optativa. En los grados en Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, en el mejor de los casos será optativa, por lo que muchos estudiantes terminarán su formación sin conocer los contenidos que les son propios. Con este panorama, el profesorado, sin formación, va a salto de mata, haciendo lo que cree que es correcto, pero que por lo general se traduce en el tratamiento del alumnado con discapacidad como alumnado de segunda, que recibe una educación basada en curricula hegemónicos que no atienden sus particularidades.
- Problemas de desplazamiento. Las niñas y adolescentes por supuesto, pero también muchas mujeres con discapacidad no tienen los medios para tener un coche adaptado y necesitan utilizar medios de transporte urbano para acceder a las instalaciones. Si esto no es posible, necesitarán que alguien las lleve a las instalaciones pues por lo general estas no estarán cerca de casa. En el caso de algunas formas de discapacidad, siempre es necesario que las acompañe una auxiliar.
- Coste económico de las actividades y del material deportivo. En muchos casos las actividades que están adaptadas a las personas con discapacidad tienen un precio más alto que la media. El material deportivo adaptado es, concretamente, muy caro. Una silla de ruedas básica para jugar al baloncesto o al rugby cuesta alrededor de los 2.000 euros, por lo que no son accesibles a la mayoría de las familias.
- Dolor, fatiga y otros factores asociados a la discapacidad. Aunque muchas mujeres con discapacidad tengan ciertas indicaciones médicas para realizar ejercicio físico la realidad es que la mayoría no lo tiene contraindicado. Algunas formas de discapacidad provocan dolor al hacer ejercicio físico provocado, por ejemplo, por la espasticidad.
- Falta de tiempo. Hay que pensar una cosa: si para nosotras es una pereza cambiarnos o hacer la mochila para ir al gimnasio o a la piscina, tener limitaciones en la movilidad o limitaciones sensoriales o cognitivas dificulta mucho la autonomía y la forma de encontrar el tiempo necesario para realizar la actividad. Los desplazamientos, el tamaño y peso del material deportivo y las sillas de ruedas, en su caso, suponen obstáculos diarios. Eso sin contar las numerosas dificultades que las personas sin discapacidad les vamos sumando cuando, por ejemplo, no respetamos los aparcamientos para personas con movilidad reducida o se hace uso de los espacios reservados para ellas, como baños y vestidores.
A pesar de las dificultades, las mujeres con discapacidad que realizan actividad física, sea de forma competitiva o no, nombran los siguientes facilitadores o elementos que las motivan para realizar ejercicio físico:
- Búsqueda de autonomía. La actividad física bien orientada mejora la salud y la condición física necesaria para realizar las actividades de la vida diaria. Esta mejora de la forma física tiene una repercusión positiva en la autonomía de las mujeres con discapacidad porque ganan fuerza, resistencia muscular, flexibilidad y agilidad, que se transfieren al desarrollo de sus actividades cotidianas. El ejercicio y el deporte ayudan a que se sientan con más energía para afrontar el día, a disminuir el dolor y, también, a aliviar cargas mentales.
- Atractivo físico. Muchas mujeres con discapacidad dicen que el ejercicio físico y el deporte las hace sentirse más atractivas. Sin embargo, más allá de eso, afirman que estas actividades tienen un potente efecto en su autoestima pues les permite aceptar su cuerpo, reconciliarse con él y valorarlo. Al realizar ejercicio las niñas y mujeres con discapacidad ponen a prueba sus capacidades físicas y pueden observar cómo su cuerpo funciona mejor poco a poco. Se dan cuenta de que pueden hacer cosas que creían que no harían y que, aunque tienen limitaciones en algunos movimientos, otros pueden realizarlos.
- Según las deportistas con discapacidad las cualidades que se fomentan en el deporte como el afán de superación, el establecimiento de objetivos a corto, medio y largo plazo, la disciplina y la voluntad las han ayudado a su capacidad de autodirección. Esas capacidades mentales que se fomentan con el deporte se transfieren a otras esferas de su vida, como el ámbito académico o laboral. Las capacidades desarrolladas en el ámbito deportivo son útiles también fuera del ámbito deportivo.
- Reconocimiento y éxito social. Las mujeres con discapacidad que hacen ejercicio físico y deporte afirman que a través de su participación deportiva han conseguido situarse en un lugar donde ya no son mujeres imposibilitadas, limitadas o vulnerables, sino que pasan a ser reconocidas, valoradas y admiradas por las personas de su entorno. En definitiva, el deporte supone también un medio de superación del estigma. Cuando una persona tiene una discapacidad lo que se ve es la discapacidad y se invisibilizan sus potencialidades. Con la práctica deportiva las mujeres ya no son eclipsadas por la discapacidad y la discapacidad para a ser lo que es, una característica más. El deporte les permite cambiar la mirada de los demás.
La historia de las mujeres es la historia de la lucha por ser reconocidas como seres humanos. Cuando el género se ve atravesado por la discapacidad las dificultades se multiplican. Desde la Educación Física y el deporte podemos colaborar a hacer sociedades más democráticas no dejando atrás a ningún colectivo, especialmente a los más vulnerados.