Escuela refugio, escuela que acoge es el título del informe que han publicado entre Alboan y Entreculturas, dos oenegés ligadas a la Iglesia que llevan años trabajando por los derechos de las personas migrantes y refugiadas. En este nuevo documento señalan algunas de las dificultades que estas niñas, niños y adolescentes enfrentan en todo el mundo, aunque ponen el foco en España y Venezuela.
En el caso de España, los problemas con el desconocimiento del idioma o la inclusión real en las aulas tienen un peso importante. No son, seguramente los primeros, puesto que en muchos municipios del país, estas niñas, niños y adolescentes (NNA), ven dificultado enormemente su derecho a la educación por el simple trámite del empadronamiento. Un trámite administrativo que puede convertirse en una barrera insalvable, incluso después de haber recorrido miles de kilómetros, jugándose la vida en el trayecto que puede durar meses o años.
Como explican en el texto estas dos entidades, «la garantía a la educación para personas migrantes o refugiadas no cuenta con ninguna institución específica especializada o responsable de su cumplimiento», de manera que se han producido casos especialmente sangrantes, como el de la ciudad de Ceuta, en donde la Delegación Provincial de Educación ha pasado años negando la escolarización de cientos de niñas y niños por problemas administrativos sin que ningún organismo estatal velara por el derecho de estas personas.
Desde CEAR (Comité Español de Ayuda al Refugiado) también se insta a la eliminación del requisito de empadronamiento para la escolarización de menores extranjeros, sean migrantes o solicitantes de protección internacional.
Pero ante estas situaciones, España ha vivido en los últimos años otras que dan ejemplo de que, finalmente, la acogida y atención de NNA migrantes o refugiados no es más que una cuestión de voluntad política. Prueba de ello fue la respuesta dada a la crisis provocada por la guerra de Ucrania y cómo, en pocas semanas, cientos de millones estaban disponible, centros educativos hicieron lo imposible y las autoridades, de toda condición, pusieron recursos humanos y materiales para hacer posible la acogida. Entre otros, la matriculación prácticamente inmediata de estos miles de menores. Se dio protección temporal a 161.037 personas ucranianas, en un principio, mujeres y menores.
El sistema de acogida de personas refugiadas no es igualitario y tiende y atiende a razones geopolíticas complejas de discernir a simple vista. Por qué se permiten o alientan devoluciones en caliente de niñas y niños a Marruecos mientras se escolariza a menores ucranianos; por qué la UE (y sus estados miembros) gasta miles de millones para que Turquía (que no es miembro) sea frontera para sirios, pakistaníes, afganos; por qué se permite el naufragio de una embarcación con casi 1.000 personas de las que la inmensa mayoría han desaparecido en el Mediterráneo.
Desde luego el sistema educativo tiene poco que decir al respecto. Sí puede, de alguna manera, exigir los recursos que, desde el informe, se entienden como necesarios para dar respuesta a varias de las necesidades que niñas, niños y adolescentes tienen: aprender el idioma vehicular lo más rápido e inclusivamente posible (sin pasar más tiempo del estrictamente necesario fuera del aula de referencia), lo que implicaría recuperar la inversión en educación compensatoria, una de las grandes damnificadas de la crisis de 2009.
También, la atención a la situación emocional o psicológico de estos chicos y chicas. Muchos llegan sin adultos que se hagan cargo. Es complicado imaginar cómo debe ser el camino de huida de tu casa desde, pongamos por caso, Mali o Senegal. O cualquier otro país del mundo. Viajar solos (a España llegaron 1.585 menores solos en 2022 según los datos de CEAR), sin protección, ni dinero, a merced de cualquier cosa que pueda ocurrir hasta llegar a las vallas de Melilla o Ceuta. O hasta la playa desde la que cogerás una embarcación para intentar llegar a Canarias, o a la Península. El trato con las autoridades de cualquier país que hayas de cruzar, la pérdida de documentación (cuando no robo), la victimización de toda clase (robos, violaciones, etc.). Por no hablar, claro, del motivo inicial de tu huida, que puede ser desde hambre, búsqueda de oportunidades de vida, persecución por razones de orientación sexual o identidad de género, etc.
Son mochilas enormes para las personas adultas que, en el caso de las y los menores, parecen imposibles de llevar. Y todo para que Europa les muestre la cara más fea posible.
Como destaca Save the Children en su informe ¿Seguro para quién? Acogida selectiva en Europa a los niños y niñas desplazados, «las muertes en las fronteras terrestres y marítimas de Europa también se deben en parte a la creciente tendencia de los gobiernos europeos a impedir por la fuerza, ilegalmente y a menudo con violencia, que los refugiados entren en su territorio e incluso a secuestrar y expulsar a los que han llegado».
Las restricciones que se han hecho en las fronteras europeas para evitar que entre ninguna persona están afectando de manera terrible en la infancia. No es fácil conocer la situación de esas personas que, gracias a las políticas migratorias europeas, ni siquiera llegan a las fronteras españolas. Acuerdos con países como Marruecos, Mali, Níger, Turquía, etc., tratan en buena medida de llevar la gestión de los pasos fronterizos de España a cientos o miles de kilómetros de distancia.
Esto se suma, como recoge Save the Children en su informe, a lo que ACNUR (el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados) advirtió en 2021: «El asilo estaba siendo atacado en las fronteras europeas». La militarización de la fronteras europeas hace cada vez más difíciles y peligrosas las rutas migratorias y es una de las muchas causas de las muertes y desapariciones en en el Mediterráneo.
La organización de infancia también ha denunciado y denuncia la violencia que viven niñas y niños en sus tránsitos y su búsqueda de oportunidades. Publicó hace poco la ONG una investigación sobre las fronteras de los Balcanes, por donde intentan pasar personas de oriente medio, aunque no solo, en la que documentaron la «violencia física, psicológica, sexual o de otro tipo» que sufren niñas y niños por parte de agentes de fronteras y traficantes de personas. «Dada la ausencia casi total de rutas legales y seguras para que los niños y niñas lleguen a Europa y soliciten asilo (como consecuencia de las políticas de contención y disuasión), los niños, las niñas y sus familias se ven obligados a depender de traficantes de personas que a menudo son violentos y depredadores», aseguran desde la organización.
El reto de Europa en cuanto a la protección internacional y la garantía de que se cumplen los derechos fundamentales es enorme. Como lo es también el que tiene España, segundo país de llegada después de Italia, para dar una respuesta óptima a las niñas, niños y adolescentes, acompañados o no de personas adultas, para garantizar sus derechos: a la educación inclusiva y de calidad, a la sanidad, a la salud mental y, en definitiva, a tener la infancia que no han podido tener, da igual la causa.