Núria García es educadora social y máster en intervención interdisciplinaria con las víctimas de violencia de género. Tiene una dilatada experiencia en la atención a víctimas de violencias sexuales y machistas, y ejerce como técnica de la Unidad de Género y Feminismos de la Cooperativa Doble Via. Ha trabajado muy activamente en la elaboración de este documento marco de protocolo. Los objetivos de esta tarea son generar conocimiento y sensibilizar a la comunidad educativa sobre las violencias sexuales; dotarles de herramientas para la prevención, detección e intervención; identificar las pautas y los agentes clave para la elaboración de protocolos y acciones preventivas en las escuelas; y promover una cultura del cuidado para que las escuelas sean espacios seguros y responsables.
La problemática de las violencias sexuales es muy grave. ¿Está más extendida de lo que creemos?
Está tan extendida que ni siquiera sabemos cuál es el alcance real, porque no tenemos cifras reales, sino solo las basadas en denuncias. Y hay una gran cantidad de casos que no se denuncian. La macroencuesta sobre violencia contra la mujer del 2019 estima que solo se denuncian el 8% de las violaciones que se cometen fuera de la pareja. Imagina el dato real. Entre enero y septiembre de 2023 se denunciaron en España 3.693 violaciones, y si tenemos en cuenta ese porcentaje de denuncia, ya podemos intuir la magnitud. Y aquí solo hablamos de violaciones, no se incluyen el resto de delitos contra la libertad sexual.
¿Hay datos específicos sobre la comunidad educativa?
No se contabilizan tanto como casos en el nivel educativo sino como casos generales de violencia sexual. Lo que sí sabemos es que en los últimos años ha habido un gran incremento de agresores que son menores de edad y de agresiones grupales. Esto es muy preocupante. Tenemos sospechas de que uno de los motivos es el acceso precoz a la pornografía, que aquí se produce alrededor de los 8 años. Los niños y adolescentes están consumiendo un tipo de contenido inadecuado, con violencia contra las mujeres, con misoginia y mucha dureza. Esto tiene un impacto clarísimo, además de otras razones, como la hipersexualización de la sociedad, por ejemplo.
¿Qué se puede hacer desde el ámbito educativo para evitarlo o detectarlo?
Lo más importante es trabajar la prevención, incluyendo la formación del personal docente en este tema y la sensibilización de toda la comunidad educativa. El hecho de tener protocolos adaptados a las diferentes realidades y necesidades concretas también es básico, porque más allá de la prevención, es importante saber detectar y tener circuitos establecidos, saber qué se debe hacer. Por último, destacaría la importancia de las instituciones educativas para generar cambios tanto a nivel personal como social.
La educación tiene la capacidad de generar cambios, a nivel personal y social
Desde la Red de Escuelas Municipales de Personas Adultas (XEMPA) se está elaborando un documento marco de Protocolo para la detección, prevención y actuación ante las violencias sexuales para las escuelas municipales de personas adultas.
Es importante tener protocolos específicos que estén aterrizados en la realidad concreta de los centros educativos. Estos protocolos ya existen en las escuelas de enseñanzas obligatorias, y también en otros centros como por ejemplo las escuelas municipales de música y arte. Pero no existía aún en el ámbito de las escuelas de personas adultas, y su realidad no tiene nada que ver con la escuela ordinaria. Se necesita un protocolo que se adapte a sus necesidades. Este proyecto está impulsado desde la Gerencia de Educación de la Diputación de Barcelona, para crear un documento marco contra las violencias sexuales, concretamente en el entorno de las escuelas municipales de personas adultas.
Este documento se está terminando de construir para que sea una herramienta útil para que después cada escuela de adultos pueda crear su propio protocolo específico, porque cada centro también tiene muchas diferencias.
¿Qué especificidades debe tener su protocolo?
Las escuelas de adultos son muy diferentes entre sí. Tienen dimensiones y estructuras diversas, están insertas en comunidades diferentes, y todos estos factores se deben tener en cuenta a la hora de crear y aplicar un protocolo. Por eso cada caso será específico para cada centro, aunque la base del documento marco será la misma.
El documento marco comienza con el marco conceptual y legal, después hay una parte muy importante dedicada a la prevención y a la dimensión pedagógica, porque en los centros educativos la pedagogía es la piedra angular, y finalmente la detección, comunicación e intervención. Luego, cada centro elabora su protocolo final, que es importante que se dé a conocer a toda la comunidad educativa: quién deberá intervenir será el equipo docente, pero toda la comunidad educativa debe saber qué hacer, cuáles son las personas de referencia, los circuitos, es decir, debe conocer el protocolo.
