“Nos hemos hecho especialistas en todo lo que ha tenido que ver con la práctica reflexiva de los docentes, con generar espacios de reflexión sobre su propia práctica, en los que puedan colaborar entre ellos, abrir sus aulas, observarse entre iguales, sistematizar el conocimiento a partir de esa observación, compartir ese conocimiento con otros”. Son palabras de Jorge Úbeda, director de la Fundación Promaestro.
Así describe el trabajo que han venido realizando desde hace diez años mediante iniciativas como Las pruebas de la educación, en la que han llevado el conocimiento científico relacionado con la educación a maestras y maestros, a docentes de todas las etapas, para realizar esa conexión a veces tan complicada, entre academia y escuela.
Úbeda asegura que han trabajado mucho este tipo de iniciativas para que quienes tenían que transmitir el conocimiento lo hicieran con rigor, pero también de una manera atractiva, cercana. Ignacio Sánchez, responsable de comunicación de la fundación, señala a su vez, la necesidad de que fueran conocimientos relevantes para la práctica del profesorado, que pudieran aterrizar en las aulas de manera rápida y efectiva.
En este sentido, Úbeda señala lo interesante de trabajar con investigadores y sus equipos para que hicieran un esfuerzo para conectar con las escuelas y así ser conscientes del impacto y del sentido del servicio que su trabajo, desde la academia, puede tener.
También han desarrollado jornadas de encuentro del profesorado para que pudieran compartir experiencias entre sí y así generar conocimiento situado. Es una de las claves del trabajo de estos diez años para la fundación.
Se ha tratado de jornadas en las que las y los docentes han podido reflexionar conjuntamente, han compartido conocimientos y prácticas, han hablado “de qué necesidades tienen, de qué barreras se encuentran”, explica Úbeda.
Y para dar más pasos en el camino de acercar la investigación a la escuela, y viceversa, se ha hecho un esfuerzo es generar “un cierto perfil investigador” entre el profesorado participante. Generar una profesión, dice Úbeda, “que tenga un cierto perfil en el que pueda decir de sí misma: ‘Oye, esto que estamos haciendo sabemos por qué lo hacemos, sabemos el impacto que está teniendo porque’” gracias a la colaboración, a la sistematización, observación y evaluación.
Mirar al futuro
Más allá de los esfuerzos que han estado haciendo estos diez años, Úbeda asegura que hay cuestiones relacionadas con la profesión que todavía tienen que mejorar. Altas tasas de interinidad y las dificultades que suponen a la hora de sostener los proyectos educativos a medio y largo plazo; legislaciones que no tienen en cuenta sus procesos de implantación; “seguimos viendo que los mejores profesores, los más eficaces, no terminan de llegar a los lugares donde más se les necesita”…
Úbeda explica que llevan un tiempo reflexionando sobre lo que tienen por delante. Y la fundación quiere centrarse en seguir construyendo ese perfil de docente profesionalizado, con carácter investigador, que colabora “generando vínculos de interdependencia profesional” que les permiten investigar juntos, compartir y abrir sus aulas, observar a los demás.
La fundación, dice su director, quiere que el profesorado cree conocimiento, investigue sobre lo que está haciendo, cómo y con qué resultados y, después, pueda darlo a conocer a sus pares. Y recuerda que desde Promaestro han puesto en marcha una revista de tono científico, con doble evaluación de par ciego hecha por profesores”.
Entre los últimos proyectos, están trabajando en uno europeos en el que intentan dilucidar si existe un vínculo entre el apego y el rendimiento en el aprendizaje, “sobre todo en poblaciones vulnerables”.
Es decir, si el apego entre educandos y docentes impacta en los resultados y si en este viaje, “se genera una escuela que cuida, unos profesores que cuidan”, explica.
Esperan de esta investigación que pueda abrir la puerta a comprobar si este tipo de relaciones puede dejar cierta impronta y hacer que se prevengan situaciones de abandono prematuro, de fracaso escolar o de dificultades de aprendizaje.
1 comentario
No conocía la existencia de esta Fundación Promaestro. Su enfoque me parece muy acertado. Creo que esa ubicación entre el conocimiento académico y el «situado», además del compromiso de compartir entre iguales, es lo que mejor se adecúa una profesión docente entendida en un sentido emncipador y no meramente funcionarial.