El filme Soy Nevenka, que documenta el caso de la primera mujer que denunció un episodio de acoso sexual contra un político en España, inspiró la sexta sesión del ciclo de cinefórum de El Diari de l’Educació. El acto, celebrado en los cines Girona de Barcelona el miércoles 23 de octubre, reunió a un amplio auditorio en un clima de conmoción e indignación, reacciones comprensibles ante la cruda realidad que presenta la película.
La moderadora, Ana Basanta, directora de El Diari de l’Educació, abrió el debate dando paso a las ponentes, cada una de ellas aportando perspectivas y experiencias vitales en la lucha contra las violencias machistas. Cova Álvarez, responsable del área de violencias machistas de la Fundación Surt, reflexionó sobre cómo el monstruo del acoso no es una figura ajena, sino que surge del mismo sistema que legitima comportamientos abusivos: “El monstruo es el mismo sistema que construye el relato, que legitima determinados comportamientos y actitudes y la continuidad de la impunidad” afirmó, destacando la importancia de visibilizar y dignificar las experiencias de las víctimas.
A medida que la conversación avanzaba, Álvarez subrayó la necesidad de crear un relato que permita a las víctimas identificarse y compartir sus experiencias. “Sabemos que una de las variables que fundamenta y perpetúa la violencia es el aislamiento”, dijo, y señaló que ahora, más que nunca, las víctimas disponen de marcos de apoyo que no existían hace dos décadas, “pero es importante que conozcan estas redes y los derechos que las amparan”.
“Nevenka fue muy valiente” destacó, refiriéndose a su decisión de hablar, “pero para poder romper el silencio, es muy importante disponer de una red de apoyo robusta y variada, que incluya tanto espacios formales como informales, para afrontar las consecuencias del trauma. Y necesitamos –dijo– que las redes de apoyo sean múltiples, porque si no tienes amigas o familiares que te legitimen, te resulta difícil aguantar las consecuencias”.
Unas consecuencias que pueden ser muy duras dentro de un sistema en el que, “de forma arbitraria, el desenlace del caso puede significar que seas revictimizada y puesta en duda, o que no se te crea y, en el mejor de los casos, si finalmente acaba saliendo una sentencia favorable para ti, que tu carrera laboral o tu vida estén ya truncadas y tengas que empezar de cero”.
Un punto de vista con el que Celeste Attias, responsable de Igualdad de Comisiones Obreras, coincidió plenamente, recordando que el acoso sexual a menudo va ligado a un abuso de poder en el ámbito laboral. “No debemos olvidar –afirmó– que el acoso sexual normalmente tiene mucho que ver con la segregación vertical que tenemos en la sociedad”. Attias recordó que todos los avances que hemos conseguido son muy frágiles, “como demuestra la amenaza que representan a los gobiernos en los que participa la extrema derecha”. Celeste Attias puso como ejemplo “el sistema feudal que pervive en las universidades, donde las chicas que realizan un doctorado pueden estar expuestas fácilmente a casos de acoso”. La responsable de Igualdad de Comisiones recordó que “los datos no son nada buenos: tres de cada cuatro mujeres han sufrido acoso laboral no denunciado”. Por eso, es vital “hacer un trabajo proactivo para identificar situaciones de acoso desde el principio”. ¿Y cuál es la mejor prevención? Como respuesta reivindicó “la necesidad de educar y coeducar en igualdad desde la infancia para no llegar a pasar de los estadios iniciales del acoso, y que las vidas de las víctimas no se vean truncadas del todo”.
Blanca Paniello, cofundadora de Women in Global Health, aportó un enfoque de lucha y resiliencia. Hizo referencia a situaciones contemporáneas que reflejan un cambio en la conciencia social, aunque todavía queda mucho por hacer. “Luis Rubiales con el caso de Jennifer Hermoso es un ejemplo de abuso de poder que nos recuerda que, aunque hemos avanzado, la normalización de estas conductas persiste”, lamentó.
Por último, Elisenda Díaz, profesora de estudios socioculturales de género en la Universidad Autónoma de Barcelona, concluyó el debate con una reflexión sobre la producción reciente de documentales y series que denuncian el acoso. “La película Soy Nevenka sale de la lógica del monstruo. No se trata de un personaje ajeno, sino de una relación de manipulación y control, contada con una narrativa que nos permiten revisitar los actos que perpetúan la desigualdad”.
Ana Basanta guió el debate durante aproximadamente una hora, frente a un auditorio cargado de emociones y altamente comprometido con ‘el grito contra el acoso sexual y el abuso de poder’, el enunciado del debate. Las intervenciones confluyeron en una reflexión común: la educación es la base de todo cambio, y como sociedad tenemos el deber de proteger los avances conseguidos en la lucha contra las violencias machistas.
Para cerrar el acto, la moderadora pidió a las ponentes que eligieran una palabra que definiera esas tres horas, entre película y debate, que habían compartido. Las palabras elegidas fueron “reparación” (Cova Álvarez); “reivindicación” (Celeste Attias); “lucha” (Blanca Paniello) y “dignidad” (Elisenda Díaz). Cuatro palabras que constituyen la mejor síntesis de una película y debate imprescindibles.
1 comentario
Mientras los espacios educativos religiosos (formales e informales) sigan fuera del foco, los avances en igualdad serán tímidos y testimoniales.