A lo largo del año se han realizado diversas reuniones de trabajo, y la más reciente ha sido una sesión de trabajo con las escuelas para poner a prueba los circuitos de intervención y las pautas para el acompañamiento.
¿Cuáles son las principales dificultades que se encuentran en el marco de las EMPA para tratar la problemática de las violencias sexuales?
Su realidad no tiene nada que ver con el resto de centros formales, y por eso necesitan un protocolo que se adapte muy bien a sus necesidades. Hay una gran diversidad de alumnos. Son colectivos muy diferentes de personas, con edades, situaciones sociales y necesidades muy diferentes, y que se deben atender de manera diferente. Por tanto, es muy importante tener siempre presente la perspectiva interseccional.
¿Las escuelas de adultos son quizá un ámbito donde puede quedar más invisibilizada la violencia sexual, al ser los alumnos mayores de edad?
En las escuelas, donde hay menores de edad que hacen todo su recorrido hasta la edad adulta, ponemos mucho más el foco, prestamos más atención porque es un sector que goza de mucha más protección de la sociedad. En el momento en que son personas adultas, esto cambia radicalmente, como también cambia la intervención. Pero eso no significa que no ocurra. De hecho, las mujeres sufrimos la violencia sexual durante toda la vida. Y entre los agresores, la inmensa mayoría son hombres mayores de edad y que provienen de un entorno de confianza. Y en el 80% son personas conocidas de las víctimas, en las escuelas, el trabajo, los hogares, los espacios donde vivimos la cotidianidad y se hacen relaciones de confianza y de conocimiento mutuo.
¿El personal docente tiene suficiente formación en prevención de violencias de género y en coeducación?
La formación básica en violencias de los docentes es crucial. Cada vez tienen más, pero a menudo no la suficiente. Si no tienes formación sobre cómo funcionan las violencias machistas y las violencias sexuales, cómo operan, es muy difícil llegar a entender toda la trama. Por tanto, es muy fácil que caigamos en mitos, por ejemplo, creer que tus personas de confianza no pueden ser agresoras. Estos mitos se rompen con conocimiento.
La formación básica en violencias de los docentes es crucial
Cada vez hay más formación, pero aún hay mucho desconocimiento y, además, son tantas cosas que debe saber un docente que no se le puede pedir que haga una función de intervención social, porque no es su trabajo. Pero sí deben tener conocimientos mínimos de cuál es la raíz de este problema y, sobre todo, de qué protocolos tenemos, qué circuitos hay, saber a dónde puedo derivar, cuáles son los pasos a seguir. La intervención no se puede dejar a la improvisación, por más buena intención que se tenga. Deben tener unos consejos de intervención para no hacer daño, para saber qué no se debe hacer e intervenir adecuadamente.
¿Qué no se debe hacer? ¿Qué no debe hacer un docente si tiene una sospecha de algún caso de violencia sexual?
Para empezar, poner en duda el relato. No se debe juzgar a la persona que te cuenta un caso. Hace mucho daño, cuando a veces el caso toca a una persona a quien le tenemos simpatía, porque inconscientemente preguntamos a la persona afectada si está segura, si las cosas realmente han sido así, si está confundiendo las cosas.
Otro tema es la confidencialidad. Por eso son importantes los protocolos, debo saber, si alguien me cuenta algo, a quién se lo debo decir y a quién no se lo debo decir. Las pautas de intervención inmediatas, la actitud que debo tener con esa persona, lo debo conocer. Después ya vendrán los profesionales especializados que nos ayudarán. El problema viene cuando no conocemos el protocolo a seguir, o cuando no tenemos los circuitos adecuados.
¿La protección de la privacidad en el ámbito tecnológico debería incluirse también en el currículo de las escuelas, como herramienta para prevenir violencias?
De hecho, la ley ya reconoce el tema de las violencias machistas y sexuales en el ámbito digital. Es un tema muy importante, y la mayoría de las personas lo tenemos pendiente, también los profesionales del tema. Nos hace falta formación en ciberseguridad y en tecnología, que es vital en todas partes y en las aulas también, sobre cómo protegernos o defendernos en caso de una agresión por estas vías.
Esta entrevista ha sido publicada en el blog de la Educació Local de El Diari de l’Educació