El 27 y 28 de septiembre se celebró en Madrid en tercer Congreso internacional de educación Crítica e Inclusiva. Fue un encuentro intenso y de mucha participación y asistencia, donde pudimos escuchar experiencias educativas transformadoras, mesas dialogadas, presentaciones de libros con un merecido homenaje a Pepe Domínguez y sus libros póstumos. También de recordar las aportaciones de Paolo Freire, de tratar la memoria histórica y las aportaciones tan interesantes como las de Ana María Araujo Freire. Henry Giroux y Peter McLaren que añadieron un componente global a las discusiones, reafirmando la importancia de la educación crítica en el contexto actual.
Fueron intercambios y vivencias enriquecedoras que profundizaron en la inclusión y la crítica como pilares del proceso educativo que dejan huella a cualquier educador o educadora comprometidos con una educación transformadora.
En el Congreso se reflexionó sobre un tema muy importante: la necesidad de transformar profundamente los sistemas y las políticas educativas, cuestionando los supuestos y estructuras que han prevalecido y prevalecen desde hace décadas. Actualmente, necesitamos un cambio de mirada frente al avance del neoliberalismo, el neofascismo, la competición y el conservadurismo galopante.
Se trató ampliamente de que la educación, entendida como un espacio de resistencia, debe ser un reflejo de agente de cambio social y de proyecto socioeducativo. Sin embargo, en muchos contextos siguen reproduciendo desigualdades, jerarquías y exclusiones que perpetúan sistemas de opresión. Por ello, se defendió que hemos de acercarnos desde una mirada crítica que cuestione los intereses, discursos y políticas que moldean lo que sucede dentro y fuera de las escuelas.
El Congreso fue un espacio para poner sobre la mesa un diálogo que nos ayudó a identificar las áreas clave donde debemos centrar nuestros esfuerzos para innovar la educación de manera critica, sostenible y efectiva, con la convicción de que cualquier proceso de educación transformadora debe estar basada en la equidad, la justicia social y el respeto a la diversidad, ya que somos agentes de cambio en la construcción de una educación más inclusiva, equitativa y relevante para el mundo de hoy y del futuro.
La lucha por una mayor equidad en la educación pone en el centro la importancia del profesorado y la comunidad como agente de cambio
Una conclusión necesaria fue que el enfoque desde una pedagogía crítica se centra en formar ciudadanos reflexivos y dialógicos que cuestionen las estructuras de poder y busquen el cambio educativo y social.
Se afirmó, desde una perspectiva crítica,que se han de repensar las transformaciones en la enseñanza y el aprendizaje no solo como la adopción de nuevas herramientas o técnicas, sino como un compromiso político y educativo profundo con la justicia social, la equidad y la formación de sujetos autónomos y críticos, capaces de transformar sus realidades y desafiar las desigualdades estructurales en la sociedad. Ello requiere una lucha política y educativa que desafíe las estructuras tradicionales de poder, la inequidad y el control en la educación. Esta lucha por una mayor equidad en la educación también pone en el centro la importancia del profesorado y la comunidad como agente de cambio.
Se insistió en que plantear la educación desde una perspectiva crítica implica reconocer que el proceso educativo es inherentemente ideológico. Esto desafía la idea de que la educación puede ser neutral, mostrando que está profundamente entrelazada con las estructuras de poder y control que perpetúan desigualdades.
Se dialogó sobre el que la educación crítica analiza cómo las instituciones educativas a menudo reproducen estructuras sociales de opresión, como el racismo, el clasismo y el sexismo. Se propuso que los cambios en la educación deben desmantelar estos sistemas de dominación y fomentar una conciencia social y política en el profesorado. Hemos de aprender a desaprender, deconstruir lo que parece inamovible en educación.
En las intervenciones se cuestionaron las prácticas dominantes que perpetúan la exclusión y el conformismo, y buscar generar una educación más inclusiva, participativa y centrada en el cambio educativo y social. La educación crítica ha de promover un proceso para la emancipación social y personal. En lugar de preparar para adaptarse pasivamente al mercado laboral o a las expectativas sociales predefinidas, el objetivo es que se adquieran las herramientas y el pensamiento crítico necesarios para transformar su entorno y luchar por la justicia social.
La importancia de garantizar que el sistema educativo sea verdaderamente inclusivo fue otro de los asuntos tratados. Se argumentó sobre la eliminación de barreras de todas las procedencias, capacidades y contextos. Esto implicaría políticas activas para reducir las desigualdades y promover la justicia social. Y aquí se incidió en la necesidad de un cambio radical en la formación inicial del profesorado.
El congreso abordó la necesidad de una educación coherente con una visión crítica, orientada a transformar las estructuras existentes y empoderar tanto a docentes, madres y padres, así como a estudiantes en su rol de agentes de cambio educativo y social. Necesario en el momento actual para generar una verdadera modificación en la educación y la sociedad. El enfoque de la educación crítica busca, precisamente movilizar, a todos los actores involucrados para desafiar las estructuras de poder y trabajar en la construcción de una sociedad más justa y equitativa. En un contexto local y global donde las desigualdades se acentúan.
Uno podría pensar que fue un congreso utópico. Puede ser, pero una educación crítica tiene que conservar una parte de carácter utópico. La utopía educativa es patrimonio del profesorado y no se puede renunciar a ella. Ello no significa pecar de idealismo ni de ingenuidad, sino tomar conciencia de que el trabajo encaminado a una nueva educación comporta ver como algunos objetivos y procesos sólo se pueden alcanzar a largo plazo, objetivos que pueden parecer inviables en un cierto momento y convertirse en realidad en otro.