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Carmen es trabajadora de la Liga de la Educación, organización con diferentes proyectos educativos y de inclusión de población migrante a través del trabajo o el aprendizaje del castellano, con más de una década de experiencia, precisamente, en Torre-Pacheco.
Carmen no es su nombre real. En las últimas horas ha preferido, junto a otra compañera, mantener el anonimato. De hecho, comenta, desde la coordinadora de ONG de la Región de Murcia, han aconsejado mantener un perfil bajo en los próximos días.
Comenta que en este tiempo nunca habían tenido problemas, ni de lejos, tan graves, como los que están ocurriendo ahora. Si señala que algunos de las niñas y niños con quienes trabajan les dicen que se sienten discriminados porque, a pesar de que sus familias lleven hasta tres décadas en el pueblo, les consideran extranjeros.
«Torre Pacheco se ha caracterizado siempre por su diversidad y su convivencia pacífica y queremos que así siga siendo». Son palabras de Inés (también un nombre ficticio), una de las trabajadoras de la Liga en la localidad murciana. Prefiere no dar su nombre para evitar represalias, contra ellas y contra las niñas y niños con quienes trabaja. Explica que, aunque ahora mismo se ha reforzado la presencia de la Guardia Civil y Policía, «pero cuando esto deje de ser mediático se irán».
Carmen explica, que hace un par de días salieron los imanes a intentar apaciguar los ánimos entre los jóvenes de origen magrebí para que no respondan con violencia a lo que, a todas luces, parece una cacería animada, como explica esta trabajadora, por «los discursos de algunos partidos políticos» a los que pide que dejen de mandar mensajes de odio que terminan en delitos de odio y en violencia.

Estos días, los colegios en los que a Liga tiene proyectos en marcha, siguen abiertos en horario de mañana para atender a algunos de los chavales, migrantes en su mayoría. Según cuenta Carmen, las y los niños están asustados, aunque por las mañanas las cosas están tranquilas. La violencia sucede por la noche.
La Liga trabaja en dos centros, en uno de ellos, el 60 % de las y los escolares son de origen extranjero. En el otro, casi el 40 %. Carmen explica que sus proyectos se basan en trabajar con todo el alumnado sobre conceptos como la multiculturalidad, para que la diferencia se viva como riqueza cultural y no como un problema. El objetivo es la mejora de la convivencia y de la cohesión social, la inclusión de un alumnado cuyas familias, principalmente, sostienen el pesado trabajo agrícola.
«Esperamos que todo vuelva a la normalidad pronto y no lleguemos a septiembre en esta situación», asegura Inés, quien explica que entre sus actividades «realizamos talleres para que los chicos y chicas puedan hablar de las emociones en un entorno diverso y acogedor, hacemos lectura de imágenes relacionadas con la diversidad y los derechos humanos o hablamos de igualdad. Son temas desde los que podemos tratar los discursos de odio que hemos visto estos días».
Para ella, y el resto de la organización, es básico seguir «apostando el curso que viene por actividades que favorezcan la inclusión y la igualdad, como las que hacemos». «Es la forma de luchar contra los discursos de odio».