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«Alquiler solo temporada de invierno del 6 de noviembre al 27 de abril de 2024. Pago de toda la temporada por adelantado». Esta es una de las frases que más se leen en uno de los portales de búsqueda de vivienda más importantes del país. Se repite incesantemente en la búsqueda de pisos en la ciudad de Ibiza.
«NO ANUAL. Contacto por email por favor. Se alquila invierno desde el 5 de septiembre a 30 de junio a 1.500 € al mes», puede leerse en el anuncio de un apartamento de 55 metros cuadrados. Para entrar a vivir en él, además, hay que adelantar algo más de 6.000 euros en concepto de: «1 mes de fianza, 1 mes de renta, 1 mes de provisión de gastos de luz y agua y 1 mes de agencia más IVA».
Es bastante habitual que quien busca piso tenga que pagar por adelantado, si le compensa vivir en un piso desde noviembre a abril, la totalidad del alquiler en un único pago, lo que puede suponer entre 4.000 y 6.000 euros, dependiendo del apartamento.
Águeda Rodríguez es docente de secundaria en Ibiza. Lleva 20 años viviendo en la isla, a la que se trasladó desde Mallorca en su momento. Pertenece a Alternativa Sindicat, sindicato que ya en 2016 comenzó a hacer campaña para señalar la situación que debían enfrentar todos los años quienes querían o tenían que trabajar tanto en Ibiza como en Formentera.
El negocio del turismo está haciendo una presión cada vez más insostenible en la vida cotidiana de la ciudadanía de las islas. Rodríguez comenta que hace 20 años eran habituales los anuncios de alquiler por temporadas que iban de septiembre a junio, pero que ahora van de octubre a mayo. Un problema que afecta al funcionariado, así como a cualquier sector profesional, incluidas las personas que se dedican a la hostelería.
Rodríguez comenta que el sindicato reclama a las administraciones educativas que paguen un complemento salarial similar al que se cobra en Canarias o en Ceuta y Melilla, muy superiores al de Baleares. Denuncian que en las islas es de poco más de 10 euros. Con este dinero, al menos, podrían hacer frente a un mercado inmobiliario que aprieta hasta ahogar, de manera descontrolada, a quienes intentan hacerse una vida en las islas. «Es imposible que la gente haga planes a largo plazo», comenta la docente.
Si una ha tenido la «suerte» de conseguir plaza docente en la isla de Formentera, las cosas se ponen todavía más difíciles, con alquileres que no bajan de los 2.000 euros mensuales durante la temporada de invierno. Hace unos días saltaba a los medios la noticia de que la administración educativa quería a poner a disposición del personal docente interino de las instalaciones de un albergue. Es decir, que cada persona tuviera una litera en la que dormir por la noche.
Hace unos días, el conseller d’Educació i Universitats, Antoni Vera, se trasladó a la isla para visitar el albergue y aseguró, según una nota de prensa oficial, que “queremos que el albergue sea única y exclusivamente para docentes para que tengan un lugar donde poder vivir debido a la falta de viviendas en Formentera y así garantizamos que las familias tengan la tranquilidad de que sus hijos serán atendidos”.
Al precio de la vivienda que, en Formentera es simplemente inasequible para casi ningún bolsillo, se suma el del transporte entre islas. Para llegar a esta desde Mallorca hay que pasar, sí o sí, por Ibiza. No existe la conexión por barco entre todas las islas, lo que multiplica el precio y el tiempo que hay que invertir para moverse. En el caso del avión, explica Águeda Rodríguez, las cosas son iguales.
Esta dificultad en el transporte lleva aparejado otro importantísimo problema para el bolsillo de quien ha conseguido plaza y es el encarecimiento de la vida, puesto que la cesta de la compra también es más difícil y caro de llenar, precisamente porque los costes van aumentando en función de cuántos transportes ha de utilizar para llegar al supermercado.
Desde Alternativa Sindicat son plenamente conscientes de que el problema no es únicamente de Educación, más allá de lo que le toca en relación al complemento de insularidad. Es un problema en cuya solución deberían colaborar desde la administración central hasta los ayuntamientos y de la comunidad autónoma.
Águeda Rodríguez habla de la necesidad de construir viviendas que pudieran utilizar las y los docentes, viviendas sociales que fueran asequibles. Comenta que se han ido encontrando soluciones similares para el personal de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, en residencias militares en desuso, o con la habilitación de diferentes espacios en un antiguo hospital para el personal sanitario que tienen que desplazarse a las islas durante alguna temporada.
Rodríguez comenta que no solo es un problema que tenga el personal interino que va a cubrir bajas durante unos meses, por ejemplo. Es una situación que han de enfrentar también familias asentadas que ven cómo, de un día para otro, sus caseros les suben el alquiler 500 euros más al mes y tienen que irse de Ibiza porque no pueden permitirse un gasto tan alto.
Esta profesora relata cómo es muy habitual que cuando llega personal nuevo en septiembre su teléfono (al igual que el de muchas y muchos compañeros) le suene con alguna petición de ayuda para encontrar piso o habitación. Incluso sofá en el que estar unos días. Habla de grupos de WhatsApp o Telegram en el que los mensajes buscando espacio van y vuelven y cómo el profesorado hace todo lo posible por sostener una situación que, en ningún caso, debería sostener.