“Tengo dos versiones diferentes sobre lo que ocurrió en la dictadura de Pinochet: una, por parte de mi mamá y otra, por mi papá. Me interesa mucho saber por todo lo que pasaron ustedes para tener más información y entender mejor”. Florencia se estrena con esta intervención en el encuentro intergeneracional organizado por el Ministerio de Desarrollo Social de Chile en el marco de la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado. Ella, adolescente, se dirige a las personas mayores que voluntariamente se ofrecieron a hablar de sus recuerdos, aún dolorosos. “Estoy un poco nervioso, pero quiero saber un poco más de historia”, planteó Darío, otro de los jóvenes asistentes.
En total, 13 adolescentes de entre 14 y 17 años atendidos por el Servicio de Protección Especializada a la Niñez y Adolescencia y 29 personas mayores, también beneficiarias de los programas del Estado, reflexionaron y conversaron sobre el pasado reciente de Chile. Repartidos en tres mesas, jóvenes y mayores dialogaron en torno a varias preguntas, trabajadas con anterioridad, sobre la memoria, el presente y el futuro del país con la dictadura como hito.
“Yo tenía 26 años y un hijo de tres cuando llegó el golpe. Se escuchaban los tanques pasar y él me decía ‘mamá, mira, se mueve la tierra’”, relata Ana, de 75 años, sentada en otra mesa. Luego habla María. Muy conmovida, cuenta como el quiebre democrático la pilló con 21 años y durante sus prácticas profesionales en una empresa intervenida por el gobierno del socialista Salvador Allende ubicada en la periferia capitalina. “Mientras esperaba el bus para llegar a la empresa, me tocó ver todo el bombardeo en La Moneda, como la gente corría y corría. Fue tremendamente impactante, doloroso y triste”.
“Muchos niños desconocen esta etapa histórica”
Una encuesta publicada a finales de mayo reveló que el 41 % de los jóvenes chilenos (de 18 a 35 años) afirma saber poco o nada de la dictadura. No existen mediciones respecto a los menores de edad. El artículo “Narraciones del conflicto político sobre el pasado difícil de Chile desde el protagonismo infantil”, publicado en 2023 en la revista académica IBEROAMERICANA. América Latina – España – Portugal, sostiene que, según las investigaciones hasta ahora realizadas, los estudiantes de primaria “expresan patrones narrativos similares a los de los adultos” y los niños y niñas “identifican el hito (golpe de Estado) y sus principales protagonistas, pero no su asociación con un proceso histórico de más largo alcance temporal o espacial”.
Tras el intercambio intergeneracional, que el Ministerio calificó de “espacio inédito”, la directora del Servicio, Gabriela Muñoz, concluyó que las nuevas generaciones “sí conocen lo que ocurrió en el pasado gracias a relatos de sus familiares”, y agregó que observó en los jóvenes “mucho interés por escuchar a las personas mayores y aprender de sus relatos”.
Para Lorena Herrera, académica del Departamento de Estudios Pedagógicos, vinculado a la Facultad de Filosofía, de la Universidad de Chile, subraya que “hay muchos niños y niñas que desconocen esta etapa histórica, que son privados de esa información bajo la supuesta idea de que la infancia tiene que ser protegida; protección es la anulación de la historia”. Según ella, eso se debe “al prejuicio de que la infancia es mucho más débil de lo que realmente es”, y alerta de que “aunque se oculte la historia, el niño o niña la percibe igualmente”.
“Las versiones de la historia de Chile son versiones de clase, porque se vive, se estudia, se trabaja, se hace familia, se va a fiesta con la misma clase y hay muy pocos encuentros entre clases, son como varios países en uno”, apunta.
Herrera procede de una familia que la implicó desde el principio en la vida política de la dictadura, tanto a ella como a sus hermanos. Supo desde bien pequeña quién era Pinochet y participó en manifestaciones para pedir justicia por los desaparecidos: “No nos quitó la infancia haber sido parte de lo que estaba pasando, haber opinado, sabido y crecer entendiendo qué es una dictadura y qué son los desaparecidos”, apunta.
La memoria en el currículum escolar
Aún en plena resaca por la conmemoración oficial que el Gobierno chileno llevó a cabo en el palacio de La Moneda el 11 de septiembre, el miércoles 13 un grupo de estudiantes de Historia paseaban por las plazas aledañas observando las estatuas de este período histórico. “La memoria de la gente es distinta de la memoria de la historia”, comentaba la profesora al grupo, sobre una escultura de Allende copada de flores y mensajes, en la que la descripción de su placa omite que gobernó Chile. “Un turista despistado o que no conozca la historia del país nunca pensará que fue presidente”, deduce una de las alumnas.
El currículum escolar chileno incluye en la asignatura de Historia de 6º Básico (equivalente 6º de primaria en España) el período de la dictadura. Su objetivo de aprendizaje reseña: “Comparar diferentes visiones sobre el quiebre de la democracia en Chile, el régimen militar y el proceso de recuperación de la democracia a fines del siglo XX, considerando los distintos actores, experiencias y puntos de vista, y el consenso actual con respecto al valor de la democracia”.
Sin embargo, para Herrera, “aún es un tema complejo y depende del profesor, del director del centro y, en buena parte, también de las familias”. Según ella, las escuelas “prefieren no entrar en conflicto” con los padres y madres, por lo que “evitan tocar ciertos temas” como memoria, derechos humanos o sexualidad.
El “rol político” de la infancia”
Fundadora de la Comunidad de Indagación de Filosofía e Infancia en Chile (Cifich), Herrera destaca la importancia del “rol político de la infancia”. “Los seres humanos necesitamos relacionarnos con la realidad desde que nacemos con las herramientas que tenemos”, señala.
Parte de la familia de Florencia es sueca. “Mi abuela se fue embarazada y mi mamá nació allá, su familia tuvo que huir y separarse de mi bisabuela, que se quedó en Chile”, cuenta durante la conversación con los abuelos, a partir del testimonio de Gladys, que se fue al exilio argentino y regresó hace 23 años.
Cifras reveladas recientemente por la Defensoría de la Niñez arrojaron que 150 niños, niñas y adolescentes fueron ejecutados durante la dictadura, mientras otros 40 fueron víctimas de desaparición forzada. Otros 956 menores sufrieron prisión política y torturas, y 102 estuvieron encarcelados acompañados de un adulto.
Los diálogos concluyen. No todos los adolescentes han participado, pero sí han escuchado las preguntas de sus compañeros y las respuestas de la gente mayor. Guido se encarga de destacar a los adolescentes la importancia de lo ocurrido esa tarde: “Nos gustó mucho que nos escucharan atentos y pendientes, hemos hecho memoria y eso es muy importante para nosotros, porque ustedes son las futuras generaciones”.
1 comentario
La assignatura «Història» no vale nada si no empieza en el día de hoy y rebobina para atrás en vez de empezar en el Pleistoceno o en los romanos…
La Història reciente, que aún pueden explicar como la sintieron «los vivos» se intenta esconder a los «discentes» en todos los países y sistemas. En España MÁS porque la «Memòria Histórica», a pesar de pequeños progresos, sigue oculta deliberadamente.
Cuando los «planes de estudio» pervierten y ocultan, los docentes tienen la obligación moral y ética de dar un paso adelante (si con riesgo, con riesgo).