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La encrucijada entre febrero y marzo abre la puerta, valga la redundancia, a las jornadas de puertas abiertas en los centros educativos por todo el país. Una iniciativa que nació seguramente como herramienta de comunicación con las familias del barrio, se ha convertido, en no pocos casos, en un ejercicio de marketing educativo que intenta granjearse diferentes beneficios.
El horizonte no es halagüeño para las escuelas públicas. Hace unas semanas, la Funcació Bofill alertaba del posible cierre de 116 escuelas públicas si la Administración educativa no comenzaba a realizar ciertos cambios y a programar la oferta educativa.
Conciertos inamovibles
Desde Andalucía organizaciones de familias, como Codapa, denuncian el cierre de varios miles de plazas públicas con la caída de la natalidad como excusa. En el mayor sistema educativo del país, puede observarse cómo la bajada de nacimientos ya se deja notar en la educación primaria y en poco tiempo irá escalando en las siguientes etapas educativas.
Se denuncia en todas partes que este proceso no está repercutiendo en una reorganización de los recursos, de manera que los centros puedan tener menores ratios, sino que se cierran líneas y las ratios acaban apretándose. Esto, en la pública. Los conciertos, con contratos plurianuales que van, como mínimo, desde los cuatro años hasta los 10 que asume la Comunidad de Madrid, suponen un blindaje de la situación que termina pagando el sector público.
Marina Jiménez, presidenta de Codapa, asegura que desde la confederación exigen que igual que los conciertos en Andalucía son intocables durante 4 o 6 años, dependiendo de la etapa, sea lo mismo para la pública. Explica el caso de un colegio en Sevilla, que se cierra porque tiene 50 alumnos, mientras se mantienen los concertados de la zona «aunque en sus clases haya 12 o 15 estudiantes», explica.
«En un municipio o ciudad con poco alumnado y con las escuelas arañando plazas para sobrevivir es inevitable que se genere la competición más allá de las jornadas de puertas abiertas», explica Maria Segurola, jefa de proyectos de la Fundació Bofill.
Segurola comenta que el próximo año se renovarán los conciertos en Cataluña. «El Departamento puede
aplicar medidas de oficio en la pública, pero no en la concertada. En su periodo son intocables, da igual la natalidad o lo que sea, se mantienen», explica. «Es imprescindible regular los conciertos».
Mantener los recursos
Desde Madrid, Carmen (nombre ficticio), maestra y jefa de estudios de un CEIP de uno de los barrios del extrarradio de la ciudad no está totalmente de acuerdo. Para ella, en muchos casos, «las escuelas públicas no queremos crecer, sino decrecer», asegura. El problema, describe, es que si baja la matrícula, también lo hacen los recursos o el profesorado, y la Administración puede decidir utilizar el centro para matricular alumnado con necesidades educativas especiales o imponer un determinado proyecto educativo.
En su colegio han perdido matrícula. Desde las 75 peticiones en cursos anteriores, a las menos de 30 del último. En el claustro hacen otro análisis más allá de la natalidad. La crisis de la vivienda está haciendo que, al menos en algunas ciudades, las familias lo tengan más difícil para quedarse. Muchas se están yendo, al menos, en el distrito de Madrid en el que está su colegio.
El hecho de que estas familias se vayan, agudiza los problemas de las escuelas que, ya sea por esto o por la natalidad, se ven abocadas a competir por quienes quedan quedan.
Apunta, además, a que hay muchas que no eligen porque no están en posición de hacerlo. O que tienen miedo. Y habla de familias en situación irregular que solo pueden plantearse ir al colegio más cercano de casa para estar la menor cantidad de tiempo en la calle.
Carmen explica que los centros lo que necesitan son familias que les ofrezcan estabilidad para poder desarrollar sus proyectos educativos. Un proyecto, además, que los centros utilizan como miel para atraer a madres y padres. Bilingüismo, extraescolares, los nuevos CEIPSO de Isabel Díaz Ayuso en Madrid, ser centro de referencia para cualquier tipo de alumnado, digitalización de la enseñanza, etc.
Carmen explica que más que la capacidad de elección de las familias, es la autonomía de centro la que ha entrado en la guerra por «pescar» a las familias y atraer a las que se encuentran en la mejor situación socioeconómica posible.
Los alumnos, un bien escaso
Segurola explica que, en definitiva, este tipo de jornadas hacen que el problema parezca del centro, y no del sistema. «Los alumnos son un bien escaso y las escuelas tienen que sobrevivir con ciertas estrategias». «Estos temas se focalizan (en la prensa) en qué ha hecho una escuela u otra, pero la perdida de alumnado es general desde que empezaron a caer loa padrones en 2008».
Como explica, según el informe más reciente que han elaborado, «este año, la caída de alumnos llega a todos los niveles».
Las administraciones tienen que tener la iniciativa en todo esto, cree Segurola. Muchos centros se encuentran con jornadas de puertas abiertas desiertas. Centros complejos, de una línea, que hacen un fuerte esfuerzo «y se presentan 3 o 4 familias», explica. También en escuelas que han ido cayendo en la dinámica de la segregación crónica, que terminan absorbiendo la matrícula viva a lo largo del año y que ven cómo han de hacer de la necesidad virtud y se especializan en esta situación, explica Segurola.
Para ella, es el momento de reubicar los recursos y hacer planificación. Esto podría suponer un aumento de la inversión por alumno, buscar la manera de dar respuesta a diferentes retos como aumentar los refuerzos, llevar comedores escolares a los centros de secundaria o ampliar la educación 0-3 años
En su colegio no hacían nada extraordinario en la jornada de puertas abiertas. De hecho, permiten a las familias entrar en cualquier momento en el centro para verlo funcionar con normalidad. El día que toca, organizan unas horas de puertas abiertas con café y unas galletas para explicar a quien se acerque, en qué consiste su proyecto, enseñarle las instalaciones y poco más. «Esta año nos planeamos, bromea, que la jornada sea como Cirque du Soleil».