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Hace unos días, en Salamanca, se reunieron 250 personas pertenecientes a los centros que conforman la Asociación E2O, los centros educativos y profesionales que, desde el ámbito privado, trabajan con jóvenes de entre 15 y 29 años para que consigan una nueva oportunidad no solo formativa, sino profesional.
Trabajan haciendo todo lo posible para que chavales y no tan chavales, la mayoría chicos, obtengan el graduado en secundaria, algún titulo de formación profesional, desde la básica hasta la superior o, en el caso de los más mayores, acreditaciones profesionales con las que puedan hacer frente a su presente y su futuro profesional.
Si en algo hacen hincapié también es en una atención lo más cercana y humana posible que consiga hacer que estas personas jóvenes mejoren su autoestima y su relación con la formación. Lo más habitual es que abandonaran de manera prematura los estudios para ponerse a trabajar lo antes posible; suelen tener una trayectorias académicas complicadas en las que el sistema no ha sabido, podido o querido hacer un acompañamiento más intenso que evitase la escapada de las aulas. O viven en ambientes desestructurados, socio económicamente.
El alumnado les llega, como explica Marta Cid, presidenta de la Asociación, por derivaciones ya sean desde los servicios sociales municipales, ya sean desde centros educativos con los que han trabajado previamente o porque las familias se enteran de la existencia de estos centros. De momento, en la asociación son diez. Atienden a más de 8.000 chicos y chicas (ellos son mayoría). Aunque siempre están en proceso de crecimiento.
Durante el encuentro de Salamanca, una de las mesas estaba dedicada a recoger el testimonio de chicas y chicos que están o han estado en alguno de los centros de la red. Para Cid fue un buen ejemplo del impacto que sus escuelas y su modelo educativo y profesionalizador trabaja. «Una escuela se centra en el joven, en su situación y este se convierte en el centro. Tienen una complejidad personal que hay que saber acompañar también», explica, más allá de lo académico.

Para Cid, una de las claves para que sus chicos y chicas tengan un 67 % de éxito en su paso por una de sus escuelas es la «flexibilidad, acompañamiento a largo plazo y entendimiento del entorno» del joven. También el hecho de que estos jóvenes «son protagonistas y se sienten reconocidos por ello».
Todas estas son las razones por las que se reivindican ante la sociedad y la administración pública. Siempre se encuentran en la fragilidad de no conseguir una o otra subvención con la que conseguir sostener el proyecto en cada centro. Mucho tiempo y esfuerzo se dedica a dar visibilidad al impacto de su modelo y a la necesidad de que las administraciones se hagan cargo de una financiación que, en definitiva, está evitándoles otras inversiones.
«Es una inversión de futuro dadas las tasas de abandono escolar», comenta Cid. Por eso cree que es importante que las administraciones den un paso adelante y se decidan por hacer una financiación más segura y garantizada, similar a los conciertos educativos en otras etapas.
Según los datos que maneja la Asociación, desde hace ya años, la mayor parte de su alumnado es masculino, siempre alrededor del 70 % y, por lo general, entre los 15 y los 18 años (sobre el 55 %). Como explica Cid, además, es en esta franja en donde se detectan mayores tasas de éxito a su paso por las escuelas.
Actualmente tienen 8.761 jóvenes que se han formado en 46 escuelas de segunda oportunidad en alguna de las 10 comunidades autónomas en las que están presentes. En ellas trabajan 962 profesionales