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Aunque tímidamente, al menos en algunas esferas, empiezan a alzarse las voces para presionar al Estado de Israel en relación a la situación en la que mantiene a la población civil de la franja de Gaza. Después de una semana de intensos bombardeos que han causado la muerte de cientos de personas, muchas de ellas niñas y niños, y del ultimátum a la población civil del norte de la franja para que evacuen sus casas y vayan hacia el sur para que comience la invasión por tierra.
Hace días que cientos de niñas, niños y familias han buscado refugio en los centros educativos que tiene Unicef en la franja de Gaza para intentar no morir por las bombas.
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Una situación endurecida con los cortes de agua y electricidad que sufre la población civil desde hace días ya y que puede provocar, de no cambiar, importantes estragos en esa población civil que no tiene a dónde escapar. Las fronteras con Israel y Egipto, en el momento de esta edición, siguen cerradas a la espera de que la mediación internacional consiga una vía para que miles de personas puedan esquivar una muerte casi segura.
En los últimos días se han podido ver en redes sociales masivas manifestaciones por medio mundo en las que se ha pedido a Israel el cese de un ataque que se entienden como indiscriminado e ilegal y que parece que va mucho más allá del derecho de respuesta del país ante los ataque perpetrados por Hamás.
En cualquier caso, en las próximas horas, cerca de medio millón de menores que residen en la zona norte de Gaza, según informaciones de Unicef, han ido dejando sus casas, junto a sus familias, para intentar ponerse a salvo ante lo invasión inminente de la zona.
Una huida de la que hemos visto imágenes de muertes indiscriminadas realizadas por el ejército israelí.
Organizaciones como Unicef o Save the Children trabajan para poder llevar la ayuda mínima en forma de material, de comida, agua y seguridad, siempre bajo la amenaza de que las personas que trabajan en terreno acaben siendo asesinadas en algún ataque, como aquellos de los que han sido víctima el personal de las ambulancias que operan en la franja.
Un comunicado de Unicef, fechado hace unos días, recocogía estas palabras de James Elder, portavoz de la organigazión en Ginebra: “El actual aumento de violencia sigue cobrándose un precio horrible en las vidas de los niños, niñas y sus familias. Nada justifica el asesinato, la mutilación o el secuestro de niños. Cualquier retraso en poner fin al conflicto tendrá inevitablemente consecuencias más devastadoras para los niños y niñas”.
Desde la organización recuerdan que la mitad de la población de los territorios palestinos de Gaza y Cisjordania es menor de edad y suponen 1,1 millones de niñas, niños y adolescentes. Además, ya tenían graves carencias materiales a las que se van a unir los cortes impuestos por los israelíes sobre el suministro de agua, alimentos, combustible y electricidad.
“Un niño es un niño. Los niños y niñas de cualquier parte del mundo deben estar protegidos en todo momento y no deben ser nunca atacados”, afirmaba hace unos días Catherine Russell, directora ejecutiva de Unicef. “Reiteramos el llamamiento del Secretario General de las Naciones Unidas para que se anule la orden impuesta a más de un millón de civiles palestinos de evacuar el norte de Gaza y se tomen todas las medidas posibles para ofrecerles seguridad y protección. Los niños y las niñas no merecen menos”.