Por más que se conozcan las cifras de pobreza y exclusión social que afectan a niñas, niños y adolescentes (NNA) en nuestro país, no deja de ser escalofriante que el 28,9 %, es decir, 2,3 millones, sea pobre y que el 34,5 %, 2,7 millones, se encuentren en riesgo de pobreza o exclusión.
Son los datos definitivos que publica hoy la Red Española contra la Pobreza, EAPN, que engloba a diferentes entidades del tercer sector.
La tasa de pobreza infantil es la única, de las que mide el informe, que ha aumentado en el último año y la que menos ha descendido desde el año 2015. De hecho, se encuentra 8,3 puntos porcentuales por encima de la media.
EAPN ha elaborado, además, el cálculo para ver en qué punto debería estar la tasa de pobreza infantil para acercarse cada año un poco más al objetivo de la Agenda 2030. Para 2023 tendría que estar en el 21,1 %, es decir, está casi 8 puntos por encima de lo que debería ser si se quiere alcanzar la meta de los objetivos de desarrollo sostenible.
Según explica el informe, la pobreza infantil se refiere al porcentaje de menores que vive en hogares pobres, una situación que «les condena a ocupar posiciones rezagadas en educación, salud, alimentación y oportunidades laborales; a sufrir segregación y situaciones de discriminación y, en última instancia, a ser un eslabón más en la transmisión intergeneracional de la pobreza».
España, además, ocupa el tercer puesto en Europa en relación a sus NNA en riesgo de pobreza. Solo la superan Rumanía y Bulgaria, con porcentajes del 41,5 y el 33,9 % de tasa AROPE. La media de la UE-27 es es de 24,7 %.
Como es lógico, la situación de la infancia es la peor de todo el conjunto de grupos sociales en los diferentes aspectos observados: tasa de riesgo de pobreza o exclusión; tasa de pobreza; de pobreza severa y de privación material y social severa.
En los últimos 10 años, además, la situación de la infancia se ha mantenido muy estable. Desde los 36,7 % en tasa AROPE de 2014 a los 34,5 % actuales, el descenso ha sido la mitad que el de la media, que ha pasado del 30 % al 26,5 %.
En este tiempo, sobre todo a partir de 2018, se han ido separando la tasa AROPE real del objetivo fijado en la Agenda 2030. Hoy están a 9,5 puntos porcentuales de distancia.
Todos los gráficos mostrados en el informe de EAPN tienen un leit motiv. Los datos relativos a niñas, niños y adolescentes se mantienen constantes a lo largo de los años. A pesar de ciertas mejoras en los niveles de la población general, son las personas por debajo de los 18 las que más sufren, «lo que refuerza la idea de que la pobreza infantil es una realidad persistente y un problema más extenso e intenso que el producido entre el conjunto de la población», asegura el documento.
Hogares con menores
La situación de NNA en los indicadores se relaciona íntimamente con la situación que viven las personas que viven en los mismos hogares. Es decir, los porcentajes de personas que residen con menores dependientes son peores que los de la media también.
«Así, la tasa AROPE es de un 30,7 %, es decir, 8,5 puntos más elevada que entre las personas que no viven en estos hogares; la tasa de pobreza es del 24,9 % (+9,7 p.p.), la pobreza severa del 10,8 % (+5,0 p.p.) y la carencia material y social severa también del 10,8 % (+3,7 p.p.)», explica el informe de EAPN.
Por supuesto, esta situación tiene diferentes matices, principalmente la proporción de adultos. En los hogares monomarentales o monoparentales, así como en las familias numerosas, las personas adultas también tienen peores indicadores de pobreza en las diferentes variables estudiadas. En algunos casos, más de 20 puntos porcentuales peores que los de la media.
Si se compara con las cifras de hogares sin menores al cargo, la distancia con las familias monomarentales o numerosas es de más de 30 puntos porcentuales, de los 52,7 y 52,4 % a los 22,2 %.
Según el informe de EAPN, quienes viven en hogares con menores tienen problemas como menor espacio en casa, retrasos en los pagos de hipotecas o alquiler, suministros como la electricidad o la incapacidad de afrontar gastos imprevistos.
Todas estas cuestiones hacen reflexionar a la organización en relación a las políticas que pretenden poner freno a esta situación.
A pesar de que parecen poco efectivas para erradicar la pobreza infantil, habida cuenta que las cifras parecen no moverse a lo largo de los años, EAPN asegura que si no existieran las ayudas actuales, las cifras serían mucho peores, de hasta 20 puntos más.
Eso sí, afectaría en menor medida a la infancia, según los cálculos realizado por la Red. Esto, dicen, «parece indicar que estas transferencias (del Estado, como las pensiones) tienen menor efecto reductor de la pobreza entre la población menor de edad».
A estas se suman otras ayudas públicas que, aunque han aumentado mucho y llegan a más personas y a las más pobres en mayor medida, «su impacto en la pobreza infantil es escaso y apenas consigue moderar su tendencia al incremento de los últimos cinco años